La policía de Bahréin controla Manama tras una violenta represión de la protesta
Las fuerzas de seguridad de Bahréin controlaban este miércoles el centro de la capital, Manama, e impusieron un toque de queda tras haber dispersado violentamente a los manifestantes, en su mayoría chiíes, matando al menos a cinco personas.
Varios países, movimientos o comunidades chiitas del Medio Oriente condenaron la violenta represión llevada a cabo por la dinastía sunita en el poder en el pequeño archipiélago de Bahréin contra los manifestantes chiitas que reclaman desde el 14 de febrero reformas y la dimisión del gobierno.
La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, juzgó el miércoles en una entrevista al canal CBS que los países del Golfo van por "mal camino" con el envío de fuerzas armadas a Bahréin para ayudar a contener la revuelta en ese reino.
Monarquías vecinas del Golfo, entre ellas Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos, enviaron el lunes tropas a Bahréin para ayudarle a hacer frente a la sublevación popular.
Según las imágenes de la televisión oficial, la policía ocupaba la plaza de la Perla, centro de las manifestaciones contra la familia real sunita de los Al Jalifa, y aplanadoras despejaban del lugar las barreras que impedían el acceso al barrio financiero.
El asalto contra los manifestantes se produjo después que el rey Hamad Ben Isa al Jalifa, decretara el estado de emergencia tras recibir el apoyo de otras monarquías vecinas del Golfo, que enviaron tropas para ayudarlo a hacer frente a la sublevación popular.
Cientos de efectivos de las fuerzas antimotines, llegados a bordo de tanques, de vehículos de transporte de tropas y de autobuses, tomaron el control de la plaza tras haber dispersado a los manifestantes.
"Tenemos tres muertos y un gran número de heridos", declaró a la AFP un diputado de la oposición. "La situación es catastrófica. Las fuerzas (antimotines) dispararon con balas reales", agregó Jalil Marzuk, del movimiento chiita Wefaq.
Poco después el ministro de Salud Nizar Baharna, un chiita, anunció su renuncia. Doce jueces, también chiitas, tomaron la misma decisión para protestar contra "el uso excesivo de la fuerza" contra los manifestantes.
El ministerio del Interior anunció el miércoles la muerte de dos policías, arrollados por vehículos de manifestantes, lo que lleva a cuatro el número de policías muertos de esta manera en dos días.
Desde el comienzo de las protestas han muerto 15 personas, cuatro policías y 11 manifestantes, según un balance de la AFP.
Marzuk acusó a la policía de haber bloqueado el acceso al hospital Salmaniya y de haber puesto trabas a la evacuación de los heridos.
Otro diputado de Wefaq, Alí al Aswad, afirmó que la policía se desplegó al mismo tiempo en los pueblos chiitas de los alrededores de Manama, donde se enfrentaban con manifestantes.
Los manifestantes ocupaban la plaza de la Perla desde el 19 de febrero en reclamo de reformas políticas.
La entrada en Bahréin de tropas de otras monarquías del Golfo siguió siendo denunciada por los chiitas de otros países.
El presidente iraní Mahmud Ahmadinejad la calificó de "acto odioso destinado al fracaso". Por su parte, un alto dignatario chiita iraquí, Bashir al Najafi, condenó la represión de los manifestantes tachándola de "acto irresponsable".
Francia deploró las violencias, mientras que Alemania, que criticó a medias el envío de los refuerzos, recomendó a sus ciudadanos salir de Bahréin si su estadía allí no es necesaria.
Varios países, movimientos o comunidades chiitas del Medio Oriente condenaron la violenta represión llevada a cabo por la dinastía sunita en el poder en el pequeño archipiélago de Bahréin contra los manifestantes chiitas que reclaman desde el 14 de febrero reformas y la dimisión del gobierno.
La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, juzgó el miércoles en una entrevista al canal CBS que los países del Golfo van por "mal camino" con el envío de fuerzas armadas a Bahréin para ayudar a contener la revuelta en ese reino.
Monarquías vecinas del Golfo, entre ellas Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos, enviaron el lunes tropas a Bahréin para ayudarle a hacer frente a la sublevación popular.
Según las imágenes de la televisión oficial, la policía ocupaba la plaza de la Perla, centro de las manifestaciones contra la familia real sunita de los Al Jalifa, y aplanadoras despejaban del lugar las barreras que impedían el acceso al barrio financiero.
El asalto contra los manifestantes se produjo después que el rey Hamad Ben Isa al Jalifa, decretara el estado de emergencia tras recibir el apoyo de otras monarquías vecinas del Golfo, que enviaron tropas para ayudarlo a hacer frente a la sublevación popular.
Cientos de efectivos de las fuerzas antimotines, llegados a bordo de tanques, de vehículos de transporte de tropas y de autobuses, tomaron el control de la plaza tras haber dispersado a los manifestantes.
"Tenemos tres muertos y un gran número de heridos", declaró a la AFP un diputado de la oposición. "La situación es catastrófica. Las fuerzas (antimotines) dispararon con balas reales", agregó Jalil Marzuk, del movimiento chiita Wefaq.
Poco después el ministro de Salud Nizar Baharna, un chiita, anunció su renuncia. Doce jueces, también chiitas, tomaron la misma decisión para protestar contra "el uso excesivo de la fuerza" contra los manifestantes.
El ministerio del Interior anunció el miércoles la muerte de dos policías, arrollados por vehículos de manifestantes, lo que lleva a cuatro el número de policías muertos de esta manera en dos días.
Desde el comienzo de las protestas han muerto 15 personas, cuatro policías y 11 manifestantes, según un balance de la AFP.
Marzuk acusó a la policía de haber bloqueado el acceso al hospital Salmaniya y de haber puesto trabas a la evacuación de los heridos.
Otro diputado de Wefaq, Alí al Aswad, afirmó que la policía se desplegó al mismo tiempo en los pueblos chiitas de los alrededores de Manama, donde se enfrentaban con manifestantes.
Los manifestantes ocupaban la plaza de la Perla desde el 19 de febrero en reclamo de reformas políticas.
La entrada en Bahréin de tropas de otras monarquías del Golfo siguió siendo denunciada por los chiitas de otros países.
El presidente iraní Mahmud Ahmadinejad la calificó de "acto odioso destinado al fracaso". Por su parte, un alto dignatario chiita iraquí, Bashir al Najafi, condenó la represión de los manifestantes tachándola de "acto irresponsable".
Francia deploró las violencias, mientras que Alemania, que criticó a medias el envío de los refuerzos, recomendó a sus ciudadanos salir de Bahréin si su estadía allí no es necesaria.