La OTAN se prepara para poder intervenir en Libia
Bruselas, El País
La OTAN está preparándose para cualquier contingencia en Libia y para responder a cualquier demanda de actuación que le plantee la comunidad internacional, pero ahora mismo "no tiene intención de intervenir en Libia", asegura solemnemente el secretario general de la Alianza, Anders Fogh Rasmussen. "Trabajamos con la hipótesis de que un papel operativo lo será de acuerdo y en atención a un mandato del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas". En no menos de cinco ocasiones repitió ayer Rasmussen que la OTAN solo intervendrá en Libia a instancias del Consejo de Seguridad. Si en la vertiente militar prima el esperar y ver, la UE se propone ampliar de inmediato la lista de sanciones al régimen del coronel Muamar el Gadafi para incluir a la Autoridad Libia de Inversiones, un fondo soberano con unos 70.000 millones de euros muy activo en Europa.
Rasmussen recurrió ayer a fuertes calificativos para describir la situación en Libia, pero supeditó todo el potencial militar aliado a la voluntad de la comunidad internacional, de la ONU en primer lugar, pero también en coordinación con la UE, la Liga Árabe y la Unión Africana.
"No me puedo imaginar que la comunidad internacional vaya a asistir pasivamente si Gadafi sigue atacando a su pueblo", declaró Rasmussen para humanizar su frío discurso de estricta observancia del derecho internacional. Y habló del "dilema" en que se encuentra la comunidad internacional: "Mucha gente parece pedir que se haga algo, pero somos muy sensibles ante lo que podría ser percibido como una intervención militar extranjera".
Fuentes aliadas notan la fractura en la Alianza entre los partidarios de actuar, aunque solo sea para imponer una zona de exclusión aérea, encabezados por Estados Unidos y Reino Unido, y quienes recelan o se oponen, como Alemania o Turquía.
Rasmussen considera que imponer "una zona de exclusión aérea sería claramente una operación militar, muy compleja y que implicaría un amplio abanico de recursos". Además, "no creemos que los sucesos constituyan una amenaza directa para la OTAN".
La Alianza se mueve con pies de plomo en esta crisis, para no hacer saltar por los aires la trabajosa y delicada relación de confianza que lleva años intentando construir con siete países del Diálogo Mediterráneo (Argelia, Egipto, Israel, Jordania, Mauritania, Marruecos y Túnez) y cuatro del Golfo (Bahréin, Catar, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait). De ahí el énfasis de Rasmussen en los contactos que mantiene para tratar de la situación con la Liga Árabe y con la Unión Africana.
En cualquier caso, los responsables militares de la OTAN han recibido instrucciones de "planificar para todas las eventualidades, para estar preparados si se nos pide una actuación", enfatizó el secretario general.
Qué enfoque dar a la crisis será debatido el jueves por los ministros de Defensa de la OTAN, el mismo día que los titulares de Exteriores de la Unión hablarán también en Bruselas sobre qué papel deben jugar los Veintisiete en el nuevo Mediterráneo meridional. Los jefes de las diplomacias europeas debatirán sobre la Asociación para la Democracia y la Prosperidad Compartida que hoy presentarán José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión, y Catherine Ashton, coordinadora de la política exterior europea.
El documento propone habilitar a través del Banco Europeo de Inversiones 6.000 millones de euros en los próximos tres años y sugiere que el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo amplíe su campo de actuación de la Europa central y oriental a la orilla sur del Mediterráneo. El documento servirá de base para la discusión y posterior declaración del Consejo Europeo extraordinario del viernes.
La OTAN está preparándose para cualquier contingencia en Libia y para responder a cualquier demanda de actuación que le plantee la comunidad internacional, pero ahora mismo "no tiene intención de intervenir en Libia", asegura solemnemente el secretario general de la Alianza, Anders Fogh Rasmussen. "Trabajamos con la hipótesis de que un papel operativo lo será de acuerdo y en atención a un mandato del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas". En no menos de cinco ocasiones repitió ayer Rasmussen que la OTAN solo intervendrá en Libia a instancias del Consejo de Seguridad. Si en la vertiente militar prima el esperar y ver, la UE se propone ampliar de inmediato la lista de sanciones al régimen del coronel Muamar el Gadafi para incluir a la Autoridad Libia de Inversiones, un fondo soberano con unos 70.000 millones de euros muy activo en Europa.
Rasmussen recurrió ayer a fuertes calificativos para describir la situación en Libia, pero supeditó todo el potencial militar aliado a la voluntad de la comunidad internacional, de la ONU en primer lugar, pero también en coordinación con la UE, la Liga Árabe y la Unión Africana.
"No me puedo imaginar que la comunidad internacional vaya a asistir pasivamente si Gadafi sigue atacando a su pueblo", declaró Rasmussen para humanizar su frío discurso de estricta observancia del derecho internacional. Y habló del "dilema" en que se encuentra la comunidad internacional: "Mucha gente parece pedir que se haga algo, pero somos muy sensibles ante lo que podría ser percibido como una intervención militar extranjera".
Fuentes aliadas notan la fractura en la Alianza entre los partidarios de actuar, aunque solo sea para imponer una zona de exclusión aérea, encabezados por Estados Unidos y Reino Unido, y quienes recelan o se oponen, como Alemania o Turquía.
Rasmussen considera que imponer "una zona de exclusión aérea sería claramente una operación militar, muy compleja y que implicaría un amplio abanico de recursos". Además, "no creemos que los sucesos constituyan una amenaza directa para la OTAN".
La Alianza se mueve con pies de plomo en esta crisis, para no hacer saltar por los aires la trabajosa y delicada relación de confianza que lleva años intentando construir con siete países del Diálogo Mediterráneo (Argelia, Egipto, Israel, Jordania, Mauritania, Marruecos y Túnez) y cuatro del Golfo (Bahréin, Catar, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait). De ahí el énfasis de Rasmussen en los contactos que mantiene para tratar de la situación con la Liga Árabe y con la Unión Africana.
En cualquier caso, los responsables militares de la OTAN han recibido instrucciones de "planificar para todas las eventualidades, para estar preparados si se nos pide una actuación", enfatizó el secretario general.
Qué enfoque dar a la crisis será debatido el jueves por los ministros de Defensa de la OTAN, el mismo día que los titulares de Exteriores de la Unión hablarán también en Bruselas sobre qué papel deben jugar los Veintisiete en el nuevo Mediterráneo meridional. Los jefes de las diplomacias europeas debatirán sobre la Asociación para la Democracia y la Prosperidad Compartida que hoy presentarán José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión, y Catherine Ashton, coordinadora de la política exterior europea.
El documento propone habilitar a través del Banco Europeo de Inversiones 6.000 millones de euros en los próximos tres años y sugiere que el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo amplíe su campo de actuación de la Europa central y oriental a la orilla sur del Mediterráneo. El documento servirá de base para la discusión y posterior declaración del Consejo Europeo extraordinario del viernes.