Grecia afronta su cuarta huelga general en pleno debate sobre los recortes
El Parlamento votará el miércoles el plan de austeridad exigido por Bruselas entre huelgas y deserciones en el partido del Gobierno.- Papandreu apela al patriotismo para lograr la aprobación
Atenas, El País
Esta medianoche ha empezado en Grecia la cuarta huelga general del año. Durante 48 horas, barcos, autobuses, tranvías, trenes, metro y aviones tienen previsto dejar de funcionar total o intermitentemente; cerrarán oficinas de la Administración, bancos, centros públicos y ambulatorios; los hospitales sólo atenderán las urgencias. También cerrarán las farmacias.
Nada difiere pues de anteriores convocatorias (la última, hace dos semanas); tampoco las multitudinarias concentraciones previstas en Atenas y otras ciudades del país, o los más que previsibles incidentes entre elementos residuales y la policía. La única diferencia es que las 48 horas de huelga convocadas por los dos sindicatos mayoritarios, Confederación General de los Trabajadores de Grecia (GSEE, sector privado) y Adedy (funcionarios), coinciden con la votación más decisiva que probablemente haya abordado el Parlamento griego desde el restablecimiento de la democracia, en 1974: la del plan de ajuste 2012-2015, cuya aprobación es una condición ineludible para el desbloqueo del quinto tramo del rescate acordado por la UE y el FMI en mayo de 2010. Sin los 12.000 millones de euros de esa dosis, Grecia se declarará insolvente en julio.
Con la teórica mayoría absoluta de que dispone el gubernamental Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok), 155 de 300 diputados, la votación del miércoles debería ser un paseo. Pero una sucesión de deserciones en sus filas ha dejado al partido a los pies de los caballos. Este fin de semana, dos diputados socialistas manifestaron su renuencia a apoyar el doloroso plan de ajuste, que incrementa la presión fiscal y prevé la desaparición de 150.000 puestos de trabajo en la Administración. A los dos rebeldes se han sumado en las últimas horas otros dos correligionarios, lo que, de confirmarse las deserciones, dejaría al Pasok con una ventaja mínima de 151 diputados, a uno solo del empate.
Debate crucial
El pánico ha sido manifiesto en las últimas horas en la bancada socialista. El Gobierno del primer ministro Yorgos Papandreu, que el martes pasado superó una decisiva moción de confianza, ha echado mano de todos los argumentos posibles en el debate parlamentario que ha comenzado este lunes y ha apelado al patriotismo para pedir el apoyo a los recortes: "Les pido que escuchen su alma, la conciencia patriótica, ya que vuestro voto es esencial para que Grecia se ponga de pie", ha dicho en la apertura de la sesión.
El mandatario ha sacado además a sus pesos pesados al estrado; en los despachos y los pasillos, el ministro de Finanzas, Evánguelos Venizelos, trata de reconducir a los disidentes. La psicosis de defecciones, y el correspondiente mercadeo de apoyos, ha obligado a Venizelos a retratarse sobre la eventual adopción de nuevas medidas en el futuro -algo que el ministro no descarta- y a responder pormenorizadamente a las dudas que uno de los diputados rebeldes, Panayotis Kurublis, le ha planteado por escrito. El voto de este pende de un hilo.
Más claro lo tiene Alekos Azanasiadis, que dirá no al nuevo programa de austeridad. "Coincido con el Gobierno en muchas cosas, pero estoy convencido de que algunas empresas públicas no deberían ser privatizadas", ha dicho. El plan de ajuste, que prevé ingresar 50.000 millones de euros por privatizaciones, compromete según el diputado la soberanía nacional sobre sectores estratégicos, como por ejemplo la gestión de los puertos del Pireo y Salónica. Además de la votación del miércoles, los diputados se pronunciarán el jueves sobre la ley de implementación fiscal para 2011, un paquete de medidas adicionales que entrará en vigor inmediatamente.
Mientras tanto, los cinco diputados de Alianza Democrática, el pequeño partido de Dora Bakoyanis -una escisión de Nueva Democracia, el principal partido de la oposición-, se hacen los interesantes reservándose su decisión final. Algunas fuentes señalan que el miércoles otorgarán su apoyo al plan de ajuste gubernamental, pero nada cierto se sabe.
Menos dudas alberga la maquinaria sindical, perfectamente engrasada desde que empezaran las movilizaciones contra la política anticrisis del Gobierno, en febrero de 2010. A su indudable capacidad de convocatoria -GSEE tiene 472.000 afiliados y Adedy, 311.000, según los últimos datos- se suma la presencia en las calles del movimiento de los indignados, que ha programado sus propias marchas. Como aperitivo de las protestas que comienzan martes, alrededor de 300 miembros de Pame, el sindicato del Partido Comunista de Grecia (KKE, en sus siglas griegas), tercera fuerza en el Parlamento con 21 diputados, han colgado de la Acrópolis pancartas contra el plan de ajuste. Como de costumbre, los comunistas, prietas las filas, se manifestarán por separado, a una hora y en un lugar distinto que el resto.
Atenas, El País
Esta medianoche ha empezado en Grecia la cuarta huelga general del año. Durante 48 horas, barcos, autobuses, tranvías, trenes, metro y aviones tienen previsto dejar de funcionar total o intermitentemente; cerrarán oficinas de la Administración, bancos, centros públicos y ambulatorios; los hospitales sólo atenderán las urgencias. También cerrarán las farmacias.
Nada difiere pues de anteriores convocatorias (la última, hace dos semanas); tampoco las multitudinarias concentraciones previstas en Atenas y otras ciudades del país, o los más que previsibles incidentes entre elementos residuales y la policía. La única diferencia es que las 48 horas de huelga convocadas por los dos sindicatos mayoritarios, Confederación General de los Trabajadores de Grecia (GSEE, sector privado) y Adedy (funcionarios), coinciden con la votación más decisiva que probablemente haya abordado el Parlamento griego desde el restablecimiento de la democracia, en 1974: la del plan de ajuste 2012-2015, cuya aprobación es una condición ineludible para el desbloqueo del quinto tramo del rescate acordado por la UE y el FMI en mayo de 2010. Sin los 12.000 millones de euros de esa dosis, Grecia se declarará insolvente en julio.
Con la teórica mayoría absoluta de que dispone el gubernamental Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok), 155 de 300 diputados, la votación del miércoles debería ser un paseo. Pero una sucesión de deserciones en sus filas ha dejado al partido a los pies de los caballos. Este fin de semana, dos diputados socialistas manifestaron su renuencia a apoyar el doloroso plan de ajuste, que incrementa la presión fiscal y prevé la desaparición de 150.000 puestos de trabajo en la Administración. A los dos rebeldes se han sumado en las últimas horas otros dos correligionarios, lo que, de confirmarse las deserciones, dejaría al Pasok con una ventaja mínima de 151 diputados, a uno solo del empate.
Debate crucial
El pánico ha sido manifiesto en las últimas horas en la bancada socialista. El Gobierno del primer ministro Yorgos Papandreu, que el martes pasado superó una decisiva moción de confianza, ha echado mano de todos los argumentos posibles en el debate parlamentario que ha comenzado este lunes y ha apelado al patriotismo para pedir el apoyo a los recortes: "Les pido que escuchen su alma, la conciencia patriótica, ya que vuestro voto es esencial para que Grecia se ponga de pie", ha dicho en la apertura de la sesión.
El mandatario ha sacado además a sus pesos pesados al estrado; en los despachos y los pasillos, el ministro de Finanzas, Evánguelos Venizelos, trata de reconducir a los disidentes. La psicosis de defecciones, y el correspondiente mercadeo de apoyos, ha obligado a Venizelos a retratarse sobre la eventual adopción de nuevas medidas en el futuro -algo que el ministro no descarta- y a responder pormenorizadamente a las dudas que uno de los diputados rebeldes, Panayotis Kurublis, le ha planteado por escrito. El voto de este pende de un hilo.
Más claro lo tiene Alekos Azanasiadis, que dirá no al nuevo programa de austeridad. "Coincido con el Gobierno en muchas cosas, pero estoy convencido de que algunas empresas públicas no deberían ser privatizadas", ha dicho. El plan de ajuste, que prevé ingresar 50.000 millones de euros por privatizaciones, compromete según el diputado la soberanía nacional sobre sectores estratégicos, como por ejemplo la gestión de los puertos del Pireo y Salónica. Además de la votación del miércoles, los diputados se pronunciarán el jueves sobre la ley de implementación fiscal para 2011, un paquete de medidas adicionales que entrará en vigor inmediatamente.
Mientras tanto, los cinco diputados de Alianza Democrática, el pequeño partido de Dora Bakoyanis -una escisión de Nueva Democracia, el principal partido de la oposición-, se hacen los interesantes reservándose su decisión final. Algunas fuentes señalan que el miércoles otorgarán su apoyo al plan de ajuste gubernamental, pero nada cierto se sabe.
Menos dudas alberga la maquinaria sindical, perfectamente engrasada desde que empezaran las movilizaciones contra la política anticrisis del Gobierno, en febrero de 2010. A su indudable capacidad de convocatoria -GSEE tiene 472.000 afiliados y Adedy, 311.000, según los últimos datos- se suma la presencia en las calles del movimiento de los indignados, que ha programado sus propias marchas. Como aperitivo de las protestas que comienzan martes, alrededor de 300 miembros de Pame, el sindicato del Partido Comunista de Grecia (KKE, en sus siglas griegas), tercera fuerza en el Parlamento con 21 diputados, han colgado de la Acrópolis pancartas contra el plan de ajuste. Como de costumbre, los comunistas, prietas las filas, se manifestarán por separado, a una hora y en un lugar distinto que el resto.