Los atentados terroristas disparan la violencia entre Israel y Gaza
La aviación israelí bombardea la franja y los milicianos lanzan 20 misiles
Jerusalén, El País
Israel y Gaza siguen intercambiándose ataques. Milicianos de Hamás y de los Comités de Resistencia Popular dispararon ayer 20 misiles sobre ciudades israelíes, sin víctimas mortales. La aviación israelí lanzó a su vez contra Gaza 10 bombardeos, en los que murieron dos personas. El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, visitó a los heridos en los atentados del jueves y amenazó con usar su abrumadora superioridad militar para endurecer las operaciones de represalia: "Ya hemos matado al jefe del grupo que envió a los terroristas", dijo, "pero esto es solo una respuesta inicial".
El jueves, un comando de los Comités de Resistencia Popular (un grupo aliado de Hamás pero autónomo) penetró desde Gaza al sur de Israel, pasando por el Sinaí egipcio, y mató a seis civiles, un soldado y un agente de policía. También murieron siete de los miembros del comando; los demás, estimados entre ocho y 12, lograron escapar de nuevo hacia el Sinaí.
Mientras aún se combatía en el desierto (cinco soldados egipcios murieron en el fuego cruzado entre israelíes y milicianos de un lado y otro de la frontera), Israel lanzó bombardeos de represalia contra Gaza en los que murieron seis personas, cinco de ellas militantes de los Comités de Resistencia Popular, incluido el jefe, Kamel Nirab, y la sexta, un bebé de dos años, según diversos testigos palestinos.
El Gobierno israelí aseguró que el propósito de los milicianos consistía en secuestrar un soldado, además de matar el mayor número posibles de israelíes. Hamás ya dispone de un soldado secuestrado, Gilad Shalit, preso en algún lugar de Gaza desde hace cinco años, y hace poco reanudó en El Cairo las negociaciones con representantes israelíes para realizar un intercambio sobre la base de mil por uno: mil presos palestinos, entre ellos numerosos condenados por acciones terroristas, a cambio de Shalit.
El general Yoav Mordechai, portavoz del Ejército de Israel, aseguró que si Hamás quería una intensificación de los combates pagaría "un alto precio por ello". Mordechai no quiso descartar la opción de un ataque terrestre si las hostilidades siguieran aumentando en intensidad. La última vez que Israel lanzó un ataque por tierra fue en diciembre de 2008, en la Operación Plomo Fundido, con el resultado de unos 1.400 palestinos y 14 israelíes muertos. El jefe del Ejército, general Benny Gantz, fue más comedido e indicó que aún no se había llegado al punto de considerar acciones devastadoras.
Los Comités de Resistencia Popular, formados en 2000 con antiguos militantes de Fatah que rechazaban la vía de las negociaciones y con militantes de Hamás de orientación laica, tomaron a la milicia libanesa chíi Hezbolá como modelo. Ayer reconocieron que su jefe y varios altos dirigentes habían muerto en los bombardeos del jueves y anunciaron que su venganza contra los israelíes sería "muy amarga". También se atribuyeron la responsabilidad por siete de los misiles disparados ayer.
Casi todos los misiles Grad y Kassam lanzados desde Gaza cayeron en zonas deshabitadas. Uno, sin embargo, hizo impacto en una nave industrial en el puerto de Ashdod e hirió a seis personas, una de ellas grave. La Cúpula de Hierro, el sistema de baterías antimisiles recientemente estrenado por Israel, logró interceptar uno de los proyectiles. Ciudades como Ashdod y Ashkelon están a muy pocos kilómetros de la frontera de Gaza, por lo que los misiles alcanzan su objetivo en segundos y apenas hay tiempo para alarmas o intercepciones.
El Ejército israelí informó de que su aviación había atacado ayer dos fábricas de armas en la zona central de Gaza y "bases terroristas" en el norte y sur de la franja. Adham Abu Salmiya, portavoz de los servicios médicos de Gaza, aseguró en cambio que los objetivos habían sido una fábrica de cemento, el campo de refugiados de Nuseirat, la zona de Rafah (donde están los cientos de túneles que permiten cruzar clandestinamente la frontera egipcia) y varios edificios de la ciudad de Gaza.
El incremento de la tensión se reflejó en Jerusalén. Las autoridades israelíes prohibieron el acceso a la Explanada y a la mezquita de Al Aqsa a los hombres menores de 50 años, con el fin de evitar disturbios en el lugar más sagrado de la ciudad para judíos y musulmanes. La medida no es infrecuente, pero ayer, por ser viernes de Ramadán y porque los ánimos estaban inflamados, resultó muy mal acogida. Centenares de jóvenes palestinos armados con palos, piedras y cócteles molotov iniciaron una cadena de batallas campales y algaradas en la Ciudad Vieja y otros barrios de Jerusalén Oriental contra los soldados y la policía antidisturbios israelíes. Anoche se desconocía aún el número de heridos y detenidos.
Jerusalén, El País
Israel y Gaza siguen intercambiándose ataques. Milicianos de Hamás y de los Comités de Resistencia Popular dispararon ayer 20 misiles sobre ciudades israelíes, sin víctimas mortales. La aviación israelí lanzó a su vez contra Gaza 10 bombardeos, en los que murieron dos personas. El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, visitó a los heridos en los atentados del jueves y amenazó con usar su abrumadora superioridad militar para endurecer las operaciones de represalia: "Ya hemos matado al jefe del grupo que envió a los terroristas", dijo, "pero esto es solo una respuesta inicial".
El jueves, un comando de los Comités de Resistencia Popular (un grupo aliado de Hamás pero autónomo) penetró desde Gaza al sur de Israel, pasando por el Sinaí egipcio, y mató a seis civiles, un soldado y un agente de policía. También murieron siete de los miembros del comando; los demás, estimados entre ocho y 12, lograron escapar de nuevo hacia el Sinaí.
Mientras aún se combatía en el desierto (cinco soldados egipcios murieron en el fuego cruzado entre israelíes y milicianos de un lado y otro de la frontera), Israel lanzó bombardeos de represalia contra Gaza en los que murieron seis personas, cinco de ellas militantes de los Comités de Resistencia Popular, incluido el jefe, Kamel Nirab, y la sexta, un bebé de dos años, según diversos testigos palestinos.
El Gobierno israelí aseguró que el propósito de los milicianos consistía en secuestrar un soldado, además de matar el mayor número posibles de israelíes. Hamás ya dispone de un soldado secuestrado, Gilad Shalit, preso en algún lugar de Gaza desde hace cinco años, y hace poco reanudó en El Cairo las negociaciones con representantes israelíes para realizar un intercambio sobre la base de mil por uno: mil presos palestinos, entre ellos numerosos condenados por acciones terroristas, a cambio de Shalit.
El general Yoav Mordechai, portavoz del Ejército de Israel, aseguró que si Hamás quería una intensificación de los combates pagaría "un alto precio por ello". Mordechai no quiso descartar la opción de un ataque terrestre si las hostilidades siguieran aumentando en intensidad. La última vez que Israel lanzó un ataque por tierra fue en diciembre de 2008, en la Operación Plomo Fundido, con el resultado de unos 1.400 palestinos y 14 israelíes muertos. El jefe del Ejército, general Benny Gantz, fue más comedido e indicó que aún no se había llegado al punto de considerar acciones devastadoras.
Los Comités de Resistencia Popular, formados en 2000 con antiguos militantes de Fatah que rechazaban la vía de las negociaciones y con militantes de Hamás de orientación laica, tomaron a la milicia libanesa chíi Hezbolá como modelo. Ayer reconocieron que su jefe y varios altos dirigentes habían muerto en los bombardeos del jueves y anunciaron que su venganza contra los israelíes sería "muy amarga". También se atribuyeron la responsabilidad por siete de los misiles disparados ayer.
Casi todos los misiles Grad y Kassam lanzados desde Gaza cayeron en zonas deshabitadas. Uno, sin embargo, hizo impacto en una nave industrial en el puerto de Ashdod e hirió a seis personas, una de ellas grave. La Cúpula de Hierro, el sistema de baterías antimisiles recientemente estrenado por Israel, logró interceptar uno de los proyectiles. Ciudades como Ashdod y Ashkelon están a muy pocos kilómetros de la frontera de Gaza, por lo que los misiles alcanzan su objetivo en segundos y apenas hay tiempo para alarmas o intercepciones.
El Ejército israelí informó de que su aviación había atacado ayer dos fábricas de armas en la zona central de Gaza y "bases terroristas" en el norte y sur de la franja. Adham Abu Salmiya, portavoz de los servicios médicos de Gaza, aseguró en cambio que los objetivos habían sido una fábrica de cemento, el campo de refugiados de Nuseirat, la zona de Rafah (donde están los cientos de túneles que permiten cruzar clandestinamente la frontera egipcia) y varios edificios de la ciudad de Gaza.
El incremento de la tensión se reflejó en Jerusalén. Las autoridades israelíes prohibieron el acceso a la Explanada y a la mezquita de Al Aqsa a los hombres menores de 50 años, con el fin de evitar disturbios en el lugar más sagrado de la ciudad para judíos y musulmanes. La medida no es infrecuente, pero ayer, por ser viernes de Ramadán y porque los ánimos estaban inflamados, resultó muy mal acogida. Centenares de jóvenes palestinos armados con palos, piedras y cócteles molotov iniciaron una cadena de batallas campales y algaradas en la Ciudad Vieja y otros barrios de Jerusalén Oriental contra los soldados y la policía antidisturbios israelíes. Anoche se desconocía aún el número de heridos y detenidos.