La 'emboscada' de rebeldes contra fuerzas pro Gadafi termina en fracaso
Trípoli, Agencias
Cientos de jóvenes rebeldes libios se reunieron por segundo día consecutivo a 20 kilómetros de la ciudad de Ajdabiya con el objetivo de tender una "emboscada" a las fuerzas de Gadafi que rodean la localidad.
Los combatientes, armados con metralletas y lanzaproyectiles, se concitaron primero en camiones y coches en la ciudad de Zuwaytina.
Tras comprobar que se trataba de un gran número de personas, partieron hacia el sur por la carretera procedente de Bengasi, bastión de los insurrectos en el este del país, con dirección hacia Ajdabiya.
Se detuvieron en la misma posición que ocuparon la víspera, protegida por una duna de arena, con el fin de identificar con prismáticos algún miembro de las fuerzas leales a Muamar Gadafi. Sin demasiada organización, muchos de ellos se movían desconcertados hacia lo alto de la duna y algunos se encaramaban a un poste eléctrico para intentar hallar soldados del régimen.
Un grupo se posicionó hacia el oeste de la carretera, cerca de la costa, para tender una "emboscada" a las fuerzas de Gadafi que, según los rebeldes, tenían dos tanques en las entradas este y oeste de Ajdabiya.
Sin embargo, los blindados del dictador libio empezaron rápidamente a abrir fuego hacia donde se encontraban.
Al menos cinco obuses cayeron cerca de los insurrectos, por lo que se agazaparon hacia la arena y fueron retrocediendo hacia el norte.
Salman Magrabi, otro insurrecto, consideró complicado tomar la ciudad. "Gadafi está poniendo tanques en Ajdabiya, donde hay muchos civiles, por lo que no podemos atacarles", señaló.
Entre los combatientes se hallaba Mohamed Kamal, fontanero de 31 años, que vestía una camisa blanca y negra, pantalones vaqueros y sandalias.
Poco antes de que los tanques lanzaran una ofensiva hacia la duna, Kamal reconoció que carecían de armamento y experiencia para enfrentarse a las fuerzas del régimen libio.
"No tengo arma. Espero que alguien muera para poder agarrar una e intentar que me sirva", explicó el rebelde.
Por su parte, Naim Ibrahim Abdul Qader, estudiante de filosofía de la Universidad Qar Yunis de Bengasi, lloraba mientras describía su renuencia a combatir. "Este perro nos ha llevado a esto. No queremos una guerra, nos condujo a ella. Nunca he usado armas antes, ni tan siquiera un cuchillo", se lamentó Qader.
Cientos de jóvenes rebeldes libios se reunieron por segundo día consecutivo a 20 kilómetros de la ciudad de Ajdabiya con el objetivo de tender una "emboscada" a las fuerzas de Gadafi que rodean la localidad.
Los combatientes, armados con metralletas y lanzaproyectiles, se concitaron primero en camiones y coches en la ciudad de Zuwaytina.
Tras comprobar que se trataba de un gran número de personas, partieron hacia el sur por la carretera procedente de Bengasi, bastión de los insurrectos en el este del país, con dirección hacia Ajdabiya.
Se detuvieron en la misma posición que ocuparon la víspera, protegida por una duna de arena, con el fin de identificar con prismáticos algún miembro de las fuerzas leales a Muamar Gadafi. Sin demasiada organización, muchos de ellos se movían desconcertados hacia lo alto de la duna y algunos se encaramaban a un poste eléctrico para intentar hallar soldados del régimen.
Un grupo se posicionó hacia el oeste de la carretera, cerca de la costa, para tender una "emboscada" a las fuerzas de Gadafi que, según los rebeldes, tenían dos tanques en las entradas este y oeste de Ajdabiya.
Sin embargo, los blindados del dictador libio empezaron rápidamente a abrir fuego hacia donde se encontraban.
Al menos cinco obuses cayeron cerca de los insurrectos, por lo que se agazaparon hacia la arena y fueron retrocediendo hacia el norte.
Salman Magrabi, otro insurrecto, consideró complicado tomar la ciudad. "Gadafi está poniendo tanques en Ajdabiya, donde hay muchos civiles, por lo que no podemos atacarles", señaló.
Entre los combatientes se hallaba Mohamed Kamal, fontanero de 31 años, que vestía una camisa blanca y negra, pantalones vaqueros y sandalias.
Poco antes de que los tanques lanzaran una ofensiva hacia la duna, Kamal reconoció que carecían de armamento y experiencia para enfrentarse a las fuerzas del régimen libio.
"No tengo arma. Espero que alguien muera para poder agarrar una e intentar que me sirva", explicó el rebelde.
Por su parte, Naim Ibrahim Abdul Qader, estudiante de filosofía de la Universidad Qar Yunis de Bengasi, lloraba mientras describía su renuencia a combatir. "Este perro nos ha llevado a esto. No queremos una guerra, nos condujo a ella. Nunca he usado armas antes, ni tan siquiera un cuchillo", se lamentó Qader.