La revolución amenaza al régimen sirio
El Ejército causa decenas de muertos en Deraa - Convocada para hoy una protesta masiva - El régimen anuncia una apertura y sube el sueldo a los funcionarios
Damasco, El País
Damasco, El País
Al cabo de tres meses del inicio, en Túnez, de las revueltas árabes, le ha llegado el turno a Siria. Entre el martes por la noche y el jueves por la mañana 57 manifestantes -la agencia France Presse eleva la cifra a 100- murieron en Deraa (suroeste del país) a causa de los disparos de fuerzas de élite que intentaron acallar la protesta.
La insurrección de Deraa, una ciudad de 75.000 habitantes muy cerca de la frontera jordana, es el mayor desafío para el régimen de los Asad -en 2000 Bachar el Asad "heredó" la presidencia de su padre- desde que hace 19 años el movimiento de los Hermanos Musulmanes se sublevó.
Hoy los sirios han sido convocados a la salida de las mezquitas, vía redes sociales, a una protesta masiva -el Viernes de Dignidad- que el régimen intenta evitar con promesas de apertura política y aumentos de sueldos de los funcionarios de entre el 20% y el 30%, anunció la agencia oficial Sana.
Buthayna Chaabane, consejera política del presidente, compareció ante la prensa para anunciar que el Baaz, el partido hegemónico, había formado una comisión para "averiguar la verdad" de lo sucedido en Deraa, cuyo gobernador fue destituido ayer.
Esta mujer, la cara amable del régimen, prometió además luchar más activamente contra la corrupción; elaborar "una ley de partidos" y otra sobre el derecho a la información, y estudiar la supresión del estado de emergencia, que rige desde 1963.
Por último, El Asad ordenó la inmediata liberación de los detenidos durante "los últimos acontecimientos" en Deraa, pero hay otros muchos. Decenas, quizá centenares, de opositores han sido además arrestados o secuestrados por la policía secreta en otros lugares para impedir que encabecen las protestas. Mazen Darwish, fundador del Centro Sirio para los Medios de Comunicación y la Libertad de Expresión, fue, por ejemplo, llamado el miércoles a presentarse en una comisaría de Damasco y desapareció, según denunció ayer la ONG Reporteros Sin Fronteras. La víspera había sido detenido Luay Hussein, periodista y escritor, y hace una semana Mohamed Dibo, también periodista.
En varias ciudades del país, sobre todo en Homs (al norte de Damasco), decenas de disidentes han sido apresados durante la semana en sus domicilios, en su lugar de trabajo o en la calle.
Aun así, Deraa, a 120 kilómetros al sur de Damasco, se sublevó. Aparte de que es la capital de Hawran, una región algo marginada, la ciudad tenía motivos para protestar.
Poco después del derrocamiento del presidente egipcio, Hosni Mubarak, "un grupo de chavales de entre 10 y 15 años pintó en la pared de algún edificio un eslogan de la revolución egipcia: 'El pueblo quiere la caída del régimen", recuerda por teléfono un vecino de Deraa que ahora se encuentra en el extranjero y pide que no se cite su nombre.
"Varios críos corearon incluso en el patio de su colegio ese eslogan, que habían oído tantas veces en sus televisores", confirma otro sirio con familia en Deraa. "La policía se los llevó durante semanas y solo ahora han sido devueltos a sus familias, algunos con hematomas", añade.
Así se sentaron las bases de la explosión que empezó el martes, aunque en días anteriores las fuerzas de seguridad ya habían dado muerte a nueve personas que participaban en los primeros conatos de protesta.
Alrededor de la mezquita Al Omari, epicentro de la revuelta, los adultos gritaron lo mismo que sus hijos, pero también añadieron nuevos lemas. "Los sirios honrados no se fían de Irán ni de Hezbolá", vociferaron, según la agencia Reuters. Las fuerzas de seguridad se retiraron anoche del templo.
Irán es chií y Hezbolá es su rama político-militar en Líbano, pero Siria es en un 75% suní. Es la primera vez que una multitud siria arremete contra los dos grandes aliados del régimen en Oriente Próximo.
El día más sangriento de la protesta fue el miércoles. Nada menos que 37 cadáveres llegaron al pequeño hospital local. "Otros 20 cuerpos sin vida de manifestantes fueron recogidos por las fuerzas del orden de las calles y probablemente sepultados en fosas comunes, por lo que el número de muertos asciende a no menos de 57", afirma el vecino de la ciudad.
Aquellos que recibieron una sepultura más digna fueron enterrados ayer en el cementerio de Deraa. Al sepelio asistieron 20.000 personas, en su mayoría hombres, es decir, casi todos los varones adultos de la ciudad. Pese al toque de queda de facto, desfilaron luego por algunas calles del centro tomadas por militares.
"La ciudad ha sido aislada del resto del país e incluso de su periferia mediante controles en los accesos", prosigue la misma fuente. "Internet y los móviles no funcionan y solo logran comunicarse los que poseen un móvil jordano, porque se conectan a las redes del país vecino".
La insurrección de Deraa, una ciudad de 75.000 habitantes muy cerca de la frontera jordana, es el mayor desafío para el régimen de los Asad -en 2000 Bachar el Asad "heredó" la presidencia de su padre- desde que hace 19 años el movimiento de los Hermanos Musulmanes se sublevó.
Hoy los sirios han sido convocados a la salida de las mezquitas, vía redes sociales, a una protesta masiva -el Viernes de Dignidad- que el régimen intenta evitar con promesas de apertura política y aumentos de sueldos de los funcionarios de entre el 20% y el 30%, anunció la agencia oficial Sana.
Buthayna Chaabane, consejera política del presidente, compareció ante la prensa para anunciar que el Baaz, el partido hegemónico, había formado una comisión para "averiguar la verdad" de lo sucedido en Deraa, cuyo gobernador fue destituido ayer.
Esta mujer, la cara amable del régimen, prometió además luchar más activamente contra la corrupción; elaborar "una ley de partidos" y otra sobre el derecho a la información, y estudiar la supresión del estado de emergencia, que rige desde 1963.
Por último, El Asad ordenó la inmediata liberación de los detenidos durante "los últimos acontecimientos" en Deraa, pero hay otros muchos. Decenas, quizá centenares, de opositores han sido además arrestados o secuestrados por la policía secreta en otros lugares para impedir que encabecen las protestas. Mazen Darwish, fundador del Centro Sirio para los Medios de Comunicación y la Libertad de Expresión, fue, por ejemplo, llamado el miércoles a presentarse en una comisaría de Damasco y desapareció, según denunció ayer la ONG Reporteros Sin Fronteras. La víspera había sido detenido Luay Hussein, periodista y escritor, y hace una semana Mohamed Dibo, también periodista.
En varias ciudades del país, sobre todo en Homs (al norte de Damasco), decenas de disidentes han sido apresados durante la semana en sus domicilios, en su lugar de trabajo o en la calle.
Aun así, Deraa, a 120 kilómetros al sur de Damasco, se sublevó. Aparte de que es la capital de Hawran, una región algo marginada, la ciudad tenía motivos para protestar.
Poco después del derrocamiento del presidente egipcio, Hosni Mubarak, "un grupo de chavales de entre 10 y 15 años pintó en la pared de algún edificio un eslogan de la revolución egipcia: 'El pueblo quiere la caída del régimen", recuerda por teléfono un vecino de Deraa que ahora se encuentra en el extranjero y pide que no se cite su nombre.
"Varios críos corearon incluso en el patio de su colegio ese eslogan, que habían oído tantas veces en sus televisores", confirma otro sirio con familia en Deraa. "La policía se los llevó durante semanas y solo ahora han sido devueltos a sus familias, algunos con hematomas", añade.
Así se sentaron las bases de la explosión que empezó el martes, aunque en días anteriores las fuerzas de seguridad ya habían dado muerte a nueve personas que participaban en los primeros conatos de protesta.
Alrededor de la mezquita Al Omari, epicentro de la revuelta, los adultos gritaron lo mismo que sus hijos, pero también añadieron nuevos lemas. "Los sirios honrados no se fían de Irán ni de Hezbolá", vociferaron, según la agencia Reuters. Las fuerzas de seguridad se retiraron anoche del templo.
Irán es chií y Hezbolá es su rama político-militar en Líbano, pero Siria es en un 75% suní. Es la primera vez que una multitud siria arremete contra los dos grandes aliados del régimen en Oriente Próximo.
El día más sangriento de la protesta fue el miércoles. Nada menos que 37 cadáveres llegaron al pequeño hospital local. "Otros 20 cuerpos sin vida de manifestantes fueron recogidos por las fuerzas del orden de las calles y probablemente sepultados en fosas comunes, por lo que el número de muertos asciende a no menos de 57", afirma el vecino de la ciudad.
Aquellos que recibieron una sepultura más digna fueron enterrados ayer en el cementerio de Deraa. Al sepelio asistieron 20.000 personas, en su mayoría hombres, es decir, casi todos los varones adultos de la ciudad. Pese al toque de queda de facto, desfilaron luego por algunas calles del centro tomadas por militares.
"La ciudad ha sido aislada del resto del país e incluso de su periferia mediante controles en los accesos", prosigue la misma fuente. "Internet y los móviles no funcionan y solo logran comunicarse los que poseen un móvil jordano, porque se conectan a las redes del país vecino".