La represión en Siria deja otros 14 muertos
Damasco, AFP
El régimen sirio, imperturbable a las presiones internacionales, envió sus tropas este jueves para reprimir la revuelta popular, matando a otros 14 civiles, al día siguiente de las revelaciones en la ONU sobre violaciones "flagrantes" de Derechos Humanos en el país.
Las nuevas sanciones impuestas por Estados Unidos y las misiones en Damasco del canciller turco y de una delegación de tres países miembros no permanentes del Consejo de Seguridad (Brasil, India y Sudáfrica) no parecen haber ablandado al régimen del presidente Bashar al Asad.
Más bien al contrario, Asad se mostró de nuevo determinado a acabar con la revuelta, si bien reconoció haber cometido "errores" en la gestión del movimiento de impugnación que se inició a mediados de marzo.
La revuelta tampoco da su brazo a torcer. Además de manifestaciones diarias durante el mes sagrado del Ramadán, los militantes convocaron, a través de la red Facebook, a una gran movilización el próximo viernes, con el lema "No nos someteremos más que a Dios".
Al día siguiente de la retirada de las tropas de la ciudad rebelde de Hama (norte), donde el régimen intentó acallar a la fuerza la impugnación, el ejército intervino en Quseir, en la provincia de Homs (centro) y en Saraqeb, en la provincia de Idleb (noroeste), denunciaron los militantes.
En Quseir, decenas de tanques entraron en la ciudad al amanecer y 11 civiles murieron, varias decenas resultaron heridos y cientos de ellos fueron detenidos, según un militante de Homs, ciudad que lidera la revuelta y en donde 17 personas fallecieron el miércoles.
En el este del país, en Deir Ezzor, al menos tres personas murieron por los disparos de las fuerzas de seguridad y varias casas fueron incendiadas, informó el jefe del Observatorio sirio de Derechos Humanos (OSDH), Rami Abdel Rahmane.
En el noroeste, los carros del ejército y vehículos de transporte de tropas entraron en Saraqeb, añadió Rahmane.
Las tropas se desplegaron en el centro de la ciudad, iniciaron registros y detuvieron a "más de 100 personas, 35 de ellas niños", explicó. También se cortó el suministro de electricidad en esta localidad, donde cada noche se celebran manifestaciones para pedir la caída del régimen.
El opositor Hasan Zahra, un antiguo preso político de 67 años, fue detenido el miércoles en una vasta operación en la región de Salamiya (este), según el OSDH. Otras 27 personas fueron detenidas y se desconoce su paradero.
El poder no reconoce la magnitud de las protestas y asegura actuar en contra de "grupos terroristas armados" que causan el caos en las ciudades y atacan a los civiles.
Según las organizaciones humanitarias, más de 1.600 civiles murieron víctimas de la represión desde el 15 de marzo. El régimen, por su parte, cifra en 500 el número de agentes de la seguridad muertos.
El miércoles, una semana después de una declaración del Consejo de Seguridad de la ONU que condenó la represión en Siria, el subsecretario general de la ONU, el argentino Óscar Taranco, denunció "violaciones flagrantes de los Derechos Humanos", como ejecuciones expeditivas y deserciones de soldados.
La representante estadounidense en la ONU, Susan Rice, aseguró que miles de inocentes han sido "asesinados a sangre fría" en Siria.
La ONU no descarta aumentar la presión sobre el régimen de Al Asad y para ello los países occidentales desean una nueva reunión la próxima semana, aunque esta iniciativa puede verse frenada por Rusia que, pese a condenar la represión, opta por "el diálogo y las reformas".
Responsables estadounidenses aseguraron este jueves que Washington estudia exigir de manera explícita a Al Asad que abandone el poder. Hasta ahora, Estados Unidos no llamó al presidente sirio a partir, como sí lo hizo con el dirigente libio Muamar Gadafi.
El régimen sirio, imperturbable a las presiones internacionales, envió sus tropas este jueves para reprimir la revuelta popular, matando a otros 14 civiles, al día siguiente de las revelaciones en la ONU sobre violaciones "flagrantes" de Derechos Humanos en el país.
Las nuevas sanciones impuestas por Estados Unidos y las misiones en Damasco del canciller turco y de una delegación de tres países miembros no permanentes del Consejo de Seguridad (Brasil, India y Sudáfrica) no parecen haber ablandado al régimen del presidente Bashar al Asad.
Más bien al contrario, Asad se mostró de nuevo determinado a acabar con la revuelta, si bien reconoció haber cometido "errores" en la gestión del movimiento de impugnación que se inició a mediados de marzo.
La revuelta tampoco da su brazo a torcer. Además de manifestaciones diarias durante el mes sagrado del Ramadán, los militantes convocaron, a través de la red Facebook, a una gran movilización el próximo viernes, con el lema "No nos someteremos más que a Dios".
Al día siguiente de la retirada de las tropas de la ciudad rebelde de Hama (norte), donde el régimen intentó acallar a la fuerza la impugnación, el ejército intervino en Quseir, en la provincia de Homs (centro) y en Saraqeb, en la provincia de Idleb (noroeste), denunciaron los militantes.
En Quseir, decenas de tanques entraron en la ciudad al amanecer y 11 civiles murieron, varias decenas resultaron heridos y cientos de ellos fueron detenidos, según un militante de Homs, ciudad que lidera la revuelta y en donde 17 personas fallecieron el miércoles.
En el este del país, en Deir Ezzor, al menos tres personas murieron por los disparos de las fuerzas de seguridad y varias casas fueron incendiadas, informó el jefe del Observatorio sirio de Derechos Humanos (OSDH), Rami Abdel Rahmane.
En el noroeste, los carros del ejército y vehículos de transporte de tropas entraron en Saraqeb, añadió Rahmane.
Las tropas se desplegaron en el centro de la ciudad, iniciaron registros y detuvieron a "más de 100 personas, 35 de ellas niños", explicó. También se cortó el suministro de electricidad en esta localidad, donde cada noche se celebran manifestaciones para pedir la caída del régimen.
El opositor Hasan Zahra, un antiguo preso político de 67 años, fue detenido el miércoles en una vasta operación en la región de Salamiya (este), según el OSDH. Otras 27 personas fueron detenidas y se desconoce su paradero.
El poder no reconoce la magnitud de las protestas y asegura actuar en contra de "grupos terroristas armados" que causan el caos en las ciudades y atacan a los civiles.
Según las organizaciones humanitarias, más de 1.600 civiles murieron víctimas de la represión desde el 15 de marzo. El régimen, por su parte, cifra en 500 el número de agentes de la seguridad muertos.
El miércoles, una semana después de una declaración del Consejo de Seguridad de la ONU que condenó la represión en Siria, el subsecretario general de la ONU, el argentino Óscar Taranco, denunció "violaciones flagrantes de los Derechos Humanos", como ejecuciones expeditivas y deserciones de soldados.
La representante estadounidense en la ONU, Susan Rice, aseguró que miles de inocentes han sido "asesinados a sangre fría" en Siria.
La ONU no descarta aumentar la presión sobre el régimen de Al Asad y para ello los países occidentales desean una nueva reunión la próxima semana, aunque esta iniciativa puede verse frenada por Rusia que, pese a condenar la represión, opta por "el diálogo y las reformas".
Responsables estadounidenses aseguraron este jueves que Washington estudia exigir de manera explícita a Al Asad que abandone el poder. Hasta ahora, Estados Unidos no llamó al presidente sirio a partir, como sí lo hizo con el dirigente libio Muamar Gadafi.