Análisis: Libia prueba límites de OTAN sin EEUU

Bruselas, Agencias
La insistencia del presidente Barack Obama en que la OTAN, y no Estados Unidos, asumiera el mando en los ataques contra las fuerzas de Moamar Gadafi ha puesto en evidencia una verdad incómoda sobre una alianza que nunca antes emprendió una ofensiva aeronáutica que no fuera liderada por Washington.

es que los otros 27 países que conforman la OTAN no tengan suficientes aviones de combate, pilotos o bombas. El problema es que, mientras que algunos como Francia y Gran Bretaña están dispuestos a participar plenamente, otros han limitado sus funciones a aquellas que no se relacionan con combates. Y otros han decidido no tener en absoluto participación militar.

Todos se han acostumbrado a una forma diferente de operar, en la que Estados Unidos abre el camino y asume buena parte de la carga de los combates. No es algo sorpresivo, dado que la OTAN fue creada en 1949 como una respuesta encabezada por Estados Unidos ante la amenaza de una invasión de Europa Occidental por parte de la antigua Unión Soviética.

Pero se suponía que en Libia la situación sería distinta.

En su discurso del 28 de marzo, en el que explicó la misión a los estadounidenses, Obama describió a Libia como un ejemplo de un problema que no amenazaba directamente la seguridad de los norteamericanos. Ello significaba que, si bien Estados Unidos debía ayudar a proteger a los civiles ahí, no debería soportar toda la carga, señaló el mandatario.

"Un liderazgo real genera las condiciones y coaliciones para que otros den también un paso al frente, para trabajar con aliados y socios, de modo que soporten su proporción de la carga y paguen su parte de los costos", dijo Obama. Confió plenamente en que la OTAN, como "nuestra alianza más efectiva", sería capaz de "ejercer una presión continua" sobre el poder militar de Gadafi en tierra que no había sido destruido o dañado en un ataque aéreo inicial, encabezado por Estados Unidos.

En el momento de su discurso, la OTAN había anunciado recién la decisión de asumir la plena responsabilidad por comandar la operación en Libia, a la que Estados Unidos prestaría apoyo. Esa ayuda consistiría por ejemplo en buena parte de las operaciones de aeronaves que realizaban misiones de observación y reconocimiento del campo de batalla, así como el envío de aeronaves que suministraran combustible a las de la OTAN.

"Debido a esta transición hacia una coalición más amplia, basada en la OTAN, el riesgo y costo de esta operación para nuestros militares y para los contribuyentes estadounidenses se reducirán significativamente", dijo Obama.

Pero, ¿cuán efectivo ha resultado esta operación sin un papel protagónico de Estados Unidos?

Gadafi no ha dejado de atacar Misrata, la única ciudad importante en el occidente de Libia que es controlada parcialmente por los rebeldes. Los aviones de la OTAN tampoco lograron hacer que retrocedieran las fuerzas de Gadafi que amenazaban la ciudad oriental de Ajdabiya.

Las esperanzas de los rebeldes, acerca de una victoria militar, se han desvanecido prácticamente, en medio de solicitudes de una campaña más intensa por parte de aviones de la OTAN y de Estados Unidos. Incluso algunos aliados de la OTAN se han quejado de un esfuerzo a medias.

Algunos miembros de la alianza se culpan entre sí.

Hans Binnedijk, vicepresidente de investigación en la Universidad de la Defensa Nacional y autoridad estadounidense ante la OTAN, dijo el miércoles que ahora está claro que la decisión de Obama, de relegar a los militares norteamericanos a un papel secundario en Libia, implicaba un desafío hacia la alianza: "veamos qué pueden hacer ustedes".

"Y quizás ha sido una lección dura para los europeos el reconocer que para ellos es muy difícil realizar estas operaciones sin Estados Unidos", dijo Binnedijk en una entrevista.

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