Francotiradores, cañones y tanques causan terror en ciudad libia

Misrata, Agencias
Francotiradores y tanques de Moamar Gadafi están aterrorizando a civiles en la ciudad costera de Misrata, dijo un residente, y los militares estadounidenses advirtieron el martes que consideraban "todas las opciones" para responder a esa situación, que ha obligado a la gente a refugiarse en viviendas oscuras, sin comida y sin más agua que la dejada por la lluvia.

En tanto, la televisión estatal libia transmitió lo que afirmó era un discurso en directo pronunciado por Gadafi a una multitud de simpatizantes entusiastas en su complejo residencial en Trípoli. Sería la primera aparición pública del líder libio en una semana.

Gadafi apareció de pie en un balcón frente a una multitud de simpatizantes. Luego de condenar los bombardeos de una coalición internacional sobre sus fuerzas, advirtió, "en el corto y en el largo plazo los venceremos".

La televisión estatal informó que Gadafi habló desde su complejo residencial de Bab Al-aziziya, el mismo alcanzado por un misil crucero el domingo por la noche. No se permitió a los reporteros entrar al complejo mientras hablaba Gadafi.

"¡Gran Pueblo libio, tienes que vivir ahora! Vivimos un momento de gloria", exclamó Gadafi durante la aparición de menos de cinco minutos.

Uno de los hijos de Gadafi habría muerto, dijo el martes la secretaria norteamericana de Estado, Hillary Clinton, en declaraciones a la cadena ABC. Clinton citó reportes no confirmados y no precisó qué hijo habría fallecido. Añadió que "las evidencias no son suficientes" para confirmar esto.

En la misma entrevista, Clinton dijo que gente cercana a Gadafi tiene contacto con personas en el extranjero a fin de analizar las opciones para el futuro. Sin embargo, la funcionaria no señaló si una de esas opciones sería el exilio.

Según Clinton, la gente de Gadafi pregunta, "¿qué hacemos?, ¿cómo salimos de esto?, ¿qué pasa después?".

Numerosos cohetes antiaéreos y explosiones resonaron en Trípoli después del anochecer, en lo que posiblemente es un nuevo ataque de la campaña internacional que hasta ahora se ha concentrado en blancos militares. Pero las condiciones se han deteriorado rápidamente en Misrata, la última gran ciudad del occidente de Libia controlada por la fuerza rebelde que trata de poner fin al régimen de cuatro décadas de Gadafi.

Los residentes en la ciudad, ubicada unos 200 kilómetros (125 millas) al sureste de Trípoli, dicen que los cañoneos y los ataques de francotiradores no cesan. Un médico dijo que los tanques abrieron fuego el lunes contra una protesta pacífica.

"El número de muertos es demasiado para que nuestro hospital pueda manejarlo", dijo el doctor, quien solicitó permanecer anónimo por temor a represalias si la ciudad cae en manos de las fuerzas de Gadafi. En cuanto a la comida, dijo, "compartimos lo que encontramos, y si no hallamos nada, algo que suele ocurrir, no sabemos qué hacer".

En tanto, un caza de combate estadounidense se estrelló en Libia, pero sus dos tripulantes lograron salvarse al catapultarse sin mayores novedades.

El F-15E de la fuerza aérea estadounidense se estrelló en un trigal en las afueras de la aldea de Bu Mariem, a unos 38 kilómetros (24 millas) al este de la capital insurgente de Bengasi.

El martes por la tarde, el fuselaje del avión había quedado transformado en cenizas casi en su totalidad. Las autoridades estadounidenses dijeron que ambos tripulantes se encuentran bien, en manos norteamericanas.

"Vi cómo el avión giraba una y otra vez mientras caía", dijo Mahdi el-Amruni, que acudió al lugar acompañado por otros lugareños. "Ardía, luego las llamas se apagaron y finalmente reaparecieron".

Uno de los pilotos se lanzó en paracaídas, cayó en un terreno rocoso y se escondió en un aprisco de ovejas en la granja de la familia Hamid Moussa el-Amruni.

"No creímos que fuera un avión estadounidense. Creímos que era un avión de Gadafi. Comenzamos a llamar al piloto pero sólo hablamos en lengua arábiga. Comenzamos a buscarlo y encontramos el paracaídas. Llegó un lugareño que habla inglés y gritó 'estamos aquí, estamos con los insurgentes y luego el hombre salió", contó Hamid Moussa el-Amruni.

El piloto partió en un automóvil, llevando el agua y el jugo de fruta que le entregó la familia. Se quedaron con su casco y el paracaídas.

Un segundo avión bombardeó luego el campo donde había caído el aparato estadounidense. Hamid Moussa el-Amruni resultó herido, sufriendo lesiones ocasionadas por la metralla en un brazo y una pierna, pero pudo seguir caminando. Usó una vieja escoba como muleta y dijo que no sentía odio, creyendo que fue un accidente.

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