Un libro revela que el Bayern Múnich resistió al nazismo
Munich, Agencias
El FC Bayern podría tener una historia que contar: la de haber sido el club alemán que más se resistió a los nazis y haber tenido actitudes entre 1933 y 1945 que se podrían calificar como acciones de resistencia.
Sin embargo, paradójicamente -de forma similar a otras instituciones que, a diferencia de los bávaros tienen cosas que ocultar sobre aquella época- el Bayern parece tener problemas para hablar de ello. Así se desprende de un libro recientemente publicado por el historiador Dietrich Schulze-Marmeling y titulado "El FC Bayern y sus judíos. Ascenso y destrucción de una cultural liberal del fútbol".
El libro, como lo indica el título, aborda ante todo la relación del Bayern con sus miembros judíos -al menos dos de los fundadores, Joseph Pollack y Benno Elkan- y, especialmente, con uno de sus presidentes, Kurt Landauer, que estuvo en el cargo desde 1911 hasta 1933, cuando tuvo que dimitir por la llegada al poder de los nazis.
No obstante, Landauer siguió ejerciendo influencia sobre el club, desde su exilio ginebrino después de haber tenido que soportar la expropiación y la detención en el campo de concentración de Dachau, hasta finales de la década de los 30.
En 1940, incluso, en un episodio increíble, toda la plantilla del FC Bayern visitó a Landauer en Ginebra aprovechando un partido amistoso contra el FC Servette, desechando temores sobre posibles represalias por mantener contacto con el ex-funcionario judío.
Además de tener a Landauer, el Bayern tuvo, antes de 1933, cuatro entrenadores judíos, entre ellos Richard Dombio, con quien se coronó campeón alemán, por primera vez en su historia, en 1932.
"El Bayern parecía en ese años como una fortaleza de liberalidad en medio de una ola de antiliberalismo y antisemitismo", escribe Schulze-Marmeling en su libro, refiriéndose a los años de la República de Weimar, cuando se crearon los gérmenes que posibilitaron la llegada al poder de los nazis.
Tras 1933 y la dimisión forzada de Landauer, los nazis convencidos -normalmente pertenecientes al departamento de esquí del club- siguieron siendo minoría dentro del Bayern la mayoría de las directivas nazis tendían a ser, en la medida de lo posible, ignoradas por los dirigentes.
Buena parte de esos datos habían sido recogidos en 2005 por Nils Havemann en su libro "El fútbol bajo la cruz gamada" en el que se muestra, entre otras muchas cosas, el contraste entre la posición asumida por el Bayern entre 1933 y 1945 y la que asumieron muchos otros clubes.
El libro de Havemann había sido escrito por encargo de la Federación Alemana de Fútbol (DFB) como respuesta a las exigencias de muchos críticos que pedían a la organización que se confrontará con la función que había que había desempeñado durante la época nazi.
Además, en 2005, la DFB creó el Premio Julius Hirsch, por la tolerancia y contra el extremismo, que se otorgó al Bayern, precisamente por el papel que tuvo durante el régimen nacionalsocialista.
No obstante, y eso es lo más curioso de los planteamientos del libro de Schulze-Marmeling el Bayern ha sido tímido a la hora de reclamar esa tradición y en ocasiones se ha mostrado incluso reacio a ello.
Así, por ejemplo, según cuenta Schulze-Marmeling, en 1961, cuando murió Landauer la necrológica oficial del club evita toda alusión a su condición de judío y de perseguido por el régimen nazi.
Cuarenta años más tarde, cuando una periodista de la revista "Totally Jewish" llamó al departamento de prensa del Bayern pidiendo datos sobre Landauer, alguien le respondió que de momento nadie pensaba en "esa mierda del pasado" cuando se acababa de perder un partido contra el Olimpique Lyon.
Posteriormente, el club empezó a ser más abierto con respecto a esa parte de su pasado, en parte debido a la presión de un grupo de seguidores llamado "Schickeria". En 2009, el entonces vicepresidente del club Fritz Scherer y el presidente del Consejo Directivo Karlheinz Rummenigge asistieron a un homenaje a Landauer en Dachau. Scherer, sin embargo, evitó resaltar demasiado el "pasado judío" del Bayern y habló de un presunto peligro de que surjan manifestaciones en contra. Ahora, hay algo que hace pensar que las cosas cambiarán. Al menos el presidente del club, Uli Höness, ha prometido que Landauer tendrá un puesto digno en un museo que está planificando el Bayern.
El FC Bayern podría tener una historia que contar: la de haber sido el club alemán que más se resistió a los nazis y haber tenido actitudes entre 1933 y 1945 que se podrían calificar como acciones de resistencia.
Sin embargo, paradójicamente -de forma similar a otras instituciones que, a diferencia de los bávaros tienen cosas que ocultar sobre aquella época- el Bayern parece tener problemas para hablar de ello. Así se desprende de un libro recientemente publicado por el historiador Dietrich Schulze-Marmeling y titulado "El FC Bayern y sus judíos. Ascenso y destrucción de una cultural liberal del fútbol".
El libro, como lo indica el título, aborda ante todo la relación del Bayern con sus miembros judíos -al menos dos de los fundadores, Joseph Pollack y Benno Elkan- y, especialmente, con uno de sus presidentes, Kurt Landauer, que estuvo en el cargo desde 1911 hasta 1933, cuando tuvo que dimitir por la llegada al poder de los nazis.
No obstante, Landauer siguió ejerciendo influencia sobre el club, desde su exilio ginebrino después de haber tenido que soportar la expropiación y la detención en el campo de concentración de Dachau, hasta finales de la década de los 30.
En 1940, incluso, en un episodio increíble, toda la plantilla del FC Bayern visitó a Landauer en Ginebra aprovechando un partido amistoso contra el FC Servette, desechando temores sobre posibles represalias por mantener contacto con el ex-funcionario judío.
Además de tener a Landauer, el Bayern tuvo, antes de 1933, cuatro entrenadores judíos, entre ellos Richard Dombio, con quien se coronó campeón alemán, por primera vez en su historia, en 1932.
"El Bayern parecía en ese años como una fortaleza de liberalidad en medio de una ola de antiliberalismo y antisemitismo", escribe Schulze-Marmeling en su libro, refiriéndose a los años de la República de Weimar, cuando se crearon los gérmenes que posibilitaron la llegada al poder de los nazis.
Tras 1933 y la dimisión forzada de Landauer, los nazis convencidos -normalmente pertenecientes al departamento de esquí del club- siguieron siendo minoría dentro del Bayern la mayoría de las directivas nazis tendían a ser, en la medida de lo posible, ignoradas por los dirigentes.
Buena parte de esos datos habían sido recogidos en 2005 por Nils Havemann en su libro "El fútbol bajo la cruz gamada" en el que se muestra, entre otras muchas cosas, el contraste entre la posición asumida por el Bayern entre 1933 y 1945 y la que asumieron muchos otros clubes.
El libro de Havemann había sido escrito por encargo de la Federación Alemana de Fútbol (DFB) como respuesta a las exigencias de muchos críticos que pedían a la organización que se confrontará con la función que había que había desempeñado durante la época nazi.
Además, en 2005, la DFB creó el Premio Julius Hirsch, por la tolerancia y contra el extremismo, que se otorgó al Bayern, precisamente por el papel que tuvo durante el régimen nacionalsocialista.
No obstante, y eso es lo más curioso de los planteamientos del libro de Schulze-Marmeling el Bayern ha sido tímido a la hora de reclamar esa tradición y en ocasiones se ha mostrado incluso reacio a ello.
Así, por ejemplo, según cuenta Schulze-Marmeling, en 1961, cuando murió Landauer la necrológica oficial del club evita toda alusión a su condición de judío y de perseguido por el régimen nazi.
Cuarenta años más tarde, cuando una periodista de la revista "Totally Jewish" llamó al departamento de prensa del Bayern pidiendo datos sobre Landauer, alguien le respondió que de momento nadie pensaba en "esa mierda del pasado" cuando se acababa de perder un partido contra el Olimpique Lyon.
Posteriormente, el club empezó a ser más abierto con respecto a esa parte de su pasado, en parte debido a la presión de un grupo de seguidores llamado "Schickeria". En 2009, el entonces vicepresidente del club Fritz Scherer y el presidente del Consejo Directivo Karlheinz Rummenigge asistieron a un homenaje a Landauer en Dachau. Scherer, sin embargo, evitó resaltar demasiado el "pasado judío" del Bayern y habló de un presunto peligro de que surjan manifestaciones en contra. Ahora, hay algo que hace pensar que las cosas cambiarán. Al menos el presidente del club, Uli Höness, ha prometido que Landauer tendrá un puesto digno en un museo que está planificando el Bayern.