48.000 personas huyen de la violencia en el norte de Nigeria tras las elecciones
Los enfrentamientos entre partidarios de los candidatos causan 200 muertos
Al menos 200 personas han muerto y unas 48.000 han tenido que huir de sus casas, según la Cruz Roja, desde que el pasado lunes las ciudades del norte de Nigeria estallaran en protestas tras la victoria en los comicios electorales de Goodluck Jonathan, líder del siempre hegemónico Partido del Pueblo Democrático (PDP).
En un país profundamente dividido entre un norte musulmán pobre y un sur cristiano más rico -Jonathan procede del Delta, fuente de la riqueza petrolífera del país-, cobra importancia la llamada a la tranquilidad del que fuera el candidato preferido en los Estados norteños, el general Muhamadu Buhari, quien, pese a acusar de irregularidades en el recuento de votos a favor de Jonathan, urgió ayer a la población "a calmarse y a respetar las leyes". "Vamos a denunciar estas irregularidades a la comisión electoral y a obtener justicia", dijo Buhari.
Pese a las acusaciones de Buhari, que fue jefe de Estado por medio de un golpe militar en la década de los ochenta, los observadores electorales internacionales han asegurado que estos son los comicios más limpios que se han registrado en Nigeria en décadas.
Los episodios violentos se iniciaron el pasado domingo, cuando ya se avanzaba la victoria de Jonathan por aplastante mayoría (22,5 millones de votos frente a los 12,2 millones obtenidos por Buhari). En las ciudades más pobladas del norte grupos de jóvenes salieron a las calles y quemaron neumáticos, iglesias y casas de candidatos del PDP y atacaron a todo aquel percibido como "no nativo" (de etnia o religión diferente). La violencia es una muestra más de la frustración existente en una región cada vez más empobrecida, especialmente los más jóvenes, la mayoría de la población.
Para evitar que el sentimiento de aislamiento del norte se agrave, Jonathan deberá postularse como presidente de todos los nigerianos. "El nombramiento de un vicepresidente del norte será importante, pero lo que será clave para evitar una mayor radicalización de la juventud y su enrolamiento en grupos islámicos violentos es la puesta en marcha de un plan socioeconómico eficiente para la región", considera David Zounmenou, especialista en África Occidental del Instituto de Estudios de la Seguridad (ISS).
En la crisis también ha tenido que ver la ruptura del pacto de caballeros en el seno del PDP para rotar presidentes cada dos periodos electorales entre las dos mitades del país. Jonathan tuvo que ocupar la presidencia tras la repentina muerte de Umaru Musa Yar'Adua. Luego se ganó a los barones del partido en el norte para poder presentarse a las elecciones.
"Los votos del norte no han sido todos para Buhari, en algunos Estados Goodluck Jonathan ha conseguido entre el 40% y el 45% de votos", puntualiza Zounmenou, quien considera que la división norte-sur no va a ser el único reto que afronta Jonathan. "Es un presidente joven, que aporta aire fresco y que parece alinearse con los nuevos presidentes, como el tanzano Kikwete, con sólidos principios democráticos, pero que deberá, para satisfacer a la población, cumplir con sus compromisos de luchar contra la corrupción, facilitar el proceso de paz con los rebeldes del delta del Níger, mayor transparencia en los acuerdos petrolíferos y, por ejemplo, acabar con los cortes de electricidad constantes que hipotecan la actividad económica del país".
Al menos 200 personas han muerto y unas 48.000 han tenido que huir de sus casas, según la Cruz Roja, desde que el pasado lunes las ciudades del norte de Nigeria estallaran en protestas tras la victoria en los comicios electorales de Goodluck Jonathan, líder del siempre hegemónico Partido del Pueblo Democrático (PDP).
En un país profundamente dividido entre un norte musulmán pobre y un sur cristiano más rico -Jonathan procede del Delta, fuente de la riqueza petrolífera del país-, cobra importancia la llamada a la tranquilidad del que fuera el candidato preferido en los Estados norteños, el general Muhamadu Buhari, quien, pese a acusar de irregularidades en el recuento de votos a favor de Jonathan, urgió ayer a la población "a calmarse y a respetar las leyes". "Vamos a denunciar estas irregularidades a la comisión electoral y a obtener justicia", dijo Buhari.
Pese a las acusaciones de Buhari, que fue jefe de Estado por medio de un golpe militar en la década de los ochenta, los observadores electorales internacionales han asegurado que estos son los comicios más limpios que se han registrado en Nigeria en décadas.
Los episodios violentos se iniciaron el pasado domingo, cuando ya se avanzaba la victoria de Jonathan por aplastante mayoría (22,5 millones de votos frente a los 12,2 millones obtenidos por Buhari). En las ciudades más pobladas del norte grupos de jóvenes salieron a las calles y quemaron neumáticos, iglesias y casas de candidatos del PDP y atacaron a todo aquel percibido como "no nativo" (de etnia o religión diferente). La violencia es una muestra más de la frustración existente en una región cada vez más empobrecida, especialmente los más jóvenes, la mayoría de la población.
Para evitar que el sentimiento de aislamiento del norte se agrave, Jonathan deberá postularse como presidente de todos los nigerianos. "El nombramiento de un vicepresidente del norte será importante, pero lo que será clave para evitar una mayor radicalización de la juventud y su enrolamiento en grupos islámicos violentos es la puesta en marcha de un plan socioeconómico eficiente para la región", considera David Zounmenou, especialista en África Occidental del Instituto de Estudios de la Seguridad (ISS).
En la crisis también ha tenido que ver la ruptura del pacto de caballeros en el seno del PDP para rotar presidentes cada dos periodos electorales entre las dos mitades del país. Jonathan tuvo que ocupar la presidencia tras la repentina muerte de Umaru Musa Yar'Adua. Luego se ganó a los barones del partido en el norte para poder presentarse a las elecciones.
"Los votos del norte no han sido todos para Buhari, en algunos Estados Goodluck Jonathan ha conseguido entre el 40% y el 45% de votos", puntualiza Zounmenou, quien considera que la división norte-sur no va a ser el único reto que afronta Jonathan. "Es un presidente joven, que aporta aire fresco y que parece alinearse con los nuevos presidentes, como el tanzano Kikwete, con sólidos principios democráticos, pero que deberá, para satisfacer a la población, cumplir con sus compromisos de luchar contra la corrupción, facilitar el proceso de paz con los rebeldes del delta del Níger, mayor transparencia en los acuerdos petrolíferos y, por ejemplo, acabar con los cortes de electricidad constantes que hipotecan la actividad económica del país".