Portugal vota el domingo sin ilusión y con la austeridad por horizonte
Lisboa, Agencias
Dos meses después de la dimisión del gobierno de Sócrates, los portugueses votan el domingo sin ilusión para decidir si los socialistas que dejan el poder, o los liberales centristas, se encargarán de aplicar el plan de ayuda internacional supuestamente para salir de la crisis.
A dos días de las elecciones, una cuarta parte de los electores se declaran indecisos, divididos entre el rechazo a un primer ministro muy impopular y el miedo a un centro-derecha que prometió "ir más lejos" que la 'troïka' (UE, FMI, BCE) en materia de privatizaciones y de reformas del mercado del trabajo y de los servicios públicos.
Al cabo de casi dos semanas de campaña, el Partido Socialdemócrata (PSD, centroderecha) de Pedro Passos Coelho parece sin embargo el favorito, con una media de 35,8% de intenciones de voto, contra 32,2% para el Partido Socialista de José Sócrates, según los últimos sondeos.
El CDS-PP, partido de derecha minoritaria, que también aportó su apoyo a los "objetivos" del plan de ayuda, seguiría siendo la tercera fuerza política del país, permitiendo así una mayoría parlamentaria al conjunto de la derecha.
En los últimos días, Passos Coelho, de 46 años, dramatizó lo que está en juego en estos comicios: afirmó que en caso de victoria socialista, Portugal podría hallarse "en seis meses" en la "trágica" situación de Grecia.
"Este Gobierno ya fracasó" dijo, y acusó a Sócrates de haber "mentido a los portugueses sobre el estado real del país", conduciéndolo a la "bancarrota".
A diferencia de Irlanda o Grecia, en Portugal todos los partidos -salvo la izquierda antiliberal, que puede sufrir un revés electoral- se comprometieron a respetar estrictamente las condiciones del plan de rescate internacional, negociado a principios de mayo a cambio de un préstamo de 78.000 millones de euros en tres años.
El acuerdo, suscrito con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE) le ha permitido a Portugal recibir 12.600 millones de euros para devolver unos 7.000 millones de deuda e intereses que vencían a mediados de junio.
A cambio, el futuro gobierno, que podría entrar en funciones a fines de junio o principios de julio, tendrá que reducir el déficit público de 9,1% del PIB el año pasado a 5,9% este año, y rebajarlo a 3% en 2013.
Para 2011, las medidas de rigor fundamentales (baja de salarios, alza de impuestos, supresión de ayudas sociales) ya fueron aplicadas por el gobierno socialista, pero otras están previstas para 2012 y 2013, especialmente sobre las jubilaciones e indemnizaciones de desempleo.
Durante toda la campaña José Sócrates no dejó de recordar que había "luchado con todas sus fuerzas" para evitar esta intervención exterior que, según él, habría podido ser evitada si la oposición de centro-derecha no hubiera rechazado a fines de marzo su nuevo plan de austeridad, lo que generó su dimisión.
"Provocaron esta crisis política para hacer venir al FMI y aplicar más fácilmente un programa ultraliberal", reiteró, acusando al centro-derecha de querer "privatizar" la salud y la educación, y pretender "destruir el Estado social".
Maria Cecilia da Silva, una jubilada portuguesa de 76 años, "no sabe a quien creer".
"Además, no comprendo por qué (los partidos políticos) hablan tan mal unos de otros, cuando ambos firmaron lo mismo" para recibir la ayuda internacional y aceptar sus condiciones, añade perpleja.
Dos meses después de la dimisión del gobierno de Sócrates, los portugueses votan el domingo sin ilusión para decidir si los socialistas que dejan el poder, o los liberales centristas, se encargarán de aplicar el plan de ayuda internacional supuestamente para salir de la crisis.
A dos días de las elecciones, una cuarta parte de los electores se declaran indecisos, divididos entre el rechazo a un primer ministro muy impopular y el miedo a un centro-derecha que prometió "ir más lejos" que la 'troïka' (UE, FMI, BCE) en materia de privatizaciones y de reformas del mercado del trabajo y de los servicios públicos.
Al cabo de casi dos semanas de campaña, el Partido Socialdemócrata (PSD, centroderecha) de Pedro Passos Coelho parece sin embargo el favorito, con una media de 35,8% de intenciones de voto, contra 32,2% para el Partido Socialista de José Sócrates, según los últimos sondeos.
El CDS-PP, partido de derecha minoritaria, que también aportó su apoyo a los "objetivos" del plan de ayuda, seguiría siendo la tercera fuerza política del país, permitiendo así una mayoría parlamentaria al conjunto de la derecha.
En los últimos días, Passos Coelho, de 46 años, dramatizó lo que está en juego en estos comicios: afirmó que en caso de victoria socialista, Portugal podría hallarse "en seis meses" en la "trágica" situación de Grecia.
"Este Gobierno ya fracasó" dijo, y acusó a Sócrates de haber "mentido a los portugueses sobre el estado real del país", conduciéndolo a la "bancarrota".
A diferencia de Irlanda o Grecia, en Portugal todos los partidos -salvo la izquierda antiliberal, que puede sufrir un revés electoral- se comprometieron a respetar estrictamente las condiciones del plan de rescate internacional, negociado a principios de mayo a cambio de un préstamo de 78.000 millones de euros en tres años.
El acuerdo, suscrito con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE) le ha permitido a Portugal recibir 12.600 millones de euros para devolver unos 7.000 millones de deuda e intereses que vencían a mediados de junio.
A cambio, el futuro gobierno, que podría entrar en funciones a fines de junio o principios de julio, tendrá que reducir el déficit público de 9,1% del PIB el año pasado a 5,9% este año, y rebajarlo a 3% en 2013.
Para 2011, las medidas de rigor fundamentales (baja de salarios, alza de impuestos, supresión de ayudas sociales) ya fueron aplicadas por el gobierno socialista, pero otras están previstas para 2012 y 2013, especialmente sobre las jubilaciones e indemnizaciones de desempleo.
Durante toda la campaña José Sócrates no dejó de recordar que había "luchado con todas sus fuerzas" para evitar esta intervención exterior que, según él, habría podido ser evitada si la oposición de centro-derecha no hubiera rechazado a fines de marzo su nuevo plan de austeridad, lo que generó su dimisión.
"Provocaron esta crisis política para hacer venir al FMI y aplicar más fácilmente un programa ultraliberal", reiteró, acusando al centro-derecha de querer "privatizar" la salud y la educación, y pretender "destruir el Estado social".
Maria Cecilia da Silva, una jubilada portuguesa de 76 años, "no sabe a quien creer".
"Además, no comprendo por qué (los partidos políticos) hablan tan mal unos de otros, cuando ambos firmaron lo mismo" para recibir la ayuda internacional y aceptar sus condiciones, añade perpleja.