El apoyo de EEUU y la deserción animan a los rebeldes de Libia

Bengasi, Agencias
Los rebeldes libios se preparaban para un contraataque contra las fuerzas de Muamar Gadafi en el este el jueves, al mismo tiempo animados y cautelosos por la noticia del apoyo encubierto de Estados Unidos y la renuncia del ministro de Relaciones Exteriores del país.

"Estamos empezando a ver el régimen de Gadafi desmoronarse", indicó el portavoz rebelde Mustafa Geriani en la ciudad oriental de Bengasi, sin dar la bienvenida al canciller Mosa Kusa, un ex jefe de espionaje, en el campo rebelde.

Analistas concordaron en que la deserción de Kusa, quien voló a Londres el miércoles, era un golpe para Gadafi y desmentía la ventaja que habían ganado sus fuerzas en terreno en los últimos días. Sin embargo, no reduce el riesgo de una mayor violencia gubernamental.

Pese a casi dos semanas de ataques aéreos de Occidente, las tropas de Gadafi han utilizado armas y tácticas superiores en los últimos días para hacer replegarse a los rebeldes que intentan avanzar hacia el oeste, a lo largo de la costa desde su bastión oriental de Bengasi camino a la capital, Trípoli.

La noticia de que funcionarios estadounidenses aseveraron a Reuters que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, había autorizado operaciones encubiertas en Libia elevó la posibilidad de un mayor apoyo para los rebeldes.

Los expertos asumen que las fuerzas especiales están en terreno "avistando" blancos para ataques aéreos. Pero una confirmación pública desde Washington podría indicar una voluntad de mayor participación junto a los rebeldes.

Los rebeldes, quienes piden que se les entreguen armas, dijeron que desconocían detalles de tropas occidentales en Libia y concordaron en que un rol muy grande del exterior podría ser dañino.

"Minaría nuestra credibilidad", indicó Geriani.

RESOLUCIÓN ONU


La orden de Obama podría alarmar más a los países que ya temen que los ataques aéreos de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña sobre infraestructura y tropas en terreno van más allá de la resolución de la ONU, que tiene el expreso fin de proteger las vidas civiles.

"No puedo hablar de ninguna de las actividades de la CIA pero les diré que el presidente ha sido bastante claro de que en lo que concierne al Ejército de Estados Unidos no habrá tropas en el terreno", apuntó el secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates.

El máximo oficial vaticano en la capital libia citó el miércoles testigos diciendo que al menos 40 civiles murieron en los ataques aéreos de Occidente en Trípoli.

La OTAN dijo que investigaría pero no tenía confirmaciones de la información. La agencia estatal de noticias libia citó fuentes militares que decían que los ataques aéreos occidentales afectaron un área civil en la capital durante la noche, pero no mencionó víctimas.

Los rebeldes que luchan contra el Gobierno de 41 años de Gadafi dicen que necesitan desesperadamente más armas y municiones para abastecer los suministros que tomaron de los depósitos gubernamentales. Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña elevaron la posibilidad de armarlos, pero destacan que esa decisión aún no ha sido tomada.

La OTAN, que tomó el control formal de la campaña aérea el jueves, dijo que velará por un embargo de armas impuesto por la ONU sobre ambos bandos: "Estamos aquí para proteger al pueblo libio, no para armarlo", dijo el jefe de la entidad, Anders Fogh Rasmussen, en Estocolmo.

Más ayuda militar de Occidente podría ayudar a fortalecer a los rebeldes en el campo de batalla, pero provocaría un aumento en la propaganda para Gadafi, quien retrata a sus enemigos como lacayos de Occidente.

Los rebeldes en el frente hacían notar que lucharían con o sin la ayuda occidental.

"Si Dios quiere no habrá más ataques aéreos hoy, pero avanzaremos sin importar qué", aseveró Muneim Mustafa, un combatiente con un rifle AK-47 colgando de su hombro.

Se cree que 1.000 personas murieron en enfrentamientos entre los manifestantes y oponentes a Gadafi desde que se desencadenó el levantamiento contra el líder libio el 17 de febrero.

DESERCIÓN


Los rebeldes temían que Kusa, un ex jefe de espionaje, negociara su inmunidad y recalcaban que Gadafi y su entorno deben ser juzgados por sus crímenes. "Queremos verlos ante la justicia, por lo que esto no es negociable", dijo a Reuters Abdel Hameed Goga, funcionario del Consejo Nacional.

El secretario de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, William Hague, dijo que no se le ofreció inmunidad a Kusa, pero alentaron a otros cercanos a Gadafi a seguir sus pasos.

"Gadafi debe estar preguntándose quién será el próximo en abandonarlo", sostuvo Hague durante una conferencia en Londres. Funcionarios libios negaron la deserción de Kusa y la prensa oficial ignoró su salida.

Un portavoz del Gobierno libio confirmó el jueves la renuncia de Kusa pero dijo que no sabía de algún otro funcionario que haya renunciado o abandonado el país.

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