Yihadistas gracias a Guantánamo
Casi la mitad de los presos que el Pentágono consideró reincidentes no había participado en actos de combate o ataques terroristas antes de ser recluidos
Madrid, El País
Los escasos y oscuros datos sobre reincidencia de los presos excarcelados de Guantánamo que manejó el Pentágono muestran, tras ser depurados, que solo una pequeña minoría se involucró después en actividades terroristas o en acciones de combate contra EE UU. De aquellos que han sido identificados con nombre y apellidos, un 41% no formó parte de la yihad antes de su paso por el penal, según las valoraciones contenidas en las fichas del Departamento de Defensa filtradas a EL PAÍS por Wikileaks.
La posible reincidencia de los presos de Guantánamo ha sido el eje central del discurso en contra del cierre del penal después de que Barack Obama prometiera hacerlo en enero de 2009. Con este argumento, el Congreso de EE UU, apoyado por buena parte de la opinión pública del país, se ha opuesto a que sean liberados, juzgados o encerrados dentro de su territorio. Informes del Pentágono de 2009 y 2010 ofrecen porcentajes de reincidencia confirmada de entre el 5% y el 13%, datos que han sido refutados por otras investigaciones. Pero, incluso si fueran ciertos, las fichas secretas de los mandos militares de Guantánamo cedidas a EL PAÍS por Wikileaks plantean la posibilidad de una hipótesis distinta de la reincidencia: la radicalización de algunos presos después de años en detención indefinida sin acceso a un proceso; sin saber si algún día podrían salir de una prisión en la que eran constantemente sometidos a duros interrogatorios y en la que ha habido múltiples denuncias de tortura.
El afgano Mohamed Ismail tenía 14 años en 2002. Buscaba trabajo como albañil cuando fue detenido y entregado a los norteamericanos, que lo enviaron a Guantánamo y encerraron durante dos años. Su ficha secreta militar concluía sin embargo que no suponía amenaza alguna; que no había sido miembro de Al Qaeda ni líder talibán. El Pentágono lo incluye ahora en su lista de "reincidentes" por haber atacado a las fuerzas estadounidenses en Kandahar apenas cuatro meses después de su liberación. Como él, otros 12 de los 29 identificados con nombre y apellidos por el Gobierno de EE UU como "reenganchados" a actividades terroristas no eran yihadistas antes de entrar en el penal según los informes de los mandos de Guantánamo, que los consideraron poco o nada peligrosos. A uno de ellos lo calificaban como de riesgo "medio" pero por error: en el mismo documento dicen que se habían equivocado con sus supuestas conexiones yihadistas. De otros siete se decía que "quizá" podían ser un peligro. Solo habían sido catalogados como de alto riesgo nueve; menos de un tercio.
Por otro lado, los escasos y oscuros datos sobre "reincidencia" aportados por el Pentágono muestran que solo una pequeña minoría se involucró en realidad en actividades terroristas o de lucha contra EE UU tras su liberación. Un informe de septiembre de 2009 afirmaba que 74 de los 530 presos liberados hasta ese momento habían reincidido. Es decir, uno de cada siete. Sin embargo, la cifra no es precisa. De los 74, solo 27 casos estaban confirmados (y un análisis más a fondo revela que apenas hay sentencias firmes; en muchos otros hay un mero arresto o prisión preventiva). Los otros 47 solo eran "sospechosos", como reconocía el propio informe, de forma que la cifra de reincidencia no era del 14% sino del 5%: 27 presos de 530.
Además, el Pentágono no aporta datos que permitan contrastar su información. De las 74 personas de las que se habla, solo se da la identidad de 29 y solo de 11 se añade una pequeña reseña (de entre 3 y 11 líneas). Del resto no se sabe nada. No es posible conocer cómo ni de dónde ha obtenido el Gobierno de EE UU los datos ni en qué consisten.
El director de Inteligencia Nacional del Departamento de Defensa reevaluó la cuestión en octubre de 2010: la reincidencia, según este nuevo informe, había subido. De 598 presos liberados en ese momento, 81 eran "reincidentes" confirmados y otros 69, sospechosos. En este nuevo informe no se aporta un solo caso ni una sola identidad nueva. Creer el dato o no hacerlo es solo una cuestión de fe. Un think tank de Washington, la New America Foundation, buceó en informes gubernamentales y noticias publicadas en todo el mundo para ofrecer una cifra alternativa: solo han encontrado rastro de 48 exprisioneros de Guantánamo detenidos de nuevo o sospechosos de haber participado en actividades ilícitas. Es decir, incluso contando a los sospechosos se volvería de nuevo a la cifra del 5% o 6% de reincidencia.
Estos datos no tienen en cuenta, además, que en muchos países se ha encarcelado a expresos de Guantánamo sin un proceso justo. La ONG Human Rights Watch ha denunciado la persecución y el acoso infligidos por las autoridades rusas a los siete prisioneros que regresaron a su país el 27 de febrero de 2007. Dos de ellos están en prisión por un sabotaje a un gasoducto. Un jurado popular los absolvió y el juicio se repitió después de que el fiscal pidiera y lograra su anulación y una posterior condena.
De cualquier forma, aunque la cifra sea baja, algunos de los presos sí han cometido actos terroristas tras recuperar la libertad. El más grave, el del kuwaití Abdalá Salí al Ajmi, que protagonizó un ataque suicida en Mosul (Irak), el 28 de marzo de 2008. Su abogado, Thomas Wilner, está convencido de que se radicalizó en Guantánamo.
El resto de los presuntos reincidentes no ha llegado tan lejos como Al Ajmi, pero algún otro ha muerto en combate. Sha Mohamed Alijel perdió la vida luchando contra las fuerzas de EE UU en Afganistán tras salir de Guantánamo, donde había llegado con 20 años solo por haber trabajado como pastelero para los talibanes.
Madrid, El País
Los escasos y oscuros datos sobre reincidencia de los presos excarcelados de Guantánamo que manejó el Pentágono muestran, tras ser depurados, que solo una pequeña minoría se involucró después en actividades terroristas o en acciones de combate contra EE UU. De aquellos que han sido identificados con nombre y apellidos, un 41% no formó parte de la yihad antes de su paso por el penal, según las valoraciones contenidas en las fichas del Departamento de Defensa filtradas a EL PAÍS por Wikileaks.
La posible reincidencia de los presos de Guantánamo ha sido el eje central del discurso en contra del cierre del penal después de que Barack Obama prometiera hacerlo en enero de 2009. Con este argumento, el Congreso de EE UU, apoyado por buena parte de la opinión pública del país, se ha opuesto a que sean liberados, juzgados o encerrados dentro de su territorio. Informes del Pentágono de 2009 y 2010 ofrecen porcentajes de reincidencia confirmada de entre el 5% y el 13%, datos que han sido refutados por otras investigaciones. Pero, incluso si fueran ciertos, las fichas secretas de los mandos militares de Guantánamo cedidas a EL PAÍS por Wikileaks plantean la posibilidad de una hipótesis distinta de la reincidencia: la radicalización de algunos presos después de años en detención indefinida sin acceso a un proceso; sin saber si algún día podrían salir de una prisión en la que eran constantemente sometidos a duros interrogatorios y en la que ha habido múltiples denuncias de tortura.
El afgano Mohamed Ismail tenía 14 años en 2002. Buscaba trabajo como albañil cuando fue detenido y entregado a los norteamericanos, que lo enviaron a Guantánamo y encerraron durante dos años. Su ficha secreta militar concluía sin embargo que no suponía amenaza alguna; que no había sido miembro de Al Qaeda ni líder talibán. El Pentágono lo incluye ahora en su lista de "reincidentes" por haber atacado a las fuerzas estadounidenses en Kandahar apenas cuatro meses después de su liberación. Como él, otros 12 de los 29 identificados con nombre y apellidos por el Gobierno de EE UU como "reenganchados" a actividades terroristas no eran yihadistas antes de entrar en el penal según los informes de los mandos de Guantánamo, que los consideraron poco o nada peligrosos. A uno de ellos lo calificaban como de riesgo "medio" pero por error: en el mismo documento dicen que se habían equivocado con sus supuestas conexiones yihadistas. De otros siete se decía que "quizá" podían ser un peligro. Solo habían sido catalogados como de alto riesgo nueve; menos de un tercio.
Por otro lado, los escasos y oscuros datos sobre "reincidencia" aportados por el Pentágono muestran que solo una pequeña minoría se involucró en realidad en actividades terroristas o de lucha contra EE UU tras su liberación. Un informe de septiembre de 2009 afirmaba que 74 de los 530 presos liberados hasta ese momento habían reincidido. Es decir, uno de cada siete. Sin embargo, la cifra no es precisa. De los 74, solo 27 casos estaban confirmados (y un análisis más a fondo revela que apenas hay sentencias firmes; en muchos otros hay un mero arresto o prisión preventiva). Los otros 47 solo eran "sospechosos", como reconocía el propio informe, de forma que la cifra de reincidencia no era del 14% sino del 5%: 27 presos de 530.
Además, el Pentágono no aporta datos que permitan contrastar su información. De las 74 personas de las que se habla, solo se da la identidad de 29 y solo de 11 se añade una pequeña reseña (de entre 3 y 11 líneas). Del resto no se sabe nada. No es posible conocer cómo ni de dónde ha obtenido el Gobierno de EE UU los datos ni en qué consisten.
El director de Inteligencia Nacional del Departamento de Defensa reevaluó la cuestión en octubre de 2010: la reincidencia, según este nuevo informe, había subido. De 598 presos liberados en ese momento, 81 eran "reincidentes" confirmados y otros 69, sospechosos. En este nuevo informe no se aporta un solo caso ni una sola identidad nueva. Creer el dato o no hacerlo es solo una cuestión de fe. Un think tank de Washington, la New America Foundation, buceó en informes gubernamentales y noticias publicadas en todo el mundo para ofrecer una cifra alternativa: solo han encontrado rastro de 48 exprisioneros de Guantánamo detenidos de nuevo o sospechosos de haber participado en actividades ilícitas. Es decir, incluso contando a los sospechosos se volvería de nuevo a la cifra del 5% o 6% de reincidencia.
Estos datos no tienen en cuenta, además, que en muchos países se ha encarcelado a expresos de Guantánamo sin un proceso justo. La ONG Human Rights Watch ha denunciado la persecución y el acoso infligidos por las autoridades rusas a los siete prisioneros que regresaron a su país el 27 de febrero de 2007. Dos de ellos están en prisión por un sabotaje a un gasoducto. Un jurado popular los absolvió y el juicio se repitió después de que el fiscal pidiera y lograra su anulación y una posterior condena.
De cualquier forma, aunque la cifra sea baja, algunos de los presos sí han cometido actos terroristas tras recuperar la libertad. El más grave, el del kuwaití Abdalá Salí al Ajmi, que protagonizó un ataque suicida en Mosul (Irak), el 28 de marzo de 2008. Su abogado, Thomas Wilner, está convencido de que se radicalizó en Guantánamo.
El resto de los presuntos reincidentes no ha llegado tan lejos como Al Ajmi, pero algún otro ha muerto en combate. Sha Mohamed Alijel perdió la vida luchando contra las fuerzas de EE UU en Afganistán tras salir de Guantánamo, donde había llegado con 20 años solo por haber trabajado como pastelero para los talibanes.