ANÁLISIS / Siria plantea un nuevo dilema a Nicolás Sarkozy
París, Agencias
El presidente francés, Nicolás Sarkozy, ha acaparado el protagonismo internacional con su valiente intervención en Libia pero puede que le resulte más difícil lidiar con la amenaza de crisis en Siria.
Después de todo, fue Sarkozy el que terminó con el aislamiento internacional de Siria cuando agasajó al presidente Bashar al Asad en una visita a París en 2008. Asad ocupó un lugar de honor en la celebración del Día de la Bastilla, que marcó el momento en el que el régimen Bathista de Asad volvió a ser aceptado en la comunidad internacional.
Nadie ve a Francia o cualquier otra potencia occidental queriendo embarcarse en otra campaña militar. Sin embargo, Sarkozy ha sentado un precedente que le pone bajo presión para asumir la misma firmeza ante la represión de las manifestaciones prodemocráticas en la antigua colonia francesa.
Más de 60 personas han muerto en ciudades de toda Siria a medida que las manifestaciones se han propagado en los últimos días, provocando que Asad sacara el Ejército a la calle mientras se enfrenta a su crisis más grave en sus 11 años de mandato.
Sarkozy - que asumió el control de la respuesta mundial a la crisis libia para reafirmar la influencia de Francia en el Norte de África tras la descoordinación en la gestión de las revueltas en Túnez y Egipto - debe salir con una inteligente estrategia en Siria o perder su nuevo prestigio, dicen los analistas.
"No puede salir a varios frentes a la vez, y el frente en el que está metido está empezando a mostrar las dificultades de una operación como ésa", dijo el experto en el Norte de África Christian Bouquet, en la Universidad de Burdeos III.
"Sobre el terreno Sarkozy ha afirmado que, por los derechos humanos y la democracia, se debería intervenir en varios países, incluidas Siria y Costa de Marfil, pero no será capaz de movilizar a la comunidad internacional... y habrá un problema de jerarquía de dónde debe ir primero".
Las tensiones en Siria no han alcanzado el nivel de Libia cuando Sarkozy convocó una cumbre de emergencia para lanzar ataques aéreos contra las tropas de Muamar Gadafi.
Las relaciones de Siria con Irán y el hecho de que limite con Israel, Irak y Turquía haría de la acción militar una opción indeseable, especialmente dado el alto riesgo de repercusiones de grupos como el movimiento islamista palestino Hamás o Hezbolá en Líbano.
Estados Unidos ha restado importancia a la posibilidad de una solución militar en Siria y Francia, como potencia colonial hasta 1946, también es reacia a usar la fuerza.
"Irán está muy involucrado con este régimen. Irán lo defendería por todos los medios posibles", dijo Antoine Basbous, jefe del Observatorio de Países Árabes, con sede en París.
"Lo que está en juego si el régimen sirio cae no es sólo una cuestión interna de Siria, las implicaciones son sobre todo geopolíticas a escala regional".
TENSAS RELACIONES
En los últimos días, Sarkozy ha criticado la línea dura de Asad contra los manifestantes, diciendo que todos los gobiernos árabes deben entender que es inaceptable que el Ejército dispare fuego real contra los manifestantes.
El ministro de Exteriores, Alain Juppé, ha llegado para cambiar la imagen de la diplomacia francesa después de la dimisión de su predecesora por sus errores en Túnez, y urgió a Damasco que escuche la voz del diálogo y la democracia.
Sarkozy se encuentra en una situación difícil debido a la bienvenida de héroe que dio a Asad en la cumbre del Mediterráneo en París en 2008, un momento que sirvió para restablecer las relaciones sirias con Europa después de años de aislamiento por su apoyo al terrorismo.
Al igual que Gadafi, a quien Sarkozy recibió en una grandiosa visita de Estado en 2007, Asad era una persona 'non grata' hasta que París selló una nueva distensión con Occidente.
Será difícil para Sarkozy volverse en contra de alguien a quien ha apoyado tanto públicamente, aunque su cambio con respecto a Gadafi demuestra que puede abandonar a los viejos amigos si estos resultan ser demasiado desagradables.
El presidente francés, Nicolás Sarkozy, ha acaparado el protagonismo internacional con su valiente intervención en Libia pero puede que le resulte más difícil lidiar con la amenaza de crisis en Siria.
Después de todo, fue Sarkozy el que terminó con el aislamiento internacional de Siria cuando agasajó al presidente Bashar al Asad en una visita a París en 2008. Asad ocupó un lugar de honor en la celebración del Día de la Bastilla, que marcó el momento en el que el régimen Bathista de Asad volvió a ser aceptado en la comunidad internacional.
Nadie ve a Francia o cualquier otra potencia occidental queriendo embarcarse en otra campaña militar. Sin embargo, Sarkozy ha sentado un precedente que le pone bajo presión para asumir la misma firmeza ante la represión de las manifestaciones prodemocráticas en la antigua colonia francesa.
Más de 60 personas han muerto en ciudades de toda Siria a medida que las manifestaciones se han propagado en los últimos días, provocando que Asad sacara el Ejército a la calle mientras se enfrenta a su crisis más grave en sus 11 años de mandato.
Sarkozy - que asumió el control de la respuesta mundial a la crisis libia para reafirmar la influencia de Francia en el Norte de África tras la descoordinación en la gestión de las revueltas en Túnez y Egipto - debe salir con una inteligente estrategia en Siria o perder su nuevo prestigio, dicen los analistas.
"No puede salir a varios frentes a la vez, y el frente en el que está metido está empezando a mostrar las dificultades de una operación como ésa", dijo el experto en el Norte de África Christian Bouquet, en la Universidad de Burdeos III.
"Sobre el terreno Sarkozy ha afirmado que, por los derechos humanos y la democracia, se debería intervenir en varios países, incluidas Siria y Costa de Marfil, pero no será capaz de movilizar a la comunidad internacional... y habrá un problema de jerarquía de dónde debe ir primero".
Las tensiones en Siria no han alcanzado el nivel de Libia cuando Sarkozy convocó una cumbre de emergencia para lanzar ataques aéreos contra las tropas de Muamar Gadafi.
Las relaciones de Siria con Irán y el hecho de que limite con Israel, Irak y Turquía haría de la acción militar una opción indeseable, especialmente dado el alto riesgo de repercusiones de grupos como el movimiento islamista palestino Hamás o Hezbolá en Líbano.
Estados Unidos ha restado importancia a la posibilidad de una solución militar en Siria y Francia, como potencia colonial hasta 1946, también es reacia a usar la fuerza.
"Irán está muy involucrado con este régimen. Irán lo defendería por todos los medios posibles", dijo Antoine Basbous, jefe del Observatorio de Países Árabes, con sede en París.
"Lo que está en juego si el régimen sirio cae no es sólo una cuestión interna de Siria, las implicaciones son sobre todo geopolíticas a escala regional".
TENSAS RELACIONES
En los últimos días, Sarkozy ha criticado la línea dura de Asad contra los manifestantes, diciendo que todos los gobiernos árabes deben entender que es inaceptable que el Ejército dispare fuego real contra los manifestantes.
El ministro de Exteriores, Alain Juppé, ha llegado para cambiar la imagen de la diplomacia francesa después de la dimisión de su predecesora por sus errores en Túnez, y urgió a Damasco que escuche la voz del diálogo y la democracia.
Sarkozy se encuentra en una situación difícil debido a la bienvenida de héroe que dio a Asad en la cumbre del Mediterráneo en París en 2008, un momento que sirvió para restablecer las relaciones sirias con Europa después de años de aislamiento por su apoyo al terrorismo.
Al igual que Gadafi, a quien Sarkozy recibió en una grandiosa visita de Estado en 2007, Asad era una persona 'non grata' hasta que París selló una nueva distensión con Occidente.
Será difícil para Sarkozy volverse en contra de alguien a quien ha apoyado tanto públicamente, aunque su cambio con respecto a Gadafi demuestra que puede abandonar a los viejos amigos si estos resultan ser demasiado desagradables.