Libia: persisten dudas acerca de quién debe comandar la operación
Jonathan Marcus, BBC
Cuando Reino Unido y Francia se presentaron a ellos mismos como los principales gestores de la operación militar en Libia, muchos se preguntaban quién iba a estar al frente.
Fueron, después de todo, los aviones franceses los que hicieron los primeros disparos.
Sin embargo, era inevitable que Estados Unidos fuese el principal actor militar en la fase inicial, al traer consigo capacidades cruciales para la destrucción de las defensas aéreas libias.
El secretario de Defensa de EE.UU. Robert Gates dijo el domingo que Washington esperaba entregar el mando de la operación a una coalición encabezada por Francia, Reino Unido o la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en cuestión de días.
Pero no está resultando tan simple.
De momento, la misión de la coalición es dirigida desde una base estadounidense en Stuttgart, Alemania, por el Comando Africano del Pentágono (Africom).
¿Pero qué puede sustituir a Africom?
Uno de los candidatos más obvios para dirigir una misión multinacional de esta complejidad es la OTAN, que, por ejemplo, dirigió la operación para expulsar a las tropas serbias de Bosnia.
El primer ministro británico, David Cameron, expresó claramente su preferencia por la OTAN este lunes en la Cámara de los Comunes, durante un debate sobre la participación británica en Libia.
Dijo que quería una transferencia del mando a la OTAN y el uso del armamento de esta organización. "Es fiable, funciona, une a los países participantes y tiene experiencia en la imposición de zonas de exclusión aérea", afirmó Cameron.
División en la OTAN
El problema es que hay divisiones entre los países miembros de la OTAN y esto explica que la organización no se pusiera al frente de la operación desde un principio.
Turquía, por ejemplo, muestra gran recelo frente a la operación.
Noruega ha dicho que los seis aviones cazas que se ha comprometido a aportar no entrarán en acción mientras siga la incertidumbre sobre qué país va a dirigir la misión.
Italia, por su parte, ha advertido que el uso de sus bases está condicionado a la asunción del mando por la OTAN.
La alianza atlántica se enfrenta a otro problema político. El apoyo de la Liga Árabe a la imposición de una zona de exclusión aérea fue crucial para que ésta fuera aprobada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Desde entonces, a pesar de las señales de duda del líder de la Liga Árabe, Amr Moussa, (él dice ahora que apoya sin objeciones la zona de exclusión aérea) se han realizado grandes esfuerzos para incorporar a contingentes militares árabes a la operación.
Qatar aceptó participar, y se espera que Emiratos Árabes Unidos también lo haga. El primero podría aportar unos pocos cazas Mirage, de fabricación francesa.
Pero el principal obstáculo a un mayor compromiso árabe reside en que a los países de la región les incomodaría ponerse bajo el mando de la OTAN, debido al papel que esta organización cumple en Afganistán, una operación polémica para muchos países árabes.
"La Liga Árabe no desea que la operación sea dirigida únicamente por la OTAN", afirma Alain Juppe, el ministro de Relaciones Exteriores francés. Pero incluso él acepta que la entrada en juego de la OTAN se requerirá tarde o temprano.
La solución más probable será algún tipo de punto intermedio.
Michael Clark, director del RUSI, un centro de estudios con sede en Londres, lo ve de esta manera: "Darle el mando a algún otro país miembro de la OTAN, pero usando todavía la estructura de mando de la OTAN, sería una buena solución desde el punto de vista militar y político", opina, en buena medida porque la operación se lleva a cabo al otro lado del mar Mediterráneo, donde existen pocos retos logísticos.