Vicisitudes de la ONU por agresión a Libia
Por Victor M. Carriba, PL
Las crecientes críticas a la agresión militar contra Libia y las divergencias existentes entre sus ejecutores impactan hoy en la ONU y en el papel protagónico que pretende desempeñar su secretario general, Ban Ki-moon.
Cada declaración de rechazo a los ataques contra territorio libio llega con fuerza a la sede de la organización mundial en Nueva York y abre nuevas líneas de indagación para los corresponsales acreditados en el llamado Palacio de Cristal, a orillas del East River.
Así ha sucedido con diversos pronunciamientos de variado tono de repudio a la embestida antilibia emitidos en Rusia, China, Brasil y Suráfrica (todos miembros del Consejo de Seguridad) y numerosos países de América Latina y otras regiones.
En la misma línea se encuentra el comportamiento del titular de la ONU, quien participó el pasado sábado en una cumbre celebrada en París para dar luz verde al inicio de las arremetidas de aviones europeos contra el Estado norafricano.
Partidario indiscutible de los ataques contra Libia "para proteger a la población civil", Ban Ki-moon ya experimentó en persona la existencia de un progresivo clamor de rechazo a esa agresión.
Hace dos días el titular de la ONU fue objeto en El Cairo de una manifestación contraria a su actuación con respecto a Libia y que obligó a sus custodios a encontrar otra salida para abandonar el edificio en que se encontraba.
Los aviones europeos comenzaron sus acometidas contra Libia después que el Consejo de Seguridad autorizó el pasado jueves la implantación de una zona de exclusión aérea en ese país y la adopción de "todas las medidas necesarias" contra el gobierno libio.
Ayer, ese órgano de la ONU celebró una sesión a puertas cerradas sobre el conflicto y anunció un nuevo encuentro para el jueves, cuando Ban Ki-moon presentará un informe en torno al desarrollo de los acontecimientos.
Hace dos días la cancillería de Libia solicitó al Consejo de Seguridad una reunión urgente para debatir la agresión militar como una amenaza a la paz y la seguridad internacionales.
De acuerdo con la resolución 1973 que abrió las puertas a las acciones militares, los Estados deben notificar al secretario general de la ONU su disposición a ejecutar lo estipulado en el documento, paso cumplido hasta ahora nada más que por ocho países.
De ellos, solo uno es árabe: Qatar. Los otros son Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Dinamarca, Canadá, Italia y Qatar, según confirmó ayer la oficina del vocero oficial de Naciones Unidas.
Uno de los argumentos utilizados para sustentar la resolución de la ONU era el consentimiento de la Liga Árabe, integrada por 22 Estados, para instaurar la zona de exclusión aérea, aunque no una intervención militar.
La 1973 salió a flote con los votos favorables de Francia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Colombia, Líbano, Nigeria, Portugal, Bosnia y Herzegovina, Suráfrica y Gabón y las abstenciones de Rusia, China, Alemania, Brasil e India.
Las crecientes críticas a la agresión militar contra Libia y las divergencias existentes entre sus ejecutores impactan hoy en la ONU y en el papel protagónico que pretende desempeñar su secretario general, Ban Ki-moon.
Cada declaración de rechazo a los ataques contra territorio libio llega con fuerza a la sede de la organización mundial en Nueva York y abre nuevas líneas de indagación para los corresponsales acreditados en el llamado Palacio de Cristal, a orillas del East River.
Así ha sucedido con diversos pronunciamientos de variado tono de repudio a la embestida antilibia emitidos en Rusia, China, Brasil y Suráfrica (todos miembros del Consejo de Seguridad) y numerosos países de América Latina y otras regiones.
En la misma línea se encuentra el comportamiento del titular de la ONU, quien participó el pasado sábado en una cumbre celebrada en París para dar luz verde al inicio de las arremetidas de aviones europeos contra el Estado norafricano.
Partidario indiscutible de los ataques contra Libia "para proteger a la población civil", Ban Ki-moon ya experimentó en persona la existencia de un progresivo clamor de rechazo a esa agresión.
Hace dos días el titular de la ONU fue objeto en El Cairo de una manifestación contraria a su actuación con respecto a Libia y que obligó a sus custodios a encontrar otra salida para abandonar el edificio en que se encontraba.
Los aviones europeos comenzaron sus acometidas contra Libia después que el Consejo de Seguridad autorizó el pasado jueves la implantación de una zona de exclusión aérea en ese país y la adopción de "todas las medidas necesarias" contra el gobierno libio.
Ayer, ese órgano de la ONU celebró una sesión a puertas cerradas sobre el conflicto y anunció un nuevo encuentro para el jueves, cuando Ban Ki-moon presentará un informe en torno al desarrollo de los acontecimientos.
Hace dos días la cancillería de Libia solicitó al Consejo de Seguridad una reunión urgente para debatir la agresión militar como una amenaza a la paz y la seguridad internacionales.
De acuerdo con la resolución 1973 que abrió las puertas a las acciones militares, los Estados deben notificar al secretario general de la ONU su disposición a ejecutar lo estipulado en el documento, paso cumplido hasta ahora nada más que por ocho países.
De ellos, solo uno es árabe: Qatar. Los otros son Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Dinamarca, Canadá, Italia y Qatar, según confirmó ayer la oficina del vocero oficial de Naciones Unidas.
Uno de los argumentos utilizados para sustentar la resolución de la ONU era el consentimiento de la Liga Árabe, integrada por 22 Estados, para instaurar la zona de exclusión aérea, aunque no una intervención militar.
La 1973 salió a flote con los votos favorables de Francia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Colombia, Líbano, Nigeria, Portugal, Bosnia y Herzegovina, Suráfrica y Gabón y las abstenciones de Rusia, China, Alemania, Brasil e India.