"¡Nos lo cargamos!": los mensajes sobre Bin Laden afloran ante el Pentágono
Washington, Agencias
Delante del Pentágono, golpeado por un avión secuestrado el 11 de septiembre de 2001, familiares y amigos de las víctimas ponen flores y escriben mensajes de alivio por la muerte de Bin Laden. "Bill, se cargaron a este bastardo", podía leerse en uno de ellos.
Ante el ala oeste del Pentágono, donde el vuelo 77 se estrelló el 11 de septiembre a las 09H37, se instalaron monumentos en homenaje a las 184 víctimas. Cada víctima tiene un banco con su nombre, fijado sobre pequeñas fuentes iluminadas por la noche. En algunos bancos se depositaron flores.
Con gafas de sol y camisa roja, Annie Norgaard estaba sentada ante el monumento de un amigo de la infancia, que murió a los 25 años. "Cuando supe que Bin Laden había muerto, naturalmente que pensé en él. Y en otro amigo que perdí en Nueva York". "La muerte de Bin Laden me revolvió toda mi tristeza. Es por eso que vine hoy, aunque vengo cuando puedo", explicó con lágrimas en los ojos esta californiana de 27 años que vive en Washington. "Pero su muerte no nos devolverá a ninguno de nuestros seres queridos", añadió.
A la entrada del memorial, ante el muro negro en el que aparecen los 184 nombres de las víctimas, sus allegados depositaron coronas de flores, ramos, dibujos, fotos y mensajes. Una carta, corta, escrita a mano y mojada por la lluvia, flotaba en el viento. Tiene fecha del 3 mayo. "Bill, hace unos días, se cargaron al bastardo que hizo todo esto. Al mejor de los oficiales. Nos vemos un día de estos en el paraíso. Hasta pronto", escribió el autor de la carta, que firma como "un policía jubilado".
Al lado de la carta, alguien puso un fotomontaje de la Estatua de la Libertad, con una fotografía de Bin Laden en lugar de la llama encendida. Y un texto escrito a mano: "¡Nos lo cargamos!". Más allá, en un dibujo que representa las Torres Gemelas destruidas en Nueva York, alguien escribió "puta guerra, puto ataque".
Ante el Pentágono, donde trabajó, Carroll, un hombre que prefiere no dar su apellido, declaró: "Estoy contento de que no esté más en este mundo", dijo en referencia a Bin Laden. "Me importa muy poco que esté vivo o muerto mientras que no oigamos hablar de él jamás. Yo no soy partidario de los asesinatos, pero es lo que pasó y es así", dijo antes de insistir: "Él no nos robó la libertad porque luchamos por eso".
A su lado, algunos turistas y grupos escolares deambulaban entre los bancos, bajo el ruido de los helicópteros del departamento de Defensa y de los aviones que despegan en el cercano aeropuerto Ronald Reagan. Los turistas se tomaban fotos ante el memorial, mientras los policías les recordaban que está prohibido fotografiar el Pentágono.
Delante del Pentágono, golpeado por un avión secuestrado el 11 de septiembre de 2001, familiares y amigos de las víctimas ponen flores y escriben mensajes de alivio por la muerte de Bin Laden. "Bill, se cargaron a este bastardo", podía leerse en uno de ellos.
Ante el ala oeste del Pentágono, donde el vuelo 77 se estrelló el 11 de septiembre a las 09H37, se instalaron monumentos en homenaje a las 184 víctimas. Cada víctima tiene un banco con su nombre, fijado sobre pequeñas fuentes iluminadas por la noche. En algunos bancos se depositaron flores.
Con gafas de sol y camisa roja, Annie Norgaard estaba sentada ante el monumento de un amigo de la infancia, que murió a los 25 años. "Cuando supe que Bin Laden había muerto, naturalmente que pensé en él. Y en otro amigo que perdí en Nueva York". "La muerte de Bin Laden me revolvió toda mi tristeza. Es por eso que vine hoy, aunque vengo cuando puedo", explicó con lágrimas en los ojos esta californiana de 27 años que vive en Washington. "Pero su muerte no nos devolverá a ninguno de nuestros seres queridos", añadió.
A la entrada del memorial, ante el muro negro en el que aparecen los 184 nombres de las víctimas, sus allegados depositaron coronas de flores, ramos, dibujos, fotos y mensajes. Una carta, corta, escrita a mano y mojada por la lluvia, flotaba en el viento. Tiene fecha del 3 mayo. "Bill, hace unos días, se cargaron al bastardo que hizo todo esto. Al mejor de los oficiales. Nos vemos un día de estos en el paraíso. Hasta pronto", escribió el autor de la carta, que firma como "un policía jubilado".
Al lado de la carta, alguien puso un fotomontaje de la Estatua de la Libertad, con una fotografía de Bin Laden en lugar de la llama encendida. Y un texto escrito a mano: "¡Nos lo cargamos!". Más allá, en un dibujo que representa las Torres Gemelas destruidas en Nueva York, alguien escribió "puta guerra, puto ataque".
Ante el Pentágono, donde trabajó, Carroll, un hombre que prefiere no dar su apellido, declaró: "Estoy contento de que no esté más en este mundo", dijo en referencia a Bin Laden. "Me importa muy poco que esté vivo o muerto mientras que no oigamos hablar de él jamás. Yo no soy partidario de los asesinatos, pero es lo que pasó y es así", dijo antes de insistir: "Él no nos robó la libertad porque luchamos por eso".
A su lado, algunos turistas y grupos escolares deambulaban entre los bancos, bajo el ruido de los helicópteros del departamento de Defensa y de los aviones que despegan en el cercano aeropuerto Ronald Reagan. Los turistas se tomaban fotos ante el memorial, mientras los policías les recordaban que está prohibido fotografiar el Pentágono.