Portugal inicia la campaña electoral dividido y hundido en la crisis
Pocos confían en que tras la votación se forme un Gobierno de amplia mayoría
Lisboa, El País
A dos semanas de las elecciones legislativas de Portugal del 5 de junio, cuya campaña arranca oficialmente hoy, el resultado es más incierto que nunca, con un empate técnico entre los dos candidatos favoritos. La última encuesta, publicada el viernes por la cadena de televisión TVI y el diario Público, da una ligera ventaja al líder de la oposición, Pedro Passos Coelho, del conservador Partido Social Demócrata (PSD), con el 35,7% de los votos, sobre José Sócrates, candidato socialista y primer ministro en funciones, con el 34,1%. Una diferencia ínfima que, si se contabiliza el margen de error de todo sondeo, se traduce en un empate.
La tremenda división del electorado es un retrato del estado de ánimo del país, que ha sido convocado de nuevo a las urnas con dos años de anticipación, ante la incapacidad de los partidos de ponerse de acuerdo. Los portugueses saben que vienen tiempos duros con cualquiera que sea el vencedor de las elecciones. Ante la desesperada situación de las cuentas públicas -déficit y deuda insostenibles-, Portugal se vio obligado a pedir ayuda externa.
El Gobierno en funciones y los partidos de la oposición conservadora firmaron un acuerdo con los organismos financieros internacionales que garantiza un préstamo de 78.000 millones de euros. A cambio, Portugal tendrá que aplicar un drástico plan de ajuste. En otras palabras, el próximo Gobierno tendrá que cumplir escrupulosamente el programa acordado con la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE).
El Consejo de Administración del FMI aprobó el viernes en Washington la participación de dicho organismo en el rescate de Portugal, con un préstamo de 26.000 millones de euros. De este monto, 6.100 millones serán entregados "inmediatamente", y otros 12.600 millones llegarán antes de fin de año. La semana pasada, los ministros de Finanzas de la UE dieron luz verde a la activación del Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera, a través del cual Portugal recibirá dos tercios del rescate financiero de 78.000 millones de euros.
La ayuda externa tendrá un coste elevado para la mayoría de los portugueses. El recorte afectará al sistema público de educación y de salud y a las pensiones de más de 1.500 euros. Aumentarán el IVA y los impuestos al consumo, y habrá un endurecimiento de las reglas del mercado laboral. Estas medidas, entre otras, figuran en el memorándum de entendimiento entre los organismos financieros y el Partido Socialista, el PSD y el Centro Democrático Social (CDS), únicos partidos con posibilidades reales de llegar al Gobierno después de las elecciones del 5 de junio. Los otros dos partidos con representación parlamentaria, Bloco de Esquerda (BE) y Partido Comunista (PCP), rehusaron reunirse con los miembros de la llamada troika internacional, y rechazan de plano el programa de austeridad firmado a cambio del rescate financiero. Ambas formaciones obtuvieron el 19% de los votos en las últimas elecciones, porcentaje por encima de sus expectativas actuales.
La gravedad de la crisis económica exige un Gobierno de amplia mayoría, subrayan numerosas voces de distintos estamentos, empezando por la del presidente de la República. Y recuerdan que la crisis política que desembocó en la convocatoria de elecciones anticipadas tiene que ver con la falta de apoyos parlamentarios del Gobierno socialista. Es más que probable que el ajustado resultado electoral haga necesaria una coalición a dos o tres bandas entre PS, PSD y CDS. Sin embargo, durante la precampaña, la palabra consenso ha estado ausente en el discurso de los candidatos y son pocos los que confían en que con el resultado de las urnas sobre la mesa, los políticos sean capaces de dejar a un lado las diferencias para construir un Gobierno de unidad.
Sócrates y Passos Coelho se enfrentaron el viernes en un agrio debate, en el que el ataque y la descalificación del contrario superó con creces la presentación de propuestas. El jefe de Gobierno acusó de "maledicencia" a su adversario, y este le reprochó "crear fantasías". "El país necesita un Gobierno solvente, no las aventuras", dijo Sócrates. "Portugal fue conducido a la bancarrota y el responsable es José Sócrates", replicó Passos Coelho. El debate estuvo plagado de interrupciones mutuas, los candidatos hicieron caso omiso del moderador y hubo algún que otro escarnio del contrario. Escuchándoles, lo último que uno podía imaginar era un acuerdo entre ambos líderes después de las elecciones.
El problema es que la intervención exterior impondrá serias restricciones a los responsables de la acción de gobierno, como ha ocurrido en Irlanda y Grecia. El margen de autonomía del próximo Ejecutivo estará seriamente limitado, porque el programa que tendrá que aplicar ya fue pactado hace semanas por los nuevos prestamistas. Por si hubiera dudas, un equipo de técnicos del FMI llegará a Lisboa próximamente, antes de las elecciones, para seguir de cerca la situación portuguesa.
Lisboa, El País
A dos semanas de las elecciones legislativas de Portugal del 5 de junio, cuya campaña arranca oficialmente hoy, el resultado es más incierto que nunca, con un empate técnico entre los dos candidatos favoritos. La última encuesta, publicada el viernes por la cadena de televisión TVI y el diario Público, da una ligera ventaja al líder de la oposición, Pedro Passos Coelho, del conservador Partido Social Demócrata (PSD), con el 35,7% de los votos, sobre José Sócrates, candidato socialista y primer ministro en funciones, con el 34,1%. Una diferencia ínfima que, si se contabiliza el margen de error de todo sondeo, se traduce en un empate.
La tremenda división del electorado es un retrato del estado de ánimo del país, que ha sido convocado de nuevo a las urnas con dos años de anticipación, ante la incapacidad de los partidos de ponerse de acuerdo. Los portugueses saben que vienen tiempos duros con cualquiera que sea el vencedor de las elecciones. Ante la desesperada situación de las cuentas públicas -déficit y deuda insostenibles-, Portugal se vio obligado a pedir ayuda externa.
El Gobierno en funciones y los partidos de la oposición conservadora firmaron un acuerdo con los organismos financieros internacionales que garantiza un préstamo de 78.000 millones de euros. A cambio, Portugal tendrá que aplicar un drástico plan de ajuste. En otras palabras, el próximo Gobierno tendrá que cumplir escrupulosamente el programa acordado con la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE).
El Consejo de Administración del FMI aprobó el viernes en Washington la participación de dicho organismo en el rescate de Portugal, con un préstamo de 26.000 millones de euros. De este monto, 6.100 millones serán entregados "inmediatamente", y otros 12.600 millones llegarán antes de fin de año. La semana pasada, los ministros de Finanzas de la UE dieron luz verde a la activación del Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera, a través del cual Portugal recibirá dos tercios del rescate financiero de 78.000 millones de euros.
La ayuda externa tendrá un coste elevado para la mayoría de los portugueses. El recorte afectará al sistema público de educación y de salud y a las pensiones de más de 1.500 euros. Aumentarán el IVA y los impuestos al consumo, y habrá un endurecimiento de las reglas del mercado laboral. Estas medidas, entre otras, figuran en el memorándum de entendimiento entre los organismos financieros y el Partido Socialista, el PSD y el Centro Democrático Social (CDS), únicos partidos con posibilidades reales de llegar al Gobierno después de las elecciones del 5 de junio. Los otros dos partidos con representación parlamentaria, Bloco de Esquerda (BE) y Partido Comunista (PCP), rehusaron reunirse con los miembros de la llamada troika internacional, y rechazan de plano el programa de austeridad firmado a cambio del rescate financiero. Ambas formaciones obtuvieron el 19% de los votos en las últimas elecciones, porcentaje por encima de sus expectativas actuales.
La gravedad de la crisis económica exige un Gobierno de amplia mayoría, subrayan numerosas voces de distintos estamentos, empezando por la del presidente de la República. Y recuerdan que la crisis política que desembocó en la convocatoria de elecciones anticipadas tiene que ver con la falta de apoyos parlamentarios del Gobierno socialista. Es más que probable que el ajustado resultado electoral haga necesaria una coalición a dos o tres bandas entre PS, PSD y CDS. Sin embargo, durante la precampaña, la palabra consenso ha estado ausente en el discurso de los candidatos y son pocos los que confían en que con el resultado de las urnas sobre la mesa, los políticos sean capaces de dejar a un lado las diferencias para construir un Gobierno de unidad.
Sócrates y Passos Coelho se enfrentaron el viernes en un agrio debate, en el que el ataque y la descalificación del contrario superó con creces la presentación de propuestas. El jefe de Gobierno acusó de "maledicencia" a su adversario, y este le reprochó "crear fantasías". "El país necesita un Gobierno solvente, no las aventuras", dijo Sócrates. "Portugal fue conducido a la bancarrota y el responsable es José Sócrates", replicó Passos Coelho. El debate estuvo plagado de interrupciones mutuas, los candidatos hicieron caso omiso del moderador y hubo algún que otro escarnio del contrario. Escuchándoles, lo último que uno podía imaginar era un acuerdo entre ambos líderes después de las elecciones.
El problema es que la intervención exterior impondrá serias restricciones a los responsables de la acción de gobierno, como ha ocurrido en Irlanda y Grecia. El margen de autonomía del próximo Ejecutivo estará seriamente limitado, porque el programa que tendrá que aplicar ya fue pactado hace semanas por los nuevos prestamistas. Por si hubiera dudas, un equipo de técnicos del FMI llegará a Lisboa próximamente, antes de las elecciones, para seguir de cerca la situación portuguesa.