Ahmadineyad espera un nuevo Egipto "anti sionista" y anti occidental"
Teherán, Agencias
El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, expresó hoy su deseo de que el Egipto que surja tras la revolución y derrocamiento de Hosni Mubarak sea un estado "antisionista y beligerante con los arrogantes", en alusión a Estados Unidos y los países europeos.
En una audiencia a una delegación de intelectuales y religiosos egipcios que llegó el martes a Teherán en una inusual visita, el mandatario reveló, asimismo, que uno de sus sueños es viajar al país de los faraones y que espera poder hacerlo una vez se normalice la relación bilateral.
"Debemos ver a Egipto e Irán como dos estados desarrollados, poderosos, anti arrogantes y antisionistas", resaltó Ahmadineyad, citado por la agencia de noticias estatal Irna.
"Uno de mis sueños es ir a Egipto. Tan pronto como reciba una invitación de parte de las autoridades lo haré con orgullo", insistió.
Teherán y El Cairo rompieron sus relaciones diplomáticas en 1980, tras el triunfo de la Revolución y después de que Egipto acogiera en su territorio al derrocado último Sha de Persia, Mohamad Reza Pahleví, cuya tumba aún se halla en la capital egipcia.
En contrapartida, Irán otorgó el nombre de una de sus principales arterias a Jaled al-Islambouli, el extremista islámico suní que asesinó al entonces presidente egipcio, Anwar el Sadat.
Tras la caída el pasado febrero de su sucesor, Hosni Mubarak, las relaciones entre ambos países se han reconducido y acercado, hasta el punto de que Egipto permitió meses atrás que dos barcos de guerra iraníes atravesaran el canal de Suez, por primera vez en treinta años.
En este marco, el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Ali Akbar Salehí se reunió la semana pasada con su colega egipcio, Nabil al-Arabi, al margen de la 16 conferencia del Movimiento de los Países No Alineados, celebrada en la isla indonesia de Bali.
El jefe de la diplomacia persa se mostró, igualmente, confiado en que los esfuerzos avancen a gran ritmo pese al arresto y expulsión la semana pasada de Egipto de un diplomático iraní acusado de tratar de crear una red de espionaje.
Salehí calificó el incidente de "un malentendido que ya ha sido resuelto", y subrayó que la reconstrucción de los lazos bilaterales "necesita paciencia".
Otras fuentes iraníes culpan del arresto y expulsión del diplomático, identificado como Qasim al-Hosseini, a remanentes de los antiguos servicios secretos egipcios, comandados por el general Omar Suleiman.
Al-Hosseini, llegó el pasado lunes a Dubai procedente de El Cairo después de que las autoridades egipcias lo retuvieran por espacio de unas dos horas.
Según la agencia de noticias oficial egipcia MENA, "Al-Hosseini recopiló información sobre los acontecimientos que vive Egipto y se los transmitió a los servicios de Inteligencia de su país".
El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, expresó hoy su deseo de que el Egipto que surja tras la revolución y derrocamiento de Hosni Mubarak sea un estado "antisionista y beligerante con los arrogantes", en alusión a Estados Unidos y los países europeos.
En una audiencia a una delegación de intelectuales y religiosos egipcios que llegó el martes a Teherán en una inusual visita, el mandatario reveló, asimismo, que uno de sus sueños es viajar al país de los faraones y que espera poder hacerlo una vez se normalice la relación bilateral.
"Debemos ver a Egipto e Irán como dos estados desarrollados, poderosos, anti arrogantes y antisionistas", resaltó Ahmadineyad, citado por la agencia de noticias estatal Irna.
"Uno de mis sueños es ir a Egipto. Tan pronto como reciba una invitación de parte de las autoridades lo haré con orgullo", insistió.
Teherán y El Cairo rompieron sus relaciones diplomáticas en 1980, tras el triunfo de la Revolución y después de que Egipto acogiera en su territorio al derrocado último Sha de Persia, Mohamad Reza Pahleví, cuya tumba aún se halla en la capital egipcia.
En contrapartida, Irán otorgó el nombre de una de sus principales arterias a Jaled al-Islambouli, el extremista islámico suní que asesinó al entonces presidente egipcio, Anwar el Sadat.
Tras la caída el pasado febrero de su sucesor, Hosni Mubarak, las relaciones entre ambos países se han reconducido y acercado, hasta el punto de que Egipto permitió meses atrás que dos barcos de guerra iraníes atravesaran el canal de Suez, por primera vez en treinta años.
En este marco, el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Ali Akbar Salehí se reunió la semana pasada con su colega egipcio, Nabil al-Arabi, al margen de la 16 conferencia del Movimiento de los Países No Alineados, celebrada en la isla indonesia de Bali.
El jefe de la diplomacia persa se mostró, igualmente, confiado en que los esfuerzos avancen a gran ritmo pese al arresto y expulsión la semana pasada de Egipto de un diplomático iraní acusado de tratar de crear una red de espionaje.
Salehí calificó el incidente de "un malentendido que ya ha sido resuelto", y subrayó que la reconstrucción de los lazos bilaterales "necesita paciencia".
Otras fuentes iraníes culpan del arresto y expulsión del diplomático, identificado como Qasim al-Hosseini, a remanentes de los antiguos servicios secretos egipcios, comandados por el general Omar Suleiman.
Al-Hosseini, llegó el pasado lunes a Dubai procedente de El Cairo después de que las autoridades egipcias lo retuvieran por espacio de unas dos horas.
Según la agencia de noticias oficial egipcia MENA, "Al-Hosseini recopiló información sobre los acontecimientos que vive Egipto y se los transmitió a los servicios de Inteligencia de su país".