La OTAN no bajará la guardia en Afganistán pese a la muerte de Bin Laden

La OTAN defendió este lunes la continuación de su misión antiterrorista en Afganistán pese a la muerte de Osama Bin Laden, frente a la creciente presión de la opinión pública europea para que sus gobiernos retiren rápidamente a las tropas del país asiático.

La operación estadounidense que acabó con la vida de Bin Laden en Pakistán "asesta un duro golpe a Al Qaeda y a sus seguidores", se congratuló la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) de la OTAN en Kabul.

Se trata de un "éxito significativo" para todos aquéllos que "combaten el flagelo del terrorismo mundial", coincidió el secretario general de la Alianza Atlántica, Anders Fogh Rasmussen, en un comunicado divulgado en Bruselas.

Es una "catástrofe" para Al Qaeda, reconoció por su parte uno de los miembros de la red terrorista basado en Yemen.

El llamamiento inmediato del presidente afgano, Hamid Karzai, a los talibanes -aliados de Al Qaeda- para que abandonen los combates muestra claramente la importancia de la muerte de Bin Laden.

"En cualquier caso, cambia la situación" de la campaña en Afganistán, cuyo "punto de partida fue Bin Laden", responsable de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, observa François Heisbourg, consejero de la Fundación para la Investigación Estratégica en París. "A partir del momento en que ya no está, es más difícil justificar la presencia militar de la OTAN, independientemente de la realidad sobre el terreno", agrega. La presión de la opinión pública europea, que ya reclama la partida de sus soldados, "va a acentuarse", prevé este analista.

La ISAF, bajo mando de la OTAN desde agosto de 2003 e integrada por 140.000 efectivos, prevé completar la transferencia de la responsabilidad de todas las operaciones a las tropas afganas a finales de 2014, al término de un periodo de transición iniciado este año. A partir de entonces, los soldados extranjeros que permanezcan en Afganistán asumirán un papel de apoyo cada vez más limitado.

Pero casi diez años después de los atentados del 11 de septiembre, que llevó a la invasión de Afganistán para derrocar del poder a los talibanes, "el terrorismo continúa amenazando directamente la seguridad" de los occidentales y de sus socios, estimó este lunes Rasmussen. La OTAN debe por lo tanto "continuar su misión" para "asegurarse de que (Afganistán ) no vuelve a convertirse en un refugio para el extremismo", señaló.

Pero varios países europeos miembros de la OTAN están impacientes por retirarse de Afganistán, siguiendo el ejemplo de Holanda y Canadá, y dejar a las tropas afganas asumir las operaciones ofensivas. La Haya sacó el año pasado a sus tropas de combate y Ottawa prevé hacer lo propio en los próximos meses.

Polonia anunció su intención de poner fin a su misión de combate en 2012 y Francia sopesa si mantener su contingente a su nivel actual.

Estados Unidos también prevé examinar a partir de julio la posibilidad de retirar a parte de sus 100.000 militares, en función de las condiciones sobre el terreno.

De ahí que algunos responsables de la OTAN reaccionaran con mucha prudencia a la muerte de Bin Laden.

El líder de Al Qaeda "era un idealista que inspiró a jóvenes militares", advirtió un oficial que pidió el anonimato. "Con o sin Bin Laden, la amenaza terrorista sigue viva", agregó un militar de alto rango.

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