Policía yemení dispara contra manifestantes; 40 muertos
Yémen, Agencias
Las fuerzas de seguridad yemeníes dispararon el viernes desde azoteas y casas contra decenas de miles de manifestantes y mataron al menos a 40 cuando ingresaban a una plaza en el centro de la capital para exigir la salida de su autocrático presidente.
Muchas de las víctimas, incluidos niños, tenían balazos en la cabeza y el cuello y sus cuerpos quedaron tendidos en el piso o fueron sacados por otros manifestantes que trataban desesperadamente de evitar que se desangrasen tapando sus heridas con pañuelos.
Es la acción más violenta hasta ahora por parte del régimen del presidente Alí Abdalá Salé, un aliado clave, aunque incómodo, de Estados Unidos en la campaña contra al-Qaida. Salé ha gobernado Yemen por 30 años.
Miles también se manifestaron el viernes en las ciudades de Taiz y Adan, inspirados por el malestar que atraviesa el mundo árabe y que ha derrocado a los dictadores de Egipto y Ténez. Pero la respuesta del gobierno ha sido mucho más fuerte en Yemen.
Salé declaró un estado de emergencia que le da a sus fuerzas de seguridad mano libre para hacer frente a los manifestantes.
La protesta congregó a decenas de miles de personas y fue la más grande de las movilizaciones populares que comenzaron al día siguiente del derrocamiento del presidente egipcio Hosni Mubarak. Los manifestantes yemeníes tienen demandas similares y piden la renuncia de Salé. Se negaron a considerar una propuesta de formar un gobierno de unidad nacional.
Un helicóptero militar voló bajo sobre la plaza de Saná cuando comenzaron a llegar los manifestantes luego del principal servicio religioso musulmán de la semana.
Poco después empezaron los disparos desde techos y viviendas, que generaron pánico en la multitud. Decenas de personas resultaron heridas y se tiraron al piso. Un hombre salió corriendo en busca de ayuda, llevando en sus brazos un niñito que había recibido un balazo en la cabeza.
Doctores de un hospital cerca del centro de las protestas en la universidad de Saná confirmaron al menos 40 muertos, tres de ellos niños. Pidieron no ser identificados porque no estaban autorizados a suministrar información.
"Es una masacre", afirmó Mohammad al-Sabri, vocero de la oposición. "Esto es parte de un plan criminal para matar a los manifestantes. El presidente y su familia son responsables de los derramamientos de sangre de hoy".
Manifestantes enfurecidos ingresaron a varios edificios donde los francotiradores estaban apostados y sacaron a rastras a diez personas. Dijeron que serían entregadas a las autoridades.
Testigos afirmaron que los francotiradores tenían los uniformes beige de las fuerzas especiales de Yemen y que otros eran agentes de los servicios de seguridad en ropas de civil. Salé negó en conferencia de prensa que fuerzas del gobierno estuviesen disparando contra los manifestantes y dijo que había ordenado una investigación.
Pese a los disparos, numerosos manifestantes permanecieron en la plaza.
Los manifestantes han acampado en plazas de un extremo al otro de Yemen por más de un mes con el propósito de exigir que Salé deje el cargo. Las fuerzas de seguridad y matones al servicio del gobierno han usado armas de fuego, balas de goma, gas lacrimógeno, palos, cuchillos y piedras para reprimirlos. Los manifestantes dicen que no se marcharán hasta que lo haga Salé.
Las manifestaciones son apenas uno de los problemas de este país tribal y extremadamente pobre. El débil gobierno central de Salé también enfrenta a una de las facciones más activas de al-Qaida, una rebelión secesionista en el sur y un levantamiento chií en el norte.
Las fuerzas de seguridad yemeníes dispararon el viernes desde azoteas y casas contra decenas de miles de manifestantes y mataron al menos a 40 cuando ingresaban a una plaza en el centro de la capital para exigir la salida de su autocrático presidente.
Muchas de las víctimas, incluidos niños, tenían balazos en la cabeza y el cuello y sus cuerpos quedaron tendidos en el piso o fueron sacados por otros manifestantes que trataban desesperadamente de evitar que se desangrasen tapando sus heridas con pañuelos.
Es la acción más violenta hasta ahora por parte del régimen del presidente Alí Abdalá Salé, un aliado clave, aunque incómodo, de Estados Unidos en la campaña contra al-Qaida. Salé ha gobernado Yemen por 30 años.
Miles también se manifestaron el viernes en las ciudades de Taiz y Adan, inspirados por el malestar que atraviesa el mundo árabe y que ha derrocado a los dictadores de Egipto y Ténez. Pero la respuesta del gobierno ha sido mucho más fuerte en Yemen.
Salé declaró un estado de emergencia que le da a sus fuerzas de seguridad mano libre para hacer frente a los manifestantes.
La protesta congregó a decenas de miles de personas y fue la más grande de las movilizaciones populares que comenzaron al día siguiente del derrocamiento del presidente egipcio Hosni Mubarak. Los manifestantes yemeníes tienen demandas similares y piden la renuncia de Salé. Se negaron a considerar una propuesta de formar un gobierno de unidad nacional.
Un helicóptero militar voló bajo sobre la plaza de Saná cuando comenzaron a llegar los manifestantes luego del principal servicio religioso musulmán de la semana.
Poco después empezaron los disparos desde techos y viviendas, que generaron pánico en la multitud. Decenas de personas resultaron heridas y se tiraron al piso. Un hombre salió corriendo en busca de ayuda, llevando en sus brazos un niñito que había recibido un balazo en la cabeza.
Doctores de un hospital cerca del centro de las protestas en la universidad de Saná confirmaron al menos 40 muertos, tres de ellos niños. Pidieron no ser identificados porque no estaban autorizados a suministrar información.
"Es una masacre", afirmó Mohammad al-Sabri, vocero de la oposición. "Esto es parte de un plan criminal para matar a los manifestantes. El presidente y su familia son responsables de los derramamientos de sangre de hoy".
Manifestantes enfurecidos ingresaron a varios edificios donde los francotiradores estaban apostados y sacaron a rastras a diez personas. Dijeron que serían entregadas a las autoridades.
Testigos afirmaron que los francotiradores tenían los uniformes beige de las fuerzas especiales de Yemen y que otros eran agentes de los servicios de seguridad en ropas de civil. Salé negó en conferencia de prensa que fuerzas del gobierno estuviesen disparando contra los manifestantes y dijo que había ordenado una investigación.
Pese a los disparos, numerosos manifestantes permanecieron en la plaza.
Los manifestantes han acampado en plazas de un extremo al otro de Yemen por más de un mes con el propósito de exigir que Salé deje el cargo. Las fuerzas de seguridad y matones al servicio del gobierno han usado armas de fuego, balas de goma, gas lacrimógeno, palos, cuchillos y piedras para reprimirlos. Los manifestantes dicen que no se marcharán hasta que lo haga Salé.
Las manifestaciones son apenas uno de los problemas de este país tribal y extremadamente pobre. El débil gobierno central de Salé también enfrenta a una de las facciones más activas de al-Qaida, una rebelión secesionista en el sur y un levantamiento chií en el norte.