Convergen frente a la Casa Blanca protestas de toda índole
Todos estos fueron el sábado temas de protestas pequeñas pero ruidosas, frente a la Casa Blanca, donde el presidente Barack Obama permanecía, al otro lado de la cerca.
El paso reservado para peatones en la Avenida Pensilvania, entre la Casa Blanca y la Plaza Lafayette, es frecuentemente sitio de reunión de manifestantes. Rara vez, sin embargo, se conjugan tantos temas de protesta diferentes y hasta antagónicos entre sí, literalmente, generando tal cacofonía de cánticos no relacionados.
Bajo un cielo brillante y un aire fresco, las personas reunidas en el extremo este del paso peatonal exigían la renuncia del presidente yemenita Alí Abdullah Saleh. "Oren por Yemen", decía un cartel.
En seguida estaba un grupo que denunciaba al presidente sirio Bashar Assad. "Detengan el asesinato de civiles", decía otro cartel, mientras los manifestantes entonaban cánticos en árabe.
Otro círculo de manifestantes ondeando banderas apoyaba a la monarquía de Bahrein. "Amamos a nuestro gobierno", se leía en un cartel.
Dos mujeres disentían en la cercanía, mostrando fotografías de manifestantes asesinados en Bahrein. "Nos encontramos con ellos con flores, nos recibieron con muerte", decía su cartel.
El grupo más ruidoso, gracias a amplificadores, protestaba contra el bombardeo encabezado por Estados Unidos contra las fuerzas de Moamar Gadafi en Libia. "Libia para los libios, no para dividendos de Wall Street", cantaban.
Quizá el grupo más numeroso _más de 50 personas_ portaba carteles criticando los organismos modificados genéticamente, los cuales hacen que algunos alimentos sean inseguros, según señalaron los manifestantes.
El grupo más grande portaba el mensaje más enigmático. Un elefante inflable tenía un cartel que exigía "la verdad" sobre los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, el cual etiquetaron como "el elefante en la habitación".
Agentes del Servicio Secreto uniformados, quienes lo han visto todo antes, lucían tranquilos y parecían estar gozando el hermoso cielo azul.
El paso reservado para peatones en la Avenida Pensilvania, entre la Casa Blanca y la Plaza Lafayette, es frecuentemente sitio de reunión de manifestantes. Rara vez, sin embargo, se conjugan tantos temas de protesta diferentes y hasta antagónicos entre sí, literalmente, generando tal cacofonía de cánticos no relacionados.
Bajo un cielo brillante y un aire fresco, las personas reunidas en el extremo este del paso peatonal exigían la renuncia del presidente yemenita Alí Abdullah Saleh. "Oren por Yemen", decía un cartel.
En seguida estaba un grupo que denunciaba al presidente sirio Bashar Assad. "Detengan el asesinato de civiles", decía otro cartel, mientras los manifestantes entonaban cánticos en árabe.
Otro círculo de manifestantes ondeando banderas apoyaba a la monarquía de Bahrein. "Amamos a nuestro gobierno", se leía en un cartel.
Dos mujeres disentían en la cercanía, mostrando fotografías de manifestantes asesinados en Bahrein. "Nos encontramos con ellos con flores, nos recibieron con muerte", decía su cartel.
El grupo más ruidoso, gracias a amplificadores, protestaba contra el bombardeo encabezado por Estados Unidos contra las fuerzas de Moamar Gadafi en Libia. "Libia para los libios, no para dividendos de Wall Street", cantaban.
Quizá el grupo más numeroso _más de 50 personas_ portaba carteles criticando los organismos modificados genéticamente, los cuales hacen que algunos alimentos sean inseguros, según señalaron los manifestantes.
El grupo más grande portaba el mensaje más enigmático. Un elefante inflable tenía un cartel que exigía "la verdad" sobre los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, el cual etiquetaron como "el elefante en la habitación".
Agentes del Servicio Secreto uniformados, quienes lo han visto todo antes, lucían tranquilos y parecían estar gozando el hermoso cielo azul.