Italia cede a la presión y acelera los ajustes
Berlusconi adelanta un año el equilibrio fiscal comprometido para 2014 - El BCE decide comprar bonos pero exige a cambio más reformas
Roma, El País
La presión directa de las autoridades europeas -y, sobre todo, la exigencia indirecta del Banco Central Europeo- obligaron ayer a Italia a dar un paso al frente y comprometer una aceleración de su plan de ajuste fiscal. El asedio que ha sufrido el país en los mercados llevó al primer ministro, Silvio Berlusconi, a convocar una apresurada conferencia de prensa para anunciar que el equilibrio de las cuentas públicas se alcanzará en 2013, un año antes de lo previsto, y que se incluirá en la Constitución para asegurar su cumplimiento. En el trasfondo de esa escenificación estaba el órdago que el BCE ha lanzado a Italia. La autoridad monetaria accede a comprar bonos italianos -también españoles- para aliviar los tipos de interés pero a cambio de que ambos países aceleren las reformas como señal de confianza, según informa Reuters.
Berlusconi presentó su nueva estrategia anticrisis después del cierre de los mercados, en un día en el que la distancia entre los bonos italianos y los alemanes a 10 años superó la de España, exponiendo más que nunca la tercera economía de la zona euro al riesgo de una bancarrota por impago.
El plan Marshall para la economía italiana responde a la prisa que el BCE pidió a Roma, prometiendo, a cambio, comprar algo de su deuda soberana, antes de que los títulos de Estado se conviertan en papel mojado. La autoridad monetaria, según fuentes citadas por Reuters que exigen anonimato, pidió un gesto de aceleración de las reformas fiscales y estructurales antes del fin de semana para empezar ya la semana que viene con la compra de bonos, tanto italianos como españoles. Las comisiones parlamentarias en Italia empezarán a trabajar también a partir de la semana que viene, renunciando finalmente a las vacaciones, otro gesto de que el país trabaja para garantizar su futuro.
Si la presión del BCE es soterrada, quien sí respaldó con nombre y apellido ese llamamiento fue el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios. Olli Rehn verbalizó sus demandas por la mañana al instar a Roma a tomar medidas urgentes, "aunque no haya ningún plan preparado para rescatar ni Italia ni España", subrayó.
"No se trata de un nuevo plan de ajuste; las instituciones europeas ya aprobaron la implantación del que presentamos a mediados de julio. Sin embargo, la situación recomienda apretar los tiempos", explicó horas después Giulio Tremonti, ministro de Economía, que presentó las medidas junto al jefe del Ejecutivo, aunque debilitado por un escándalo de corrupción que merma su credibilidad.
"Es muy bueno el adelanto de 12 meses, significa que por fin se asumen responsabilidades y no se descarga el peso de la crisis en el próximo Gobierno que saldrá elegido en 2013", comenta Franco Bruni, catedrático de Política monetaria internacional en la prestigiosa Universidad Bocconi. "Queda por ver cómo van a lograr el déficit cero un año antes. De momento no me parece que lo hayan detallado con rigor", abunda.
Las intervenciones anunciadas ayer son esencialmente actualizaciones de las ya contenidas en el paquete de julio. Por eso hay desconcierto sobre cómo el Ejecutivo va a lograr su objetivo de aplanar el Presupuesto un año antes.
"El Gabinete aprobará una reforma del mercado de trabajo", prometió Tremonti, repitiendo algo que lleva varios años en el aire sin concretarse. "Tenemos un importante borrador listo. Lo vamos a someter a los agentes sociales y luego al Senado", prometió. Dos reformas afectarán a la Constitución: una obliga a elaborar los Presupuestos con déficit cero. Otra, "la madre de todas las liberalizaciones", según la definió Tremonti, cambia el artículo 41 para liberalizar ciertas actividades profesionales excesivamente reguladas. El Gobierno ya lo intentó en el duro ajuste fiscal aprobado hace menos de un mes, pero finalmente renunció ante las presiones de los profesionales.
"Italia necesita una buena liberalización como agua de mayo", dice Carlo Secchi, catedrático de Economía pública y exrector de la Universidad Bocconi de Milán. "Nuestra economía está escayolada, demasiado corporativa, con todos los gremios y pequeños grupos de interés que obstaculizan el normal comportamiento del mercado", añadió, asegurando que no se puede esperar más para convencer a las Bolsas, pues la deuda italiana alcanza el 120% del PIB.
Como gesto a la galería, los diputados y senadores no se irán de vacaciones. Aunque no será eso lo único que les afectará, ya que el Ejecutivo planea también recortar los salarios de los cargos electos y las subvenciones a los partidos. "El recorte de los gastos de la política, es decir la burocracia, los coches oficiales y otros excesos por el estilo, no es algo que pueda anular la deuda, pero no se trata solo de una medida aleatoria. Es un bálsamo psicológico que intenta lanzar a los mercados y a los ciudadanos una señal de determinación a salir de la crisis", considera Secchi.
Entre medidas psicológicas y reales, Berlusconi y su ministro intentan tranquilizar a los mercados y sobre todo complacer el BCE. No es un detalle menor que Mario Draghi, actual gobernador del Banco de Italia, sea el próximo presidente del BCE. En los últimos 10 días se reunió dos veces con Giorgio Napolitano, presidente de la República.
Antes que el BCE, empresas y sindicatos habían solicitado al Gobierno el jueves dejarse de escusas y actuar rápido. "Cuando la casa se está quemando, el factor decisivo es el tiempo", señala Fabrizio Fourquet de Il Sole 24 ore.
Los movimientos apresurados de los diferentes líderes europeos reflejaban a las claras que la situación es más que grave. Además de anunciar la intensificación de los recortes, Berlusconi adelantó una "inminente" reunión que celebrará el G-7 -el grupo de los siete países más industrializados, entre los que figura Italia- para tratar de parar la especulación. La decisión se adoptó tras una conversación telefónica que mantuvo ayer Berlusconi con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, según explicó el dirigente italiano. A última hora de la tarde tambiéntenía previsto hablar con el presidente estadounidense, Barack Obama. La implicación de Obama evidencia que la crisis de deuda desborda las fronteras y amenaza la recuperación mundial. La canciller alemana, Angela Merkel, también telefoneó ayer a Berlusconi, Sarkozy el el primer ministro británico, David Cameron.
En el otro foco de tensión, España, también se sucedieron las conversaciones. Además de hablar con Berlusconi, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, llamó al presidente francés, Nicolas Sarkozy. Con el mandatario francés, Zapatero coincidió en la necesidad de aplicar "lo antes posible" el reforzado fondo europeo de rescate, según un comunicado divulgado por La Moncloa. Respecto a la conversación con Berlusconi, el Gobierno destacó que ambos mandatarios creen "poco comprensibles las fuertes fluctuaciones y los movimientos especulativos de los mercados de deuda soberana".
Roma, El País
La presión directa de las autoridades europeas -y, sobre todo, la exigencia indirecta del Banco Central Europeo- obligaron ayer a Italia a dar un paso al frente y comprometer una aceleración de su plan de ajuste fiscal. El asedio que ha sufrido el país en los mercados llevó al primer ministro, Silvio Berlusconi, a convocar una apresurada conferencia de prensa para anunciar que el equilibrio de las cuentas públicas se alcanzará en 2013, un año antes de lo previsto, y que se incluirá en la Constitución para asegurar su cumplimiento. En el trasfondo de esa escenificación estaba el órdago que el BCE ha lanzado a Italia. La autoridad monetaria accede a comprar bonos italianos -también españoles- para aliviar los tipos de interés pero a cambio de que ambos países aceleren las reformas como señal de confianza, según informa Reuters.
Berlusconi presentó su nueva estrategia anticrisis después del cierre de los mercados, en un día en el que la distancia entre los bonos italianos y los alemanes a 10 años superó la de España, exponiendo más que nunca la tercera economía de la zona euro al riesgo de una bancarrota por impago.
El plan Marshall para la economía italiana responde a la prisa que el BCE pidió a Roma, prometiendo, a cambio, comprar algo de su deuda soberana, antes de que los títulos de Estado se conviertan en papel mojado. La autoridad monetaria, según fuentes citadas por Reuters que exigen anonimato, pidió un gesto de aceleración de las reformas fiscales y estructurales antes del fin de semana para empezar ya la semana que viene con la compra de bonos, tanto italianos como españoles. Las comisiones parlamentarias en Italia empezarán a trabajar también a partir de la semana que viene, renunciando finalmente a las vacaciones, otro gesto de que el país trabaja para garantizar su futuro.
Si la presión del BCE es soterrada, quien sí respaldó con nombre y apellido ese llamamiento fue el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios. Olli Rehn verbalizó sus demandas por la mañana al instar a Roma a tomar medidas urgentes, "aunque no haya ningún plan preparado para rescatar ni Italia ni España", subrayó.
"No se trata de un nuevo plan de ajuste; las instituciones europeas ya aprobaron la implantación del que presentamos a mediados de julio. Sin embargo, la situación recomienda apretar los tiempos", explicó horas después Giulio Tremonti, ministro de Economía, que presentó las medidas junto al jefe del Ejecutivo, aunque debilitado por un escándalo de corrupción que merma su credibilidad.
"Es muy bueno el adelanto de 12 meses, significa que por fin se asumen responsabilidades y no se descarga el peso de la crisis en el próximo Gobierno que saldrá elegido en 2013", comenta Franco Bruni, catedrático de Política monetaria internacional en la prestigiosa Universidad Bocconi. "Queda por ver cómo van a lograr el déficit cero un año antes. De momento no me parece que lo hayan detallado con rigor", abunda.
Las intervenciones anunciadas ayer son esencialmente actualizaciones de las ya contenidas en el paquete de julio. Por eso hay desconcierto sobre cómo el Ejecutivo va a lograr su objetivo de aplanar el Presupuesto un año antes.
"El Gabinete aprobará una reforma del mercado de trabajo", prometió Tremonti, repitiendo algo que lleva varios años en el aire sin concretarse. "Tenemos un importante borrador listo. Lo vamos a someter a los agentes sociales y luego al Senado", prometió. Dos reformas afectarán a la Constitución: una obliga a elaborar los Presupuestos con déficit cero. Otra, "la madre de todas las liberalizaciones", según la definió Tremonti, cambia el artículo 41 para liberalizar ciertas actividades profesionales excesivamente reguladas. El Gobierno ya lo intentó en el duro ajuste fiscal aprobado hace menos de un mes, pero finalmente renunció ante las presiones de los profesionales.
"Italia necesita una buena liberalización como agua de mayo", dice Carlo Secchi, catedrático de Economía pública y exrector de la Universidad Bocconi de Milán. "Nuestra economía está escayolada, demasiado corporativa, con todos los gremios y pequeños grupos de interés que obstaculizan el normal comportamiento del mercado", añadió, asegurando que no se puede esperar más para convencer a las Bolsas, pues la deuda italiana alcanza el 120% del PIB.
Como gesto a la galería, los diputados y senadores no se irán de vacaciones. Aunque no será eso lo único que les afectará, ya que el Ejecutivo planea también recortar los salarios de los cargos electos y las subvenciones a los partidos. "El recorte de los gastos de la política, es decir la burocracia, los coches oficiales y otros excesos por el estilo, no es algo que pueda anular la deuda, pero no se trata solo de una medida aleatoria. Es un bálsamo psicológico que intenta lanzar a los mercados y a los ciudadanos una señal de determinación a salir de la crisis", considera Secchi.
Entre medidas psicológicas y reales, Berlusconi y su ministro intentan tranquilizar a los mercados y sobre todo complacer el BCE. No es un detalle menor que Mario Draghi, actual gobernador del Banco de Italia, sea el próximo presidente del BCE. En los últimos 10 días se reunió dos veces con Giorgio Napolitano, presidente de la República.
Antes que el BCE, empresas y sindicatos habían solicitado al Gobierno el jueves dejarse de escusas y actuar rápido. "Cuando la casa se está quemando, el factor decisivo es el tiempo", señala Fabrizio Fourquet de Il Sole 24 ore.
Los movimientos apresurados de los diferentes líderes europeos reflejaban a las claras que la situación es más que grave. Además de anunciar la intensificación de los recortes, Berlusconi adelantó una "inminente" reunión que celebrará el G-7 -el grupo de los siete países más industrializados, entre los que figura Italia- para tratar de parar la especulación. La decisión se adoptó tras una conversación telefónica que mantuvo ayer Berlusconi con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, según explicó el dirigente italiano. A última hora de la tarde tambiéntenía previsto hablar con el presidente estadounidense, Barack Obama. La implicación de Obama evidencia que la crisis de deuda desborda las fronteras y amenaza la recuperación mundial. La canciller alemana, Angela Merkel, también telefoneó ayer a Berlusconi, Sarkozy el el primer ministro británico, David Cameron.
En el otro foco de tensión, España, también se sucedieron las conversaciones. Además de hablar con Berlusconi, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, llamó al presidente francés, Nicolas Sarkozy. Con el mandatario francés, Zapatero coincidió en la necesidad de aplicar "lo antes posible" el reforzado fondo europeo de rescate, según un comunicado divulgado por La Moncloa. Respecto a la conversación con Berlusconi, el Gobierno destacó que ambos mandatarios creen "poco comprensibles las fuertes fluctuaciones y los movimientos especulativos de los mercados de deuda soberana".