Papandreu supera la moción de confianza en el Parlamento griego
El primer ministro heleno consigue el apoyo mayoritario de su grupo mientras decenas de miles de personas se concentran en la plaza Sintagma contra los ajustes
Atenas, El País
Yorgos Papandreu, primer ministro griego, puede respirar tranquilo hasta la votación del nuevo plan de ajuste, la próxima semana. A medianoche, la mayoría absoluta del Parlamento griego (155 diputados de 300) le dio el voto de confianza que necesitaba no solo para sacar adelante su cuestionado programa de Gobierno, sino sobre todo para avanzar en la senda de las reformas que demandan la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Poco antes de la votación, nominal y en voz alta, de los parlamentarios, el líder del Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok) se dirigió a la Cámara para solicitar formalmente la aprobación de su Gobierno y del nuevo programa de austeridad para el periodo 2012-2015.
"Hay luz al final del túnel", manifestó Papandreu; "Nuestra soberanía económica la recuperaremos solo nosotros. (...) Solo los griegos tenemos el derecho, la responsabilidad y la capacidad de cambiar nuestro país", dijo, no sin recordar que Grecia se halla en pleno "combate para la salvación de sí misma" y que el voto de confianza supone, para él y para su Gobierno, "un contrato con el pueblo". A su lado, Evánguelos Venizelos, nuevo ministro de Finanzas y antiguo rival de Papandreu en las primarias de 2007, tutelaba ese fugaz momento de gloria o de alivio. Ahora al jefe del Ejecutivo gana tiempo en una carrera contrarreloj contra la insolvencia: si el quinto tramo de la ayuda del rescate aprobado en mayo de 2010 no se materializa, el Estado griego se quedará sin reservas el 18 de julio.
Como estaba previsto, los cinco partidos de la oposición y los 14 parlamentarios independientes votaron en contra (143 noes), y hubo dos abstenciones. El discurso de Teodoros Pángalos, vicepresidente del Gobierno, sobre los logros del Pasok desde la época de Andreas Papandreu -padre del actual primer ministro- provocó un conato de insurrección poco antes de la votación. Nueva Democracia (ND), principal partido de la oposición, abandonó en bloque para volver al hemiciclo 15 minutos después. Nada, por lo demás, extraño en Grecia, donde la cotidianidad de la política impone modos mucho más distendidos que en otras latitudes.
En el exterior del Parlamento, decenas de miles de personas, convocadas por el movimiento de los indignados y por las centrales sindicales, demostraban su "no confianza" -así habían bautizado a su movilización- a Papandreu y a sus planes "euroliberales". Los manifestantes, alrededor de 20.000 según los principales medios de comunicación griegos, no consiguieron rodear el edificio del Parlamento, como tenían previsto, por el despliegue policial, que creó auténticas "zonas muertas", libres de tráfico de vehículos y peatones, para garantizar el acceso de los diputados a la Cámara.
Tras el trámite parlamentario, que en los círculos políticos griegos se interpreta como una señal en la buena dirección hacia Europa, Papandreu abordará hoy en Consejo de Ministros la formulación final y la aplicación de la ley de la Estrategia Fiscal a Medio Plazo (2012-2015). Con este nombre se denomina al programa que apretará aún más el cinturón a los griegos. El plan debe ser aprobado antes del 29 de junio como condición sine qua non para la materialización del quinto tramo del rescate. El programa pretende ahorrar 28.000 millones y obtener otros 50.000 de las privatizaciones de empresas y bienes públicos.
Los funcionarios, cuya masa puede sufrir un drástico recorte -está previsto que pierdan su empleo 150.000 de los 700.000 existentes-, se concentraron también ayer en Sintagma contra la privatización de las empresas estatales.
Para calentar motores, por la mañana tomó la delantera un millar de trabajadores de dos empresas del sector público, la de armamento y la de explosivos (semiestatal). Por si faltaba poca animación en las calles de Atenas, ayer mismo comenzó su tarea la delegación de inspectores de la troika (UE, BCE y FMI), que desde hace un año supervisa las cuentas griegas y la aplicación de las medidas de ajuste. La Confederación de Trabajadores (GSEE, en sus siglas en griego), principal sindicato del país, movilizó a buena parte de sus afiliados ante la sede de la Comisión Europea de Atenas, epítome de la infamia para todos los griegos contrarios a la supervisión financiera extranjera.
Atenas, El País
Yorgos Papandreu, primer ministro griego, puede respirar tranquilo hasta la votación del nuevo plan de ajuste, la próxima semana. A medianoche, la mayoría absoluta del Parlamento griego (155 diputados de 300) le dio el voto de confianza que necesitaba no solo para sacar adelante su cuestionado programa de Gobierno, sino sobre todo para avanzar en la senda de las reformas que demandan la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Poco antes de la votación, nominal y en voz alta, de los parlamentarios, el líder del Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok) se dirigió a la Cámara para solicitar formalmente la aprobación de su Gobierno y del nuevo programa de austeridad para el periodo 2012-2015.
"Hay luz al final del túnel", manifestó Papandreu; "Nuestra soberanía económica la recuperaremos solo nosotros. (...) Solo los griegos tenemos el derecho, la responsabilidad y la capacidad de cambiar nuestro país", dijo, no sin recordar que Grecia se halla en pleno "combate para la salvación de sí misma" y que el voto de confianza supone, para él y para su Gobierno, "un contrato con el pueblo". A su lado, Evánguelos Venizelos, nuevo ministro de Finanzas y antiguo rival de Papandreu en las primarias de 2007, tutelaba ese fugaz momento de gloria o de alivio. Ahora al jefe del Ejecutivo gana tiempo en una carrera contrarreloj contra la insolvencia: si el quinto tramo de la ayuda del rescate aprobado en mayo de 2010 no se materializa, el Estado griego se quedará sin reservas el 18 de julio.
Como estaba previsto, los cinco partidos de la oposición y los 14 parlamentarios independientes votaron en contra (143 noes), y hubo dos abstenciones. El discurso de Teodoros Pángalos, vicepresidente del Gobierno, sobre los logros del Pasok desde la época de Andreas Papandreu -padre del actual primer ministro- provocó un conato de insurrección poco antes de la votación. Nueva Democracia (ND), principal partido de la oposición, abandonó en bloque para volver al hemiciclo 15 minutos después. Nada, por lo demás, extraño en Grecia, donde la cotidianidad de la política impone modos mucho más distendidos que en otras latitudes.
En el exterior del Parlamento, decenas de miles de personas, convocadas por el movimiento de los indignados y por las centrales sindicales, demostraban su "no confianza" -así habían bautizado a su movilización- a Papandreu y a sus planes "euroliberales". Los manifestantes, alrededor de 20.000 según los principales medios de comunicación griegos, no consiguieron rodear el edificio del Parlamento, como tenían previsto, por el despliegue policial, que creó auténticas "zonas muertas", libres de tráfico de vehículos y peatones, para garantizar el acceso de los diputados a la Cámara.
Tras el trámite parlamentario, que en los círculos políticos griegos se interpreta como una señal en la buena dirección hacia Europa, Papandreu abordará hoy en Consejo de Ministros la formulación final y la aplicación de la ley de la Estrategia Fiscal a Medio Plazo (2012-2015). Con este nombre se denomina al programa que apretará aún más el cinturón a los griegos. El plan debe ser aprobado antes del 29 de junio como condición sine qua non para la materialización del quinto tramo del rescate. El programa pretende ahorrar 28.000 millones y obtener otros 50.000 de las privatizaciones de empresas y bienes públicos.
Los funcionarios, cuya masa puede sufrir un drástico recorte -está previsto que pierdan su empleo 150.000 de los 700.000 existentes-, se concentraron también ayer en Sintagma contra la privatización de las empresas estatales.
Para calentar motores, por la mañana tomó la delantera un millar de trabajadores de dos empresas del sector público, la de armamento y la de explosivos (semiestatal). Por si faltaba poca animación en las calles de Atenas, ayer mismo comenzó su tarea la delegación de inspectores de la troika (UE, BCE y FMI), que desde hace un año supervisa las cuentas griegas y la aplicación de las medidas de ajuste. La Confederación de Trabajadores (GSEE, en sus siglas en griego), principal sindicato del país, movilizó a buena parte de sus afiliados ante la sede de la Comisión Europea de Atenas, epítome de la infamia para todos los griegos contrarios a la supervisión financiera extranjera.