La "óptica" de Amanecer de la Odisea
Amanecer de la Odisea es, por lo menos por el momento, la primera guerra del Africom de EE.UU. El Pentágono, a través del vicealmirante Bill Gortney, disipó cualquier duda cuando subrayó que “el frente dirigente” es estadounidense. El general Carter Ham hace de Homero, desde su cuartel en Stuttgart, Alemania (ningún país africano estuvo dispuesto a recibir Africom). Y Ulises –en lo que parece y suena más como una Ilíada que una Odisea– es el comandante de la Fuerza Conjunta de Tareas Amanecer de la Odisea, almirante Sam Locklear, a bordo del USS Mount Whitney en algún sitio en el Mediterráneo. Los planificadores de la guerra en la Casa Blanca y el Pentágono apuestan sus “singulares capacidades” a un mini-remix de “conmoción y pavor” de la guerra de Iraq. El problema es que parece que el coronel Muamar Gadafi no está ni conmocionado ni despavorido; podrá estar iracundo –como en su fotografía del martes en el complejo Ban al-Aziziya– pero no se ha venido abajo. Y su régimen contraataca, no se vuelve contra el coronel.
A pesar de todo, Washington proyecta públicamente la ilusión de que se desespera por librarse de esta guerra presentada como “misión limitada”. Pero las comunicaciones están atascadas. Como si a los señores de la guerra les costara, en jerga del Pentágono, hacer la “transición a un comando de la coalición”.
Washington debería haber evaluado su ‘óptica’ antes de evocar a Homero. Olvidad la expansión disimulada de la misión (continua), el fuego amigo (tendrá lugar), el daño colateral (ya ocurrido), el eje del mal (eterno favorito), el nuevo neologismo preferido dentro de Washington es “óptica”. Como cuando tipos militares y expertos estadounidenses se quejan de que la “óptica emocional” de los misiles crucero, más las informaciones de la coalición, recuerdan a todos Iraq 2003. O los temores generalizados sobre la “óptica de librar la guerra” en un país musulmán más.
Ilusiones ópticas
Incluso entre los “aliados”, la “óptica” es positivamente del tipo neurótico apesadumbrado. La OTAN está metida en un lío atroz. Turquía quiere diálogo, no bombas. Alemania está contra una intervención de la OTAN –y subraya que no bastará con sólo bombardear-. Francia –aferrada a la megalomanía neo-napoleónica del presidente Nicolas Sarkozy– quiere mantener la ilusión de que es la que comanda.
Asustado ante la posibilidad de que Francia usurpe su lugar como principal socio comercial de Libia y apresurándose para no permitir que la política mediterránea se dicte en París, el gobierno italiano del compinche de Gadafi, el primer ministro Silvio “Bunga Bunga” Berlusconi, se sumó renuentemente a la “coalición” (y ahora, en privado, Bunga Bunga arruina enconadamente la reputación de Sarko). El gigante energético italiano ENI ha invertido 50.000 millones de dólares en Libia; por lo tanto anhela librarse de Gadafi después de que el coronel amenazó con abrir el petróleo y el gas libio a miembros del BRIC: Rusia, India y China.
Los cuatro principales miembros del BRIC (Sudáfrica es el quinto) pasaron sabiamente por alto toda la Odisea. Brasil pidió un alto el fuego y diálogo. China expresó “profunda preocupación” y advirtió contra un “desastre humanitario”. India dijo “que ninguna potencia extranjera debería interferir” en Libia. Y Rusia, a través del primer ministro Vladimir Putin, descartó la resolución “que permite todo”.
Lo mismo vale para la Unión Africana (UA) de 53 naciones. La UA quiere una solución diplomática. Gadafi tiene numerosos aliados históricos entre los países de la UA. También sirve el hecho de que es el que paga la mayor parte de las cuentas de la UA.
Argelia –que también es miembro de la Liga Árabe– dijo que la intervención es “desproporcionada”. En Chad, el presidente Idriss Deby se mantiene en el poder en gran parte gracias a los bolsillos llenos de Gadafi. Deby devolvió el favor enviando mercenarios y armas a Trípoli. Hay más: si la zona de exclusión aérea no se amplía al sur de Libia (cubre sólo el norte y la costa mediterránea), Gadafi todavía podrá recibir ayuda militar y de personal de Chad, Mali, Níger y Argelia. Los planificadores de Amanecer de la Odisea no se han dado cuenta de que una coalición sin el apoyo explícito de la UA significa que la UA tiene las manos libres para seguir ayudando al régimen de Gadafi.
Y luego está la carne del "kebab" de la coalición –la Liga Árabe-. La orden de Washington a los reyes asediados de Marruecos y Jordania y a los ricos emires de Doha y Abu Dhabi de que se involucren como “aliados” –aparte de la sorprendente ironía de que esos dictadores se presenten como salvadores humanitarios de la democracia– no significa que la Liga Árabe esté comprometida del todo con Amanecer de la Odisea.
Oh, sí. A menos que contemos a los que primero fueron seis, luego fueron cuatro, ahora son sólo dos Mirage 2000 de la Fuerza Aérea de Qatar –más un avión de carga C-17– que iban a ser probablemente desplegados el próximo fin de semana como gloriosa contribución a la “coalición” combatiente de la Liga Árabe
Ninguna fase final
La “coalición” nunca llegó a llegar a agotar “todas las medidas necesarias” para buscar una solución diplomática subrayadas por la resolución 1973 de las Naciones Unidas antes de que el Ulises estadounidense comenzara a disparar Tomahawks contra Libia. Lo que piden todos los países que no están dispuestos a participar, y que por lo tanto no forman parte de la coalición, es esencialmente que un equipo internacional –Liga Árabe, Unión Africana, Naciones Unidas– vaya a Trípoli y negocie un conjunto de medidas: un verdadero alto el fuego, mecanismos para proteger a los civiles y un proceso político que conduzca a elecciones.
Como si no bastara la “óptica” defectuosa, Amanecer de la Odisea no es un éxito total – aparte de haber impedido una hipotética masacre en Bengasi-. Los horribles informes de Zawiya y Misurata hablan de civiles atacados por tanques y vehículos blindados, así como de milicias “irregulares” de Gadafi” en jeeps y camionetas. Esto prueba que la zona de exclusión aérea –que por lo menos significa básicamente un ‘conmoción y pavor’ light– no protege a muchos civiles.
El presidente Barack Obama de EE.UU. parece estar seguro ahora de que ha ajustado con éxito la “óptica”. El sesgo oficial es que Obama, el primer ministro británico David Cameron y Sarko se han puesto de acuerdo en que la OTAN debe jugar “un papel clave” en Amanecer de la Odisea. Como en la proyección de la “óptica” de que no estará a cargo del ala militar de la zona de exclusión aérea, pero acabará haciéndolo (los 28 miembros de la OTAN deben aprobarlo por unanimidad). Una saturación óptica semejante lleva a lo que es obvio desde el comienzo: la “transición” de una “coalición de los tres dispuestos” (EE.UU., Gran Bretaña y Francia) a una guerra de la OTAN.
Si el Pentágono aplicara realmente sus legendarias “singulares capacidades”, reduciria el régimen de Gadafi a escombros en minutos. Pero se trata de una “misión limitada” realizada por una “coalición”, no de un “cambio de régimen”, aunque es exactamente lo que quieren el presidente, los europeos y la mayoría de los dictadores árabes. Y hablan de una alerta roja “óptica”.
El establishment de Washington está radiante porque por primera vez “el público árabe” apoya una intervención estadounidense. Cuidado con la “óptica” que se escoja. El “público árabe” también hace la conexión de que si Gadafi dispara contra su propio pueblo y luego es bombardeado por Occidente, ¿por qué no les pasa lo mismo a los dictadores de Yemen y Bahréin? El “público árabe” también es capaz de identificar claramente los métodos que utilizan Washington y los europeos para tratar de apropiarse de la gran revuelta árabe de 2011.
Por el momento, con tanta “óptica” difusa, ningún think tank se atreve a predecir lo que inventará la “coalición” si ninguna zona de exclusión aérea detiene a Gadafi. Armar a los variopintos, pero muy valerosos y ultra-motivados, “rebeldes” –lo que ya está sucediendo– tiene la autorización de la Resolución 1973 de la ONU. Washington, Londres y París rezan para que los rebeldes puedan pasar pronto de la defensa al ataque, marchar sobre Trípoli, derrocar al tirano y ofrecer a todos un final al estilo de Hollywood.
No será así. El consejo de transición de Bengasi pidió una zona de exclusión aérea –no una intervención extranjera-. Lo que Amanecer de la Odisea provee es sobre todo fuertes bombardeos sobre Trípoli, al otro lado del país. La gente de Trípoli está empezando a ver esto como el comienzo de una nueva guerra colonial. Esto significa que una transición política post Gadafi posiblemente no podrá ser pacífica. De un modo perverso, Amanecer de la Odisea está colocando el fundamento para la partición de Libia. Surge amenazadoramente la balcanización.
Cualquier analista militar decente que valga su whisky con hielo sabe que nadie gana una guerra desde el aire. El afán humanitario es una cortina de humo (¿por qué Libia y no Yemen, Bahréin o Gaza?). Se parece más a un nuevo teatro de operaciones bélicas en la zona que los orientalistas denominan MENA Medio Oriente y Norte de África), una Odisea deformadam, sin fase final y sin fin a la vista. ¡Visto y no visto!
Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007) y “Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge”. Su último libro es “Obama does Globalistan” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com.