EE UU permite a sus ONG operar en la zona controlada por la milicia somalí de Al Shabab
El presidente Obama prohibió en abril de 2010 destinar fondos a la zona que pudieran acabar en manos del grupo que la CIA vincula con Al Qaeda.- Esta medida cortó el flujo de ayuda al sur de Somalia, castigado por la sequía y el hambre
Madrid, El País
Más vale mandar ayuda, aunque se pierda parte en el camino. Esta es la conclusión a la que ha llegado Estados Unidos con la vista puesta en Somalia. El Departamento de Estado ha comunicado a las organizaciones humanitarias que quieran operar en el sur del país que podrán hacerlo sin sufrir sanciones pese al riesgo de que una porción del pastel caiga en manos de la milicia islamista de Al Shabab, que la CIA vincula a Al Qaeda. "Es tal la crisis, que creemos que merece la pena correr el riesgo de alguna desviación [de la ayuda]", informó ayer un alto cargo estadounidense del departamento que dirige Hillary Clinton. Los lazos de Al Shabab con el terrorismo internacional y su campaña de extorsión a las ONG llevó al presidente Barack Obama a prohibir el 13 de abril de 2010 cualquier envío a Somalia que pudiera beneficiar a los integristas. El drama humanitario ha llevado a Washington a levantar el pie del freno.
La orden ejecutiva firmada por el presidente estadounidense hace algo más de un año minaba más si cabe la exigua llegada de ayuda humanitaria desde EE UU o con sello norteamericano. Cuatro meses antes, la milicia islamista había anunciado un veto a las ONG occidentales que quisieran trabajar en la región centro-sur del país bajo su control. Desde entonces, la sequía ha obligado a la ONU a declarar en estado de hambruna las provincias de Bakool y Baja Shabelle, dos distritos de Media Shabelle, el corredor de Afgoye y el área de desplazados de Mogadiscio. La comunindad internacional ha lanzado además un puente aéreo para contener la emergencia en Mogadiscio, adonde llegan a diario más de un millar de desplazados somalíes -otro millar entra cada 24 horas en los campos de Kenia.
"Honestamente creo que existe un riesgo", explicó el mismo funcionario estadounidense a un grupo de periodistas convocados por el Departamento de Estado en una rueda de prensa transcrita ahora en su web. "Pero la dimensión del hambre es tal que tenemos que poner en primer lugar las necesidades de la gente". Un informe de un grupo de monitoreo de la ONU, difundido por Reuters la semana pasada, denuncia el asesinato a manos de Al Shabab de cooperantes humanitarios -desde 2008, 14 empleados del Programa Mundial de Alimentos fueron asesinados-, la quema de comida y material médico, y la extorsión a ONG y agencias internacionales. El reporte cifra en más de 70 millones de euros el presupuesto anual que manejan los integristas.
Sin presencia en el sur
En lenguaje político, el gabinete de Clinton "publica una nueva guía que da [a las ONG] más flexibilidad para proveer de ayuda a una zona necesitada más amplia". En roman paladín, Washington se compromete a no perseguir judicialmente a las organizaciones que auxilien a los somalíes en territorio de Al Shabab. Aunque se vean obligados a pagar el "peaje" que imponen los islamistas. El gesto de EE UU tendrá que venir acompañado de confianza por parte de las organizaciones humanitarias. Solo organizaciones como Cruz Roja Internacional, Médicos sin Fronteras y Acción contra el Hambre, ninguna con pasaporte estadounidense, operan en el sur de Somalia.
El Departamento de Estado ha informado además de que este grupo no es "monolítico" y que algunos de sus líderes no ven con malos ojos la recepción de ayuda llegada de occidente. "Hemos pedido a Al Shabab en un par de sitios que se retiren y permitan el acceso sin restricciones a la ayuda, y creo que están dispuestos", comunicó un cargo de la Administración de Obama. El veto de la milicia a los cooperantes extranjeros fue actualizado el pasado 22 de julio. EE UU mantiene, no obstante, su pulso contra el grupo integrista. La pasada semana, el Departamento del Tesoro añadió a su lista de terroristas -con los que sus ciudadanos, por tanto, no pueden mantener relaciones económicas- a dos integrantes más de Al Shabab: el estadounidense Omar Hammami y el keniano Hassan Mahat Omar.
Madrid, El País
Más vale mandar ayuda, aunque se pierda parte en el camino. Esta es la conclusión a la que ha llegado Estados Unidos con la vista puesta en Somalia. El Departamento de Estado ha comunicado a las organizaciones humanitarias que quieran operar en el sur del país que podrán hacerlo sin sufrir sanciones pese al riesgo de que una porción del pastel caiga en manos de la milicia islamista de Al Shabab, que la CIA vincula a Al Qaeda. "Es tal la crisis, que creemos que merece la pena correr el riesgo de alguna desviación [de la ayuda]", informó ayer un alto cargo estadounidense del departamento que dirige Hillary Clinton. Los lazos de Al Shabab con el terrorismo internacional y su campaña de extorsión a las ONG llevó al presidente Barack Obama a prohibir el 13 de abril de 2010 cualquier envío a Somalia que pudiera beneficiar a los integristas. El drama humanitario ha llevado a Washington a levantar el pie del freno.
La orden ejecutiva firmada por el presidente estadounidense hace algo más de un año minaba más si cabe la exigua llegada de ayuda humanitaria desde EE UU o con sello norteamericano. Cuatro meses antes, la milicia islamista había anunciado un veto a las ONG occidentales que quisieran trabajar en la región centro-sur del país bajo su control. Desde entonces, la sequía ha obligado a la ONU a declarar en estado de hambruna las provincias de Bakool y Baja Shabelle, dos distritos de Media Shabelle, el corredor de Afgoye y el área de desplazados de Mogadiscio. La comunindad internacional ha lanzado además un puente aéreo para contener la emergencia en Mogadiscio, adonde llegan a diario más de un millar de desplazados somalíes -otro millar entra cada 24 horas en los campos de Kenia.
"Honestamente creo que existe un riesgo", explicó el mismo funcionario estadounidense a un grupo de periodistas convocados por el Departamento de Estado en una rueda de prensa transcrita ahora en su web. "Pero la dimensión del hambre es tal que tenemos que poner en primer lugar las necesidades de la gente". Un informe de un grupo de monitoreo de la ONU, difundido por Reuters la semana pasada, denuncia el asesinato a manos de Al Shabab de cooperantes humanitarios -desde 2008, 14 empleados del Programa Mundial de Alimentos fueron asesinados-, la quema de comida y material médico, y la extorsión a ONG y agencias internacionales. El reporte cifra en más de 70 millones de euros el presupuesto anual que manejan los integristas.
Sin presencia en el sur
En lenguaje político, el gabinete de Clinton "publica una nueva guía que da [a las ONG] más flexibilidad para proveer de ayuda a una zona necesitada más amplia". En roman paladín, Washington se compromete a no perseguir judicialmente a las organizaciones que auxilien a los somalíes en territorio de Al Shabab. Aunque se vean obligados a pagar el "peaje" que imponen los islamistas. El gesto de EE UU tendrá que venir acompañado de confianza por parte de las organizaciones humanitarias. Solo organizaciones como Cruz Roja Internacional, Médicos sin Fronteras y Acción contra el Hambre, ninguna con pasaporte estadounidense, operan en el sur de Somalia.
El Departamento de Estado ha informado además de que este grupo no es "monolítico" y que algunos de sus líderes no ven con malos ojos la recepción de ayuda llegada de occidente. "Hemos pedido a Al Shabab en un par de sitios que se retiren y permitan el acceso sin restricciones a la ayuda, y creo que están dispuestos", comunicó un cargo de la Administración de Obama. El veto de la milicia a los cooperantes extranjeros fue actualizado el pasado 22 de julio. EE UU mantiene, no obstante, su pulso contra el grupo integrista. La pasada semana, el Departamento del Tesoro añadió a su lista de terroristas -con los que sus ciudadanos, por tanto, no pueden mantener relaciones económicas- a dos integrantes más de Al Shabab: el estadounidense Omar Hammami y el keniano Hassan Mahat Omar.