Isabel II visita lugar donde tropas británicas cometieron masacre
Dublin, Agencias
En su viaje de reconciliación a Irlanda, la reina Isabel II visitó el miércoles el lugar de una famosa masacre, donde soldados británicos mataron a 14 civiles irlandeses en 1920.
La presencia de la monarca al estadio de Croke Park en la segunda jornada de su visita de cuatro días puso de relieve la mejora de las relaciones anglo-irlandeses desde aquellos tiempos turbulentos. El gran estadio deportivo es un lugar venerado por el nacionalismo irlandés.
Allí sucedió el "Domingo Sangriento" original, cuando los soldados abrieron fuego sobre civiles durante una justa deportiva importante entre Dublin y Tipperary. Los irlandeses jamás lo han olvidado, pero algunos consideraron que la visita real fue un paso hacia la reconciliación.
"Creo que pensaba que nunca sucedería, pero tenía esperanzas", dijo Tadhg Meehan, secretario de la Asociación Atlética Gaélica y anfitrión de la visita.
La reina no habló en el lugar, pero se prevé que abordaría la problemática historia de las dos naciones en una cena oficial que estaba por brindarle la presidenta irlandesa Mary McAleese.
Los 82.000 asientos del estadio Croke estaban vacíos debido a las estrictas medidas de seguridad durante la visita, que algunos grupos disidentes han denunciado. Los sones de una banda de alientos hicieron eco en las graderías desiertas.
En un breve discurso en el salón Hogan del estadio, el presidente de la asociación, Christy Cooney, dio la bienvenida a la reina y el príncipe Felipe, habló de los muertos en el Domingo Sangriento y destacó las buenas relaciones que existen ahora entre los dos países.
No todos los eventos del día estaban tan cargados de historia. La reina y Felipe visitaron en primer término la cervecería Guinness Storehouse, uno de los lugares más concurridos de Dublin, con el Gravity Bar, famoso por la vista panorámica de la ciudad.
El maestro cervecero Fergal Murray sirvió un vaso de Guinness que la reina rechazó con una gran sonrisa. Felipe lo contemplaba con evidentes deseos de echarse un trago, pero también se abstuvo.
En su viaje de reconciliación a Irlanda, la reina Isabel II visitó el miércoles el lugar de una famosa masacre, donde soldados británicos mataron a 14 civiles irlandeses en 1920.
La presencia de la monarca al estadio de Croke Park en la segunda jornada de su visita de cuatro días puso de relieve la mejora de las relaciones anglo-irlandeses desde aquellos tiempos turbulentos. El gran estadio deportivo es un lugar venerado por el nacionalismo irlandés.
Allí sucedió el "Domingo Sangriento" original, cuando los soldados abrieron fuego sobre civiles durante una justa deportiva importante entre Dublin y Tipperary. Los irlandeses jamás lo han olvidado, pero algunos consideraron que la visita real fue un paso hacia la reconciliación.
"Creo que pensaba que nunca sucedería, pero tenía esperanzas", dijo Tadhg Meehan, secretario de la Asociación Atlética Gaélica y anfitrión de la visita.
La reina no habló en el lugar, pero se prevé que abordaría la problemática historia de las dos naciones en una cena oficial que estaba por brindarle la presidenta irlandesa Mary McAleese.
Los 82.000 asientos del estadio Croke estaban vacíos debido a las estrictas medidas de seguridad durante la visita, que algunos grupos disidentes han denunciado. Los sones de una banda de alientos hicieron eco en las graderías desiertas.
En un breve discurso en el salón Hogan del estadio, el presidente de la asociación, Christy Cooney, dio la bienvenida a la reina y el príncipe Felipe, habló de los muertos en el Domingo Sangriento y destacó las buenas relaciones que existen ahora entre los dos países.
No todos los eventos del día estaban tan cargados de historia. La reina y Felipe visitaron en primer término la cervecería Guinness Storehouse, uno de los lugares más concurridos de Dublin, con el Gravity Bar, famoso por la vista panorámica de la ciudad.
El maestro cervecero Fergal Murray sirvió un vaso de Guinness que la reina rechazó con una gran sonrisa. Felipe lo contemplaba con evidentes deseos de echarse un trago, pero también se abstuvo.