Se retira Robert Gates, un pragmático que supervisó dos guerras de EEUU
Washington, Agencias
El secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, quien supervisó las guerras de Irak y Afganistán, se retira este jueves tras cuatro años y medio en el cargo que le valieron elogios de todo el espectro político.
El secretario, de 67 años, escaló en filas de la CIA durante la Guerra Fría hasta convertirse en director del organismo de inteligencia antes de hacerse cargo del departamento de Defensa en el momento álgido del conflicto en Irak.
Gates inició su gestión de cuatro años y medio en el Pentágono ayudando a manejar el aumento de tropas en Irak al que se atribuye una reducción de la espiral de violencia, un resultado que él considera su principal logro.
"Pienso que hubiera sido muy malo para nuestro Ejército y para nuestros militares dejar (Irak) con el rabo entre las piernas y en medio del caos", declaró a la cadena CBS News el sobrio funcionario oriundo de Kansas, conocido por su pragmatismo y su hablar llano.
El ex presidente George W. Bush designó a Gates en 2006 como jefe del Pentágono para suceder al combativo Donald Rumsfeld, quien se convirtió en objeto de las mayores críticas por la controvertida guerra de Irak y el trato a los detenidos.
Tras las secuelas de la era Rumsfeld, Gates redujo las tensiones y mejoró las relaciones con los mandamases militares, el Congreso y los aliados externos de Estados Unidos.
Pero después de cuatro años de ser lo que él llamó "secretario de Guerra", el peso de las responsabilidades asumidas comenzó a hacer mella. Su voz llegó a quebrarse a menudo cuando se dirigía a los jóvenes soldados sobre el terreno.
Cuando el presidente Barack Obama le pidió que se quedara al mando del Pentágono en 2009, se convirtió en el primer secretario de Defensa a quien un nuevo presidente le solicita que permanezca en su puesto, prueba de su popular reputación en el Congreso, donde raras veces se le criticó.
La confianza bipartidista de la que Gates goza ahora está lejos de la experiencia que vivió a finales de los 80 e inicios de los 90, cuando se enfrentó a una investigación legal y hostiles audiencias en el Senado sobre su papel en el escándalo Irán-Contras.
Además de tomar las riendas del Pentágono en 2006, Gates heredó la poco popular guerra de Irak, que parecía estar al borde de la catástrofe. Gates apoyó la idea del general David Petraeus de incrementar las fuerzas estadounidenses, evitando que se cayera en una guerra sectaria. Aunque otros factores contribuyeron al mejoramiento de la seguridad, incluyendo la decisión de líderes tribales suníes de darle la espalda a Al Qaeda, Gates calificó la guerra de Irak como un éxito.
Sin embargo, los resultados en Afganistán son aún inciertos. Gates, quien alguna vez, mientras estaba en la CIA, armó a las fuerzas mujaidines para que combatieran a los rusos en los años 80, estuvo a cargo de las fuerzas estadounidenses desplegadas en una guerra que superó la duración de la ocupación soviética.
Gates influyó en la decisión de Obama de enviar 33.000 efectivos suplementarias a Afganistán, así como en la decisión -anunciada la semana pasada- de iniciar la retirada de los refuerzos.
Escéptico sobre el uso ideológico de las acciones militares, Gates expresó con frecuencia su recelo sobre el hecho de recurrir a la fuerza cuando los intereses vitales de Estados Unidos no estaban claramente amenazados.
Advirtió sobre los riesgos de la intervención en Irak y se opuso a los ataques aéreos en Libia.
Pese a su suave manera de hablar, Gates hizo que los líderes militares se responsabilizaran por sus actos y no dudó en despedirlos cuando no cumplieron sus deberes. En una ocasión, despidió al secretario y al jefe de personal de las Fuerzas Aéreas el mismo día -un acto sin precedentes- tras una serie de errores en el sector nuclear.
Gates pasa las riendas a Leon Panetta, quien dirige actualmente la CIA.
El secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, quien supervisó las guerras de Irak y Afganistán, se retira este jueves tras cuatro años y medio en el cargo que le valieron elogios de todo el espectro político.
El secretario, de 67 años, escaló en filas de la CIA durante la Guerra Fría hasta convertirse en director del organismo de inteligencia antes de hacerse cargo del departamento de Defensa en el momento álgido del conflicto en Irak.
Gates inició su gestión de cuatro años y medio en el Pentágono ayudando a manejar el aumento de tropas en Irak al que se atribuye una reducción de la espiral de violencia, un resultado que él considera su principal logro.
"Pienso que hubiera sido muy malo para nuestro Ejército y para nuestros militares dejar (Irak) con el rabo entre las piernas y en medio del caos", declaró a la cadena CBS News el sobrio funcionario oriundo de Kansas, conocido por su pragmatismo y su hablar llano.
El ex presidente George W. Bush designó a Gates en 2006 como jefe del Pentágono para suceder al combativo Donald Rumsfeld, quien se convirtió en objeto de las mayores críticas por la controvertida guerra de Irak y el trato a los detenidos.
Tras las secuelas de la era Rumsfeld, Gates redujo las tensiones y mejoró las relaciones con los mandamases militares, el Congreso y los aliados externos de Estados Unidos.
Pero después de cuatro años de ser lo que él llamó "secretario de Guerra", el peso de las responsabilidades asumidas comenzó a hacer mella. Su voz llegó a quebrarse a menudo cuando se dirigía a los jóvenes soldados sobre el terreno.
Cuando el presidente Barack Obama le pidió que se quedara al mando del Pentágono en 2009, se convirtió en el primer secretario de Defensa a quien un nuevo presidente le solicita que permanezca en su puesto, prueba de su popular reputación en el Congreso, donde raras veces se le criticó.
La confianza bipartidista de la que Gates goza ahora está lejos de la experiencia que vivió a finales de los 80 e inicios de los 90, cuando se enfrentó a una investigación legal y hostiles audiencias en el Senado sobre su papel en el escándalo Irán-Contras.
Además de tomar las riendas del Pentágono en 2006, Gates heredó la poco popular guerra de Irak, que parecía estar al borde de la catástrofe. Gates apoyó la idea del general David Petraeus de incrementar las fuerzas estadounidenses, evitando que se cayera en una guerra sectaria. Aunque otros factores contribuyeron al mejoramiento de la seguridad, incluyendo la decisión de líderes tribales suníes de darle la espalda a Al Qaeda, Gates calificó la guerra de Irak como un éxito.
Sin embargo, los resultados en Afganistán son aún inciertos. Gates, quien alguna vez, mientras estaba en la CIA, armó a las fuerzas mujaidines para que combatieran a los rusos en los años 80, estuvo a cargo de las fuerzas estadounidenses desplegadas en una guerra que superó la duración de la ocupación soviética.
Gates influyó en la decisión de Obama de enviar 33.000 efectivos suplementarias a Afganistán, así como en la decisión -anunciada la semana pasada- de iniciar la retirada de los refuerzos.
Escéptico sobre el uso ideológico de las acciones militares, Gates expresó con frecuencia su recelo sobre el hecho de recurrir a la fuerza cuando los intereses vitales de Estados Unidos no estaban claramente amenazados.
Advirtió sobre los riesgos de la intervención en Irak y se opuso a los ataques aéreos en Libia.
Pese a su suave manera de hablar, Gates hizo que los líderes militares se responsabilizaran por sus actos y no dudó en despedirlos cuando no cumplieron sus deberes. En una ocasión, despidió al secretario y al jefe de personal de las Fuerzas Aéreas el mismo día -un acto sin precedentes- tras una serie de errores en el sector nuclear.
Gates pasa las riendas a Leon Panetta, quien dirige actualmente la CIA.