Los militares británicos detenidos por los rebeldes portaban armas, mapas y explosivos
Londres, Agencias
Los ocho miembros de la supuesta misión diplomática británica detinidos por las milicias opositoras en Benghazi eran en realidad siete oficiales del Servicio Especial Aéreo (SAS), las fuerzas especiales del Ejército británico, y un agente secreto del MI6 que portaban armas, mapas y explosivos, según ha revelado el diario británico 'The Daily Telegraph'.
Los ocho militares llegaron a Libia el viernes de madrugada en helicóptero del que desembarcaron en pleno campo abierto, a las afueras de Benghazi, centro neurálgico de la rebelión contra el líder libio, Muamar Gadafi. Su misión era escoltar a los diplomáticos británicos que pretendían contactar con los dirigentes de la insurgencia.
A pesar de las buenas relaciones del Gobierno británico con la oposición a Gadafi, su vestimenta, completamente negra, y las circunstancias de su desembarco hicieron sospechar a los vecinos y rápidamente fueron rodeados por un grupo de milicianos rebeldes.
Ante la delicada situación, los militares aseguraron que estaban desarmados, lo que solo sirvió para empeorar las cosa cuando los milicianos descubrieron que portaban armas, explosivos y mapas. Todos ellos fueron maniatados y encerrados en un cuartel de Benghazi.
Su detención activó todos los medios de la diplomacia británica, y el embajador británico en Libia, Richard Northern, intentó hablar personalmente con los máximos responsables de la rebelión contra Gadafi. Consiguió hacerlo con un portavoz del ex ministro de Justicia y destacada figura insurrecta, Mustafa Abdel Jalil, con tan mala suerte que su conversación fue interceptada y retransmitida por la televisión estatal, controlada por Gadafi.
En la grabación, Norhtern intenta explicar el "malentendido" y asegura que los miembros de la misión tenían intención incluso de alojarse en un hotel. "Entiendo que se ha producido un malentendido y que han sido recogidos por grupos de seguridad preocupados por su presencia y por quiénes eran", afirma Northern. "Espero poder pedir al señor Jalil que intervenga para aclarar este malentendido", prosigue.
El portavoz de Jalil responde al embajador que el error está en cómo llegó el grupo al país. "Han cometido un gran error viniendo con un helicóptero a una zona abierta", explica.
Otras fuentes rebeldes han señalado esa misma explicación. "Nadie estaba informado de su llegada. Todo ha sido bastante extraño y no entendemos por qué ha salido así", ha afirmado uno de los integrantes del comité de prensa del Consejo Nacional rebelde, Jalil Elgallal.
"¿Si eran una delegación oficial por qué vinieron con helicópteros? ¿Por qué no decir 'estamos llegando, permiso para aterrizar en el aeropuerto'? Hay reglas para este tipo de cosas", ha señalado Elgallal.
La crisis se solventó finalmente el domingo por la tarde, cuando el buque 'HMS Cumberland' atracó brevemente en Benghazi para recoger a los militares, ya liberados, y dirigirse a Malta. Los libios han confiscado sus armas.
Los ocho miembros de la supuesta misión diplomática británica detinidos por las milicias opositoras en Benghazi eran en realidad siete oficiales del Servicio Especial Aéreo (SAS), las fuerzas especiales del Ejército británico, y un agente secreto del MI6 que portaban armas, mapas y explosivos, según ha revelado el diario británico 'The Daily Telegraph'.
Los ocho militares llegaron a Libia el viernes de madrugada en helicóptero del que desembarcaron en pleno campo abierto, a las afueras de Benghazi, centro neurálgico de la rebelión contra el líder libio, Muamar Gadafi. Su misión era escoltar a los diplomáticos británicos que pretendían contactar con los dirigentes de la insurgencia.
A pesar de las buenas relaciones del Gobierno británico con la oposición a Gadafi, su vestimenta, completamente negra, y las circunstancias de su desembarco hicieron sospechar a los vecinos y rápidamente fueron rodeados por un grupo de milicianos rebeldes.
Ante la delicada situación, los militares aseguraron que estaban desarmados, lo que solo sirvió para empeorar las cosa cuando los milicianos descubrieron que portaban armas, explosivos y mapas. Todos ellos fueron maniatados y encerrados en un cuartel de Benghazi.
Su detención activó todos los medios de la diplomacia británica, y el embajador británico en Libia, Richard Northern, intentó hablar personalmente con los máximos responsables de la rebelión contra Gadafi. Consiguió hacerlo con un portavoz del ex ministro de Justicia y destacada figura insurrecta, Mustafa Abdel Jalil, con tan mala suerte que su conversación fue interceptada y retransmitida por la televisión estatal, controlada por Gadafi.
En la grabación, Norhtern intenta explicar el "malentendido" y asegura que los miembros de la misión tenían intención incluso de alojarse en un hotel. "Entiendo que se ha producido un malentendido y que han sido recogidos por grupos de seguridad preocupados por su presencia y por quiénes eran", afirma Northern. "Espero poder pedir al señor Jalil que intervenga para aclarar este malentendido", prosigue.
El portavoz de Jalil responde al embajador que el error está en cómo llegó el grupo al país. "Han cometido un gran error viniendo con un helicóptero a una zona abierta", explica.
Otras fuentes rebeldes han señalado esa misma explicación. "Nadie estaba informado de su llegada. Todo ha sido bastante extraño y no entendemos por qué ha salido así", ha afirmado uno de los integrantes del comité de prensa del Consejo Nacional rebelde, Jalil Elgallal.
"¿Si eran una delegación oficial por qué vinieron con helicópteros? ¿Por qué no decir 'estamos llegando, permiso para aterrizar en el aeropuerto'? Hay reglas para este tipo de cosas", ha señalado Elgallal.
La crisis se solventó finalmente el domingo por la tarde, cuando el buque 'HMS Cumberland' atracó brevemente en Benghazi para recoger a los militares, ya liberados, y dirigirse a Malta. Los libios han confiscado sus armas.