La junta militar egipcia cede ante las protestas y expulsa a 669 policías
Detenido el ex primer ministro Atef Obeid por venta irregular de terrenos
El Cairo, El País
El Ejército y el Gobierno interino han satisfecho las demandas de los egipcios. Hace una semana que la plaza de Tahrir de El Cairo vuelve a ser morada permanente para cientos de ciudadanos. El pueblo protesta por la lentitud del proceso de transición pero, sobre todo, por el doble rasero que el Consejo Militar, que gobierna el país desde la caída de Mubarak en febrero, aplica a la hora de castigar a los manifestantes detenidos (civiles juzgados en juicios militares), por un lado, y a los responsables de la represión que dejó durante la revolución 846 muertos, por otro. El primer ministro, Essam Sharaf, se ha dirigido a la nación dos veces en una semana, intentando aplacar los ánimos; también lo han hecho los militares. Y esos discursos, recibidos con tibieza por los egipcios, se han traducido en la promesa de que el Gobierno sería remodelado para purgar los restos del régimen del depuesto Mubarak, que ha empezado con la dimisión del vicepresidente Yehia El Gamal; el anuncio del ministro de Interior de que despedirá a 669 oficiales para depurar la policía; y, por último, la postergación de los comicios parlamentarios hasta octubre o noviembre.
[Además, Atef Obeid, que fue primer ministro entre 1999 y 2004, fue detenido ayer por las autoridades egipcias por la presunta venta irregular, a un precio sensiblemente inferior al del mercado, de terrenos en Luxor (sur del país), informa Reuters. Obeid, al que ya se prohibió viajar fuera de Egipto el pasado 23 de febrero, ha negado las acusaciones que se le imputan, pero aun así permanecerá en detención preventiva durante 15 días. Junto a él fue arrestado asimismo el ex viceprimer ministro Yusef Wali].
Las elecciones estaban previstas en principio para finales de septiembre próximo, pero nada auguraba en las calles que el Consejo Militar estuviera llevando a cabo ningún trámite para organizar las elecciones. La ley electoral no ha sido promulgada (aún se está trabajando en el borrador), ni se ha establecido un sistema de elección. Además, a dos semanas del inicio del Ramadán, el mes sagrado musulmán en el que toda actividad se ve reducida a la mínima expresión, parecía difícil que los comicios pudieran celebrarse en óptimas condiciones sin haberse iniciado los preparativos. En junio, incluso el primer ministro Sharaf había asegurado que "el aplazamiento de las elecciones daría la oportunidad de desarrollarse a un mayor número de partidos políticos". Entonces insinuó que podría ser buena idea redactar una Constitución antes de los comicios. Otra de las demandas de gran parte de los egipcios, de la que la junta militar no quiere ni oír hablar.
La decisión de deshacerse de los 669 oficiales de policía (587 generales y 82 coroneles) tiene más aristas. Es habitual que en esta época del año muchos de los veteranos pasen a la reserva, y, además, los ciudadanos consideran insuficiente que se les despida sin someterles a juicio. El brazo ejecutor de la represión se encarna en estos hombres vestidos de azul que abofetean a los detenidos y les torturan en las comisarías sistemáticamente, pero que fueron también los que hicieron diana en la cabeza y el pecho de manifestantes desarmados durante la revolución. Y a los que, sin embargo, Mubarak asegura no haber ordenado disparar, según reveló ayer el diario independiente Al Dostour, basándose en las transcripciones de su interrogatorio. El rais afirmaba que si hubiera ordenado que se detuviera la violencia nadie lo habría escuchado.
El Cairo, El País
El Ejército y el Gobierno interino han satisfecho las demandas de los egipcios. Hace una semana que la plaza de Tahrir de El Cairo vuelve a ser morada permanente para cientos de ciudadanos. El pueblo protesta por la lentitud del proceso de transición pero, sobre todo, por el doble rasero que el Consejo Militar, que gobierna el país desde la caída de Mubarak en febrero, aplica a la hora de castigar a los manifestantes detenidos (civiles juzgados en juicios militares), por un lado, y a los responsables de la represión que dejó durante la revolución 846 muertos, por otro. El primer ministro, Essam Sharaf, se ha dirigido a la nación dos veces en una semana, intentando aplacar los ánimos; también lo han hecho los militares. Y esos discursos, recibidos con tibieza por los egipcios, se han traducido en la promesa de que el Gobierno sería remodelado para purgar los restos del régimen del depuesto Mubarak, que ha empezado con la dimisión del vicepresidente Yehia El Gamal; el anuncio del ministro de Interior de que despedirá a 669 oficiales para depurar la policía; y, por último, la postergación de los comicios parlamentarios hasta octubre o noviembre.
[Además, Atef Obeid, que fue primer ministro entre 1999 y 2004, fue detenido ayer por las autoridades egipcias por la presunta venta irregular, a un precio sensiblemente inferior al del mercado, de terrenos en Luxor (sur del país), informa Reuters. Obeid, al que ya se prohibió viajar fuera de Egipto el pasado 23 de febrero, ha negado las acusaciones que se le imputan, pero aun así permanecerá en detención preventiva durante 15 días. Junto a él fue arrestado asimismo el ex viceprimer ministro Yusef Wali].
Las elecciones estaban previstas en principio para finales de septiembre próximo, pero nada auguraba en las calles que el Consejo Militar estuviera llevando a cabo ningún trámite para organizar las elecciones. La ley electoral no ha sido promulgada (aún se está trabajando en el borrador), ni se ha establecido un sistema de elección. Además, a dos semanas del inicio del Ramadán, el mes sagrado musulmán en el que toda actividad se ve reducida a la mínima expresión, parecía difícil que los comicios pudieran celebrarse en óptimas condiciones sin haberse iniciado los preparativos. En junio, incluso el primer ministro Sharaf había asegurado que "el aplazamiento de las elecciones daría la oportunidad de desarrollarse a un mayor número de partidos políticos". Entonces insinuó que podría ser buena idea redactar una Constitución antes de los comicios. Otra de las demandas de gran parte de los egipcios, de la que la junta militar no quiere ni oír hablar.
La decisión de deshacerse de los 669 oficiales de policía (587 generales y 82 coroneles) tiene más aristas. Es habitual que en esta época del año muchos de los veteranos pasen a la reserva, y, además, los ciudadanos consideran insuficiente que se les despida sin someterles a juicio. El brazo ejecutor de la represión se encarna en estos hombres vestidos de azul que abofetean a los detenidos y les torturan en las comisarías sistemáticamente, pero que fueron también los que hicieron diana en la cabeza y el pecho de manifestantes desarmados durante la revolución. Y a los que, sin embargo, Mubarak asegura no haber ordenado disparar, según reveló ayer el diario independiente Al Dostour, basándose en las transcripciones de su interrogatorio. El rais afirmaba que si hubiera ordenado que se detuviera la violencia nadie lo habría escuchado.