Laboriosa transición en Egipto a los cien días de la caída de Mubarak

El Cairo, Agencias
Egipto, sumido en un marasmo económico y sacudido por crecientes tensiones religiosas, vive una laboriosa transición cien días después de la caída de Hosni Mubarak, forzado a la renuncia por una revuelta popular sin precedentes.

Tras la concordia que reinó durante las protestas, que reunieron a musulmanes y cristianos contra el régimen en la plaza Tahrir de El Cairo, el país volvió a ser escenario de nuevos ataques confesionales. Los últimos causaron 15 muertos el 7 de mayo cuando un grupo de musulmanes atacó dos iglesias.

Las fuerzas del orden, y en particular el ejército, que dirige el país desde la dimisión de Mubarak el 11 de febrero, fueron criticadas por su falta de firmeza y prometieron actuar con "mano dura" contra las responsables de la violencia.

Mientras tanto, el futuro del ex presidente, en detención preventiva en un hospital desde el 13 de abril, y de su familia sigue siendo un tema sensible. Informaciones del diario independiente Al Shuruq según las cuales Mubarak se disponía a pedir disculpas a la población y entregar sus haberes al Estado a cambio de una amnistía provocaron la ira de muchos egipcios.

También el anuncio de la puesta en libertad de la ex primera dama Suzanne Mubarak después de que entregase una parte de su fortuna -4 millones de dólares- al Estado causó la indignación de muchos.

Por su parte, los hijos del ex presidente, Alaa y Gamal Mubarak, siguen en detención preventiva en el marco de una investigación por corrupción. También varios ex ministros de antiguo régimen tienen juicios en curso.

Cientos de ciudadanos volvieron a congregarse el viernes en la Plaza Tahrir, epicentro emblemático de la revuelta contra el régimen, para exigir que Mubarak sea juzgado y decir "no a una reconciliación con los asesinos y los criminales".

"Egipto se asemeja hoy a un enfermo sometido a una operación quirúrgica para extraer un tumor maligno: la operación tuvo éxito, pero el enfermo tiene que pasar el periodo de convalecencia", considera Usama Ghazali Harb, líder del partido del Frente Democrático, en el semanario Al Ahram.

El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas desmintió inmediatamente tener la intención de amnistiar a Mubarak. En un esfuerzo por evitar nuevas concentraciones masivas, los militares repiten con regularidad que están "del lado de la revolución".

Sin embargo, acusado de detenciones arbitrarias y de tortura por varias ONG, el ejército, ensalzado por los egipcios durante la sublevación, está perdiendo su buena imagen.

Por su parte, el sector industrial, muy afectado por la revuelta, sólo funciona al 50% de su capacidad, según el ministerio de Finanzas. El gobierno calcula entre 10.000 y 12.000 millones de dólares la financiación que necesitará recibir de la comunidad internacional hasta mediados de 2012.

El turismo, sector vital que antes de la sublevación se encontraban en plena expansión, también se vio golpeado de lleno, con 2.270 millones de dólares de ingresos perdidos desde principios de año.

El próximo curso político se presenta cargado, con elecciones legislativas previstas en septiembre y una elección presidencial en principios dos meses después.

Mientras tanto, Egipto se rehace una imagen en el plano diplomático, al lograr la firma en El Cairo de un acuerdo de reconciliación interpalestino tras meses de estancamiento y el nombramiento de su ministro de Relaciones Exteriores, Nabil al Arabi, como nuevo secretario general de la Liga Árabe.

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