Drama sobre el presupuesto pone a prueba a Obama y al Congreso para los comicios de 2012
Washington, Agencias
El drama sobre el presupuesto federal para 2011, resuelto la noche de este viernes con un "histórico" acuerdo que conjuró un cierre del Gobierno, puso a prueba al presidente Barack Obama y a los líderes del Congreso de EE.UU., de cara a los comicios de 2012.
El acuerdo, calificado de "histórico", es fruto de una férrea lucha ideológica, repleta de invectivas, sobre cómo reducir el déficit presupuestario, que este año rondará los 1,4 billones de dólares.
El abismo entre demócratas y republicanos obligó a Obama a meterse de lleno en el diálogo esta semana, para evitar el impacto, dentro y fuera de EE.UU., de cesar temporalmente a 800.000 empleados federales y paralizar las operaciones del Gobierno.
Obama convocó a varias reuniones privadas en la Casa Blanca al presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, y al líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid.
También hizo llamadas telefónicas al Capitolio a lo largo del viernes, y advirtió que un cierre del Gobierno perjudicaría la recuperación económica.
El acuerdo, que financia las operaciones de la burocracia federal hasta el próximo viernes e incluye recortes por 38.500 millones de dólares para el año fiscal 2011, fue sellado con un apretón de manos y con múltiples concesiones.
"No hicimos esto a última hora por crear un drama", explicó anoche Reid. "Lo hicimos porque ha sido difícil llegar a este punto".
El Congreso no aprobó el presupuesto para el año fiscal que comenzó en octubre pasado, de allí que los legisladores venían financiando a las agencias con un total de seis resoluciones temporales.
Las concesiones tienen como telón de fondo el descontento popular que, según las encuestas, existe con la fragmentada clase política en Washington.
Contrario al cierre del Gobierno en 1995 y 1996, que claramente perjudicó a los republicanos y contribuyó a la reelección de Bill Clinton, ahora la opinión pública está dividida sobre quiénes son los culpables de la incompetencia en Washington.
Una encuesta reciente del diario The Washington Post dijo que el 37 por ciento de los votantes responsabilizaría a los demócratas por un cierre del Gobierno, y un porcentaje similar a los republicanos. Un 15 por ciento culparía a ambos.
Este año, las divisiones ideológicas se mantuvieron sobre cuánto y de dónde suprimir fondos. La "batalla de los millones" la ganaron los republicanos, porque el monto de recortes fue mayor a los 33.000 millones que proponían los demócratas.
Una medida que aprobó la Cámara Baja en febrero pasado recortaba 60.000 millones de dólares para 2011, pero ésta no prosperó en el Senado, bajo control demócrata.
Para Boehner, el acuerdo final equivale al "mayor recorte de gastos en la historia estadounidense".
Entre otras concesiones, los demócratas aceptaron someter a voto en el Senado la revocación de la reforma sanitaria de 2010 que, según la oposición, es una costosa injerencia del Estado.
A cambio, los republicanos retiraron de la mesa los recortes a los centros de planificación familiar de Planned Parenthood, que en algunos sitios ofrecen servicios de aborto.
Pero se avecinan otras batallas que serán igual de volátiles: el próximo debate será sobre el presupuesto para el año fiscal 2012, y los republicanos proponen recortes de seis billones de dólares en la próxima década.
Después, el Congreso debatirá elevar el límite de la deuda nacional, de 14,3 billones de dólares y que EE.UU. probablemente sobrepasará a mediados de mayo.
Los republicanos recuperaron el control de la Cámara baja en 2010 con una plataforma de austeridad fiscal, y los militantes del movimiento conservador "Tea Party", que los auparon en el poder y exigen recortes de al menos 100.000 millones de dólares, les pasan la factura.
Los demócratas tampoco se salvan. Grupos de corte progresista apoyan reducir el déficit, pero no con un "zarpazo" que afecte a comunidades "vulnerables", y señalan que estos recortes no son el "cambio" que prometió Obama en 2008.
David Walker, fundador del grupo independiente "No Labels", dijo hoy en un comunicado que, en adelante, "la verdadera prueba será si ambos partidos pueden continuar trabajando juntos en aras de soluciones reales a los graves retos fiscales de nuestro país".
Es lo mismo que, papeleta en mano, tomarán en cuenta los votantes en noviembre de 2012, cuando Obama y buena parte de los congresistas busquen la reelección.
El drama sobre el presupuesto federal para 2011, resuelto la noche de este viernes con un "histórico" acuerdo que conjuró un cierre del Gobierno, puso a prueba al presidente Barack Obama y a los líderes del Congreso de EE.UU., de cara a los comicios de 2012.
El acuerdo, calificado de "histórico", es fruto de una férrea lucha ideológica, repleta de invectivas, sobre cómo reducir el déficit presupuestario, que este año rondará los 1,4 billones de dólares.
El abismo entre demócratas y republicanos obligó a Obama a meterse de lleno en el diálogo esta semana, para evitar el impacto, dentro y fuera de EE.UU., de cesar temporalmente a 800.000 empleados federales y paralizar las operaciones del Gobierno.
Obama convocó a varias reuniones privadas en la Casa Blanca al presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, y al líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid.
También hizo llamadas telefónicas al Capitolio a lo largo del viernes, y advirtió que un cierre del Gobierno perjudicaría la recuperación económica.
El acuerdo, que financia las operaciones de la burocracia federal hasta el próximo viernes e incluye recortes por 38.500 millones de dólares para el año fiscal 2011, fue sellado con un apretón de manos y con múltiples concesiones.
"No hicimos esto a última hora por crear un drama", explicó anoche Reid. "Lo hicimos porque ha sido difícil llegar a este punto".
El Congreso no aprobó el presupuesto para el año fiscal que comenzó en octubre pasado, de allí que los legisladores venían financiando a las agencias con un total de seis resoluciones temporales.
Las concesiones tienen como telón de fondo el descontento popular que, según las encuestas, existe con la fragmentada clase política en Washington.
Contrario al cierre del Gobierno en 1995 y 1996, que claramente perjudicó a los republicanos y contribuyó a la reelección de Bill Clinton, ahora la opinión pública está dividida sobre quiénes son los culpables de la incompetencia en Washington.
Una encuesta reciente del diario The Washington Post dijo que el 37 por ciento de los votantes responsabilizaría a los demócratas por un cierre del Gobierno, y un porcentaje similar a los republicanos. Un 15 por ciento culparía a ambos.
Este año, las divisiones ideológicas se mantuvieron sobre cuánto y de dónde suprimir fondos. La "batalla de los millones" la ganaron los republicanos, porque el monto de recortes fue mayor a los 33.000 millones que proponían los demócratas.
Una medida que aprobó la Cámara Baja en febrero pasado recortaba 60.000 millones de dólares para 2011, pero ésta no prosperó en el Senado, bajo control demócrata.
Para Boehner, el acuerdo final equivale al "mayor recorte de gastos en la historia estadounidense".
Entre otras concesiones, los demócratas aceptaron someter a voto en el Senado la revocación de la reforma sanitaria de 2010 que, según la oposición, es una costosa injerencia del Estado.
A cambio, los republicanos retiraron de la mesa los recortes a los centros de planificación familiar de Planned Parenthood, que en algunos sitios ofrecen servicios de aborto.
Pero se avecinan otras batallas que serán igual de volátiles: el próximo debate será sobre el presupuesto para el año fiscal 2012, y los republicanos proponen recortes de seis billones de dólares en la próxima década.
Después, el Congreso debatirá elevar el límite de la deuda nacional, de 14,3 billones de dólares y que EE.UU. probablemente sobrepasará a mediados de mayo.
Los republicanos recuperaron el control de la Cámara baja en 2010 con una plataforma de austeridad fiscal, y los militantes del movimiento conservador "Tea Party", que los auparon en el poder y exigen recortes de al menos 100.000 millones de dólares, les pasan la factura.
Los demócratas tampoco se salvan. Grupos de corte progresista apoyan reducir el déficit, pero no con un "zarpazo" que afecte a comunidades "vulnerables", y señalan que estos recortes no son el "cambio" que prometió Obama en 2008.
David Walker, fundador del grupo independiente "No Labels", dijo hoy en un comunicado que, en adelante, "la verdadera prueba será si ambos partidos pueden continuar trabajando juntos en aras de soluciones reales a los graves retos fiscales de nuestro país".
Es lo mismo que, papeleta en mano, tomarán en cuenta los votantes en noviembre de 2012, cuando Obama y buena parte de los congresistas busquen la reelección.