Costa de Marfil: entre batallas, el régimen se acercaría a su fin
Abiyán, Agencias
Después de 10 años, el régimen de Laurent Gbagbo en Costa de Marfil parecía llegar a su hora final el viernes, luego de que combatientes rodearon tanto su residencia como el palacio presidencial y luchaban para derrocar al hombre que se ha negado a reconocer su derrota en las elecciones del año pasado.
Incluso ante la evidencia de un rápido avance militar por Costa de Marfil, que llegó hasta la puerta de su casa, Gbagbo rechazó los llamados a dimitir.
Sus colaboradores, desafiantes, dijeron que nunca van a ceder, a pesar de que un grupo armado que lucha para instalar al ganador internacionalmente reconocido de la elección, Alassane Ouattara, controla casi el 80% del país, y ahora grandes franjas de su ciudad más grande.
"No se trata de ceder", dijo el asesor presidencial de Gbagbo, Fred Anderson. "No corresponde a la comunidad internacional imponer a nuestro líder".
El viernes, durante el día, el fuego de ametralladoras se oyó en cada extremo de la carretera junto al agua, que conduce al palacio. Este se encuentra estratégicamente ubicado en una península rodeada por todos lados por una laguna, y vehículos militares con lanzacohetes aceleraban por los alrededores mientras helicópteros Mi-24 sobrevolaban la zona.
Gbagbo retrasó las elecciones de noviembre por cinco años, y las cancelaba cada año para luego prometer, y después incumplir, que las iba a realizar al siguiente.
La victoria de Ouattara, con el 54% de los votos, fue reconocida primero por la comisión electoral del país y luego por Naciones Unidas, que estudió minuciosamente miles de actas de escrutinio antes de certificar los resultados. Ouattara ha sido reconocido por gobiernos de todo el mundo, y líderes que van desde el presidente estadounidense Barack Obama hasta su homólogo francés Nicolas Sarkozy han pedido a Gbagbo que dimita.
Gbagbo, de 65 años, no ha sido visto en público desde que comenzó la ofensiva hace cinco días, pero su círculo cercano asegura que todavía está en Abiyán y que luchará hasta el final. No está claro dónde está escondido, y los partidarios de Ouattara especulan que se encuentra en un búnker en el palacio.
Al menos 1 millón de personas ha abandonado la ciudad y 494 han muerto durante los cuatro meses de violencia desatada por las fuerzas de seguridad de Gbagbo. En un principio, los líderes mundiales le ofrecieron amnistía y una salida privilegiada a cambio de retirarse pacíficamente. La ONU ha dicho que su régimen será investigado por posibles crímenes contra la humanidad.
Durante la mayor parte del conflicto, las fuerzas de seguridad de Gbagbo cometieron abusos contra la población civil, de acuerdo con visitas realizadas por The Associated Press a las morgues locales, informes directos de los reporteros y fotógrafos de AP, y entrevistas con marfileños y funcionarios de derechos humanos. Esos informes reforzaron la estatura internacional de Ouattara, cuyos partidarios sólo comenzaron a armarse y combatir recientemente.
Eso podría cambiar ahora que Ouattara ha aceptado la ayuda de un grupo rebelde con sede en el norte, cuyos miembros constituyen la mayoría de los combatientes que ahora asaltan Abiyán.
Con ataques desde el occidente, el centro y el oriente, los combatientes tomaron ciudades prácticamente sin resistencia, y se apoderaron de más de tres cuartas partes del país en cuatro días. En el momento en que los vehículos militares entraron en Abiyán la mañana del viernes, hasta unos 50.000 miembros de las fuerzas de seguridad de Gbagbo habían desertado, según el enviado de la ONU en Costa de Marfil, Choi Young-jin.
Después de 10 años, el régimen de Laurent Gbagbo en Costa de Marfil parecía llegar a su hora final el viernes, luego de que combatientes rodearon tanto su residencia como el palacio presidencial y luchaban para derrocar al hombre que se ha negado a reconocer su derrota en las elecciones del año pasado.
Incluso ante la evidencia de un rápido avance militar por Costa de Marfil, que llegó hasta la puerta de su casa, Gbagbo rechazó los llamados a dimitir.
Sus colaboradores, desafiantes, dijeron que nunca van a ceder, a pesar de que un grupo armado que lucha para instalar al ganador internacionalmente reconocido de la elección, Alassane Ouattara, controla casi el 80% del país, y ahora grandes franjas de su ciudad más grande.
"No se trata de ceder", dijo el asesor presidencial de Gbagbo, Fred Anderson. "No corresponde a la comunidad internacional imponer a nuestro líder".
El viernes, durante el día, el fuego de ametralladoras se oyó en cada extremo de la carretera junto al agua, que conduce al palacio. Este se encuentra estratégicamente ubicado en una península rodeada por todos lados por una laguna, y vehículos militares con lanzacohetes aceleraban por los alrededores mientras helicópteros Mi-24 sobrevolaban la zona.
Gbagbo retrasó las elecciones de noviembre por cinco años, y las cancelaba cada año para luego prometer, y después incumplir, que las iba a realizar al siguiente.
La victoria de Ouattara, con el 54% de los votos, fue reconocida primero por la comisión electoral del país y luego por Naciones Unidas, que estudió minuciosamente miles de actas de escrutinio antes de certificar los resultados. Ouattara ha sido reconocido por gobiernos de todo el mundo, y líderes que van desde el presidente estadounidense Barack Obama hasta su homólogo francés Nicolas Sarkozy han pedido a Gbagbo que dimita.
Gbagbo, de 65 años, no ha sido visto en público desde que comenzó la ofensiva hace cinco días, pero su círculo cercano asegura que todavía está en Abiyán y que luchará hasta el final. No está claro dónde está escondido, y los partidarios de Ouattara especulan que se encuentra en un búnker en el palacio.
Al menos 1 millón de personas ha abandonado la ciudad y 494 han muerto durante los cuatro meses de violencia desatada por las fuerzas de seguridad de Gbagbo. En un principio, los líderes mundiales le ofrecieron amnistía y una salida privilegiada a cambio de retirarse pacíficamente. La ONU ha dicho que su régimen será investigado por posibles crímenes contra la humanidad.
Durante la mayor parte del conflicto, las fuerzas de seguridad de Gbagbo cometieron abusos contra la población civil, de acuerdo con visitas realizadas por The Associated Press a las morgues locales, informes directos de los reporteros y fotógrafos de AP, y entrevistas con marfileños y funcionarios de derechos humanos. Esos informes reforzaron la estatura internacional de Ouattara, cuyos partidarios sólo comenzaron a armarse y combatir recientemente.
Eso podría cambiar ahora que Ouattara ha aceptado la ayuda de un grupo rebelde con sede en el norte, cuyos miembros constituyen la mayoría de los combatientes que ahora asaltan Abiyán.
Con ataques desde el occidente, el centro y el oriente, los combatientes tomaron ciudades prácticamente sin resistencia, y se apoderaron de más de tres cuartas partes del país en cuatro días. En el momento en que los vehículos militares entraron en Abiyán la mañana del viernes, hasta unos 50.000 miembros de las fuerzas de seguridad de Gbagbo habían desertado, según el enviado de la ONU en Costa de Marfil, Choi Young-jin.