Corrupción permea en Afganistán mientras EEUU prepara su retiro
Washington, Agencias
Un agricultor que coseche manzanas debe pagar al Talibán el equivalente a 33 dólares por cada camión que salga cargado de la fruta. El gobernador envía individuos armados a sacar a los trabajadores de lugares de empleo que no pagaron los sobornos.
Los vecindarios pobres jamás reciben el trigo que les envía las Naciones Unidas debido a que es vendido en el mercado negro.
Estos son algunos incidentes, pequeños y grandes, que en conjunto forman un ambiente difícil de crimen organizado con el que los afganos batallan a diario.
A pesar de las acciones de las fuerzas militares de Estados Unidos y la aseveración del presidente Barack Obama de que hay progresos importantes en Afganistán, parecería aumentar el parecido del país a un estado-hampa que no sirve a sus ciudadanos, según un informe del Grupo Internacional de Crisis, un organismo de expertos con sede en Bruselas.
En el documento de 46 páginas, que será difundido la semana entrante, se analiza la situación específica del interior de Afganistán: las zonas rurales de Ghazni, Qardak, Logar y otras privincias más allá de la periferia de Kabul.
El desempleo es alto, la presencia del gobierno es baja y la insurgencia actúa con impunidad. La corrupción y la cooperación con el Talibán alcanzan los niveles más altos entre las autoridades locales.
"Casi una década después de la intervención militar que encabeza Estados Unidos, se ha hecho poco para desafiar los incentivos perversos del conflicto que persiste en Afganistán", dijo el grupo de investigación.
En su lugar, la violencia y los miles de millones de dólares en asistencia internacional han enriquecido a funcionarios e insurgentes por igual.
"Como resultado, la economía está cada vez más dominada por una oligarquía criminal de hombres de negocios con contactos en la política", concluye el informe.
La difusión de este análisis desconsolador de una cultura de la corrupción, la cual ha socavado mucho tiempo los esfuerzos del gobierno y los militares estadounidenses, coincide con los intentos de Obama de realzar los logros militares y de otro tipo en Afganistán como prueba de la viabilidad para el retiro de las fuerzas norteamericanas.
El abuso generalizado del poder, desde simples chantajes hasta la complicidad abierta con el Talibán, con seguridad persistirá más allá de la presencia de los soldados norteamericanos.
Un agricultor que coseche manzanas debe pagar al Talibán el equivalente a 33 dólares por cada camión que salga cargado de la fruta. El gobernador envía individuos armados a sacar a los trabajadores de lugares de empleo que no pagaron los sobornos.
Los vecindarios pobres jamás reciben el trigo que les envía las Naciones Unidas debido a que es vendido en el mercado negro.
Estos son algunos incidentes, pequeños y grandes, que en conjunto forman un ambiente difícil de crimen organizado con el que los afganos batallan a diario.
A pesar de las acciones de las fuerzas militares de Estados Unidos y la aseveración del presidente Barack Obama de que hay progresos importantes en Afganistán, parecería aumentar el parecido del país a un estado-hampa que no sirve a sus ciudadanos, según un informe del Grupo Internacional de Crisis, un organismo de expertos con sede en Bruselas.
En el documento de 46 páginas, que será difundido la semana entrante, se analiza la situación específica del interior de Afganistán: las zonas rurales de Ghazni, Qardak, Logar y otras privincias más allá de la periferia de Kabul.
El desempleo es alto, la presencia del gobierno es baja y la insurgencia actúa con impunidad. La corrupción y la cooperación con el Talibán alcanzan los niveles más altos entre las autoridades locales.
"Casi una década después de la intervención militar que encabeza Estados Unidos, se ha hecho poco para desafiar los incentivos perversos del conflicto que persiste en Afganistán", dijo el grupo de investigación.
En su lugar, la violencia y los miles de millones de dólares en asistencia internacional han enriquecido a funcionarios e insurgentes por igual.
"Como resultado, la economía está cada vez más dominada por una oligarquía criminal de hombres de negocios con contactos en la política", concluye el informe.
La difusión de este análisis desconsolador de una cultura de la corrupción, la cual ha socavado mucho tiempo los esfuerzos del gobierno y los militares estadounidenses, coincide con los intentos de Obama de realzar los logros militares y de otro tipo en Afganistán como prueba de la viabilidad para el retiro de las fuerzas norteamericanas.
El abuso generalizado del poder, desde simples chantajes hasta la complicidad abierta con el Talibán, con seguridad persistirá más allá de la presencia de los soldados norteamericanos.