Japoneses desalojados por crisis nuclear visitan casas brevemente
Tamura, Agencias
Varias decenas de residentes de un pueblo en los alrededores de la dañada planta nuclear de Fukushima Dai-ichi pudieron visitar brevemente sus hogares el jueves y recoger algunas pertenencias, por primera vez desde que el complejo cayó en crisis luego de los devastadores terremoto y maremoto del 11 de marzo.
Con trajes protectores blancos, los residentes apenas tuvieron tiempo para llenar bolsas plásticas con sus pertenencias y orar en un monumento improvisado. Luego tuvieron que retirarse.
Algunos de los residentes encendieron incienso en Namie, uno de los pueblos desiertos y evacuados que parecen haber quedado congelados en el tiempo desde la tragedia de hace dos meses y medio.
Los escombros siguen apilados y algunos montones tienen una altura de varios pisos, entre ellos uno con un buque que descansa precariamente sobre su cima.
Decenas de miles de personas evacuaron los pueblos cercanos a la planta poco después de que el tsunami inundó el complejo nuclear, que entonces comenzó a filtrar radiación.
Funcionarios locales y expertos nucleares escoltaron a los residentes tras la visita de dos horas.
"Todo estaba igual que cuando se produjo el terremoto", dijo Anna Takano, una estudiante de secundaria de 17 años de edad. "Me sentí muy extraña", agregó la residente de Futaba, el hogar de la planta.
Takano dijo que empacó tanta ropa de su casa como pudo y que después hizo una visita de 10 minutos a la tumba familiar.
Para la mayoría fue la primera vez que pudieron regresar a sus hogares y tomar algunas posesiones. Las autoridades ya habían permitido visitas similares a pueblos más alejados de la planta, pero la excursión del jueves fue la más profunda en la zona de exclusión alrededor de la planta, de un radio de 20 kilómetros (12 millas), que cualquier otra.
Muchos desalojados no tenían idea de cuánto podría durar la crisis y se fueron sólo con la ropa que llevaban puesta y quizás bolsos o billeteras.
Varias decenas de residentes de un pueblo en los alrededores de la dañada planta nuclear de Fukushima Dai-ichi pudieron visitar brevemente sus hogares el jueves y recoger algunas pertenencias, por primera vez desde que el complejo cayó en crisis luego de los devastadores terremoto y maremoto del 11 de marzo.
Con trajes protectores blancos, los residentes apenas tuvieron tiempo para llenar bolsas plásticas con sus pertenencias y orar en un monumento improvisado. Luego tuvieron que retirarse.
Algunos de los residentes encendieron incienso en Namie, uno de los pueblos desiertos y evacuados que parecen haber quedado congelados en el tiempo desde la tragedia de hace dos meses y medio.
Los escombros siguen apilados y algunos montones tienen una altura de varios pisos, entre ellos uno con un buque que descansa precariamente sobre su cima.
Decenas de miles de personas evacuaron los pueblos cercanos a la planta poco después de que el tsunami inundó el complejo nuclear, que entonces comenzó a filtrar radiación.
Funcionarios locales y expertos nucleares escoltaron a los residentes tras la visita de dos horas.
"Todo estaba igual que cuando se produjo el terremoto", dijo Anna Takano, una estudiante de secundaria de 17 años de edad. "Me sentí muy extraña", agregó la residente de Futaba, el hogar de la planta.
Takano dijo que empacó tanta ropa de su casa como pudo y que después hizo una visita de 10 minutos a la tumba familiar.
Para la mayoría fue la primera vez que pudieron regresar a sus hogares y tomar algunas posesiones. Las autoridades ya habían permitido visitas similares a pueblos más alejados de la planta, pero la excursión del jueves fue la más profunda en la zona de exclusión alrededor de la planta, de un radio de 20 kilómetros (12 millas), que cualquier otra.
Muchos desalojados no tenían idea de cuánto podría durar la crisis y se fueron sólo con la ropa que llevaban puesta y quizás bolsos o billeteras.