Cientos de sirios huyen a Turquía por temor a la represión del régimen
Las tropas de Maher el Asad preparan el asalto a la ciudad rebelde del norte
Jerusalén, El País
El presidente de Siria, Bachar el Asad, ha encargado a su hermano Maher la misión de aplastar la rebelión en Jisr al Shughur, donde por primera vez unidades del Ejército desertaron para luchar contra el régimen. La Cuarta División Acorazada del general Maher el Asad, considerada la fuerza militar más fiel a la familia El Asad, dedicó la jornada de ayer a preparar el asalto, mientras centenares de ciudadanos huían de la ciudad. Francia y Reino Unido presentaron ante el Consejo de Seguridad de la ONU un borrador de resolución en el que se condenaban las matanzas perpetradas por el Gobierno sirio contra su propia población.
Los acontecimientos de Jisr al Shughur marcaron el pasado fin de semana un hito en los tres meses de revuelta en Siria. Por primera vez las deserciones de soldados no fueron asuntos individuales, sino que implicaron a compañías enteras. La televisión oficial siria admitió que buena parte de la región del noreste había escapado al control de Damasco, y aunque siguió afirmando que "grupos armados", sin más calificativos, habían atacado a las tropas que se encargaban de reprimir a tiros las manifestaciones, hizo notar que esos grupos iban "uniformados". En total, la primera batalla de Jisr al Shughur dejó 120 soldados y policías muertos, entre "leales" y "desertores", y entre 10 y 30 cadáveres de civiles.
El Gobierno prometió tras la batalla que aplastaría a los "terroristas" de Jisr al Shughur "a petición de los propios habitantes" de la localidad. Eso causó los primeros movimientos de pánico en la pequeña ciudad noroccidental, con una población de 50.000 personas. Cuando se supo que el encargado del asalto sería Maher el Asad, conocido por su brutalidad, el éxodo se acentuó. Turquía anunció ayer que medio millar de ciudadanos sirios habían cruzado la frontera (a solo 20 kilómetros de Jisr al Shughur) como refugiados y aseguró que acogería a cuantos buscaran protección. Distintas organizaciones humanitarias indicaron que el número de refugiados sirios en territorio turco era ya muy superior a 500.
La reconquista militar de Jisr al Shughur constituía una operación delicada. Si el general Maher el Asad empleaba su habitual brutalidad, corría el riesgo de provocar nuevas deserciones de unidades militares y de fomentar el creciente desapego de los suníes, ampliamente mayoritarios en el país, hacia un régimen dominado por la minoría chií alauí. Si era demasiado cauto y no conseguía someter de forma inmediata la revuelta, podría ofrecer una imagen de debilidad que, a estas alturas, sería fatal para el régimen.
La violencia usada por el presidente Bachar el Asad contra su población (más de 1.200 víctimas, según organizaciones humanitarias) empujó a Reino Unido y Francia a presentar ayer un borrador de resolución de condena ante el Consejo de Seguridad de la ONU. "Quien vote contra esta resolución o intente vetarla tendrá que vérselas con su conciencia", declaró David Cameron, primer ministro británico. Rusia (con poder de veto), Sudáfrica, Brasil e India expresaron dudas sobre la resolución, por temor a que constituyera un primer paso hacia una intervención militar internacional similar a la de Libia.
Los acontecimientos de Jisr al Shughur marcaron el pasado fin de semana un hito en los tres meses de revuelta en Siria. Por primera vez las deserciones de soldados no fueron asuntos individuales, sino que implicaron a compañías enteras. La televisión oficial siria admitió que buena parte de la región del noreste había escapado al control de Damasco, y aunque siguió afirmando que "grupos armados", sin más calificativos, habían atacado a las tropas que se encargaban de reprimir a tiros las manifestaciones, hizo notar que esos grupos iban "uniformados". En total, la primera batalla de Jisr al Shughur dejó 120 soldados y policías muertos, entre "leales" y "desertores", y entre 10 y 30 cadáveres de civiles.
El Gobierno prometió tras la batalla que aplastaría a los "terroristas" de Jisr al Shughur "a petición de los propios habitantes" de la localidad. Eso causó los primeros movimientos de pánico en la pequeña ciudad noroccidental, con una población de 50.000 personas. Cuando se supo que el encargado del asalto sería Maher el Asad, conocido por su brutalidad, el éxodo se acentuó. Turquía anunció ayer que medio millar de ciudadanos sirios habían cruzado la frontera (a solo 20 kilómetros de Jisr al Shughur) como refugiados y aseguró que acogería a cuantos buscaran protección. Distintas organizaciones humanitarias indicaron que el número de refugiados sirios en territorio turco era ya muy superior a 500.
La reconquista militar de Jisr al Shughur constituía una operación delicada. Si el general Maher el Asad empleaba su habitual brutalidad, corría el riesgo de provocar nuevas deserciones de unidades militares y de fomentar el creciente desapego de los suníes, ampliamente mayoritarios en el país, hacia un régimen dominado por la minoría chií alauí. Si era demasiado cauto y no conseguía someter de forma inmediata la revuelta, podría ofrecer una imagen de debilidad que, a estas alturas, sería fatal para el régimen.
La violencia usada por el presidente Bachar el Asad contra su población (más de 1.200 víctimas, según organizaciones humanitarias) empujó a Reino Unido y Francia a presentar ayer un borrador de resolución de condena ante el Consejo de Seguridad de la ONU. "Quien vote contra esta resolución o intente vetarla tendrá que vérselas con su conciencia", declaró David Cameron, primer ministro británico. Rusia (con poder de veto), Sudáfrica, Brasil e India expresaron dudas sobre la resolución, por temor a que constituyera un primer paso hacia una intervención militar internacional similar a la de Libia.