Wikileaks: Israel pidió a España que investigara los vínculos de sus bancos con Irán
Madrid, El País
El Gobierno de EE UU no es el único que mostró su preocupación por la relación que varias empresas españolas desarrollaron con Irán. En una reunión celebrada a principios de 2009 en la embajada estadounidense en Madrid, un representante del Ministerio de Exteriores español informó de los movimientos que había hecho Israel para informarse de hasta dónde llegaba el vínculo Madrid-Teherán.
"El Gobierno israelí llamó al embajador español en Tel Aviv para discutir la posibilidad de que algunos bancos españoles estén involucrados en transacciones que en última instancia tengan una conexión iraní", aseguró Carlos Torres, consejero para no proliferación del ministerio español a los diplomáticos estadounidenses. El representante español añadió que desconocía de qué fuente había obtenido Israel esta información, pero dio a entender que era posible que algunos bancos pudieran tener alguna relación con estas operaciones con Irán sin saberlo. Subrayó que este era también un tema sensible para el Gobierno español y que no tenía la autorización de las empresas para compartir esta información con el Gobierno de EE UU, según un cable secreto destapado por la filtración a Wikileaks.
A pesar de estas cautelas, Torres citó un caso en el que el Banco Santander podría tener relaciones indirectas con el Banco Melli de Irán. El Gobierno de EE UU clasificó en 2007 al Banco Melli, el tercero más importante del país, como un vehículo controlado por el régimen de los ayatolás que ofrece servicios financieros al programa de misiles nucleares iraní y a organizaciones terroristas. Torres no dio más detalles sobre otras conexiones de empresas españolas en la república islámica.
Las presiones de Israel se unen a las de EE UU que EL PAÍS ya desveló. La embajada cercenó las relaciones económicas con Irán de empresas como Repsol, Iberia, el Banco Santander o el Sabadell. No solo eso. Los estadounidenses también lograron que el subgobernador del Banco de España, José Viñals, facilitase información detallada del Santander y del Sabadell sobre sus operaciones en Teherán. Fuentes del Banco de España matizaron que esta mediación se hizo solo para que las que las entidades financieras demostraran que su relación con Irán era muy marginal y que en ningún caso tenían ninguna conexión con la financiación del terrorismo.
Además de los contactos comerciales, EE UU también mostró su malestar por alguna toma de contacto entre políticos. Como las visitas a Madrid del negociador nuclear Alí Larijani y el viaje en dirección contraria que hizo el expresidente Felipe González en 2006. En esta visita, según los estadounidenses, González fue más allá de la posición occidental al asegurar que la crisis diplomática de entonces podía suponer una oportunidad para involucrar al régimen de los ayatolás y defender su derecho a desarrollar una tecnología nuclear de uso civil. "Nadie del Gobierno le pidió que fuera, aunque cuando él mostró su interés nadie le dijo que no", comento el ministro Miguel Ángel Moratinos, que asimismo dijo estar decepcionado con los comentarios de González tras volver de la república persa: "No aportaron ningún valor añadido, pero quizás sí provocaron una pérdida de valor", decía el documento confidencial de 2006.
En otro cable unos meses posterior, la embajada estadounidense mencionó estos viajes para poner en duda el discurso del presidente José Luis Rodríguez Zapatero de que España considera a Irán como "la amenaza más importante" para la estabilidad regional. "España ha reforzado claramente su implicación con Teherán en los últimos meses", resumía. "Hemos mostrado nuestro compromiso con una solución diplomática y subrayado la flexibilidad de la que hemos hecho gala. Pero también la importancia de dar un mensaje único a Irán que no le ofrezca ninguna posibilidad de enfrentar a unos países con otros", continúa el cable.
En un documento secreto de enero de 2007, el entonces número dos de Exteriores, Bernardino León, admitía la preocupación española por la posibilidad de que un Irán con armas nucleares empuje a países árabes como Egipto o Arabia Saudí a dar el mismo paso, lo que podría derivar en que los vecinos de España del Magreb también quisieran hacerse con un arsenal nuclear. León aseguró que el Gobierno estaba desanimando a las empresas españolas a invertir en Irán y de que González no visitara de nuevo Teherán.
El viaje del expresidente español daba, según el embajador Eduardo Aguirre, "un mensaje equívoco". "Ha decidido no viajar nunca más a Irán, aunque él está dispuesto a actuar de mediador en cualquier momento en el que se le necesite", concluye el secretario de Estado de Exteriores.
El Gobierno de EE UU no es el único que mostró su preocupación por la relación que varias empresas españolas desarrollaron con Irán. En una reunión celebrada a principios de 2009 en la embajada estadounidense en Madrid, un representante del Ministerio de Exteriores español informó de los movimientos que había hecho Israel para informarse de hasta dónde llegaba el vínculo Madrid-Teherán.
"El Gobierno israelí llamó al embajador español en Tel Aviv para discutir la posibilidad de que algunos bancos españoles estén involucrados en transacciones que en última instancia tengan una conexión iraní", aseguró Carlos Torres, consejero para no proliferación del ministerio español a los diplomáticos estadounidenses. El representante español añadió que desconocía de qué fuente había obtenido Israel esta información, pero dio a entender que era posible que algunos bancos pudieran tener alguna relación con estas operaciones con Irán sin saberlo. Subrayó que este era también un tema sensible para el Gobierno español y que no tenía la autorización de las empresas para compartir esta información con el Gobierno de EE UU, según un cable secreto destapado por la filtración a Wikileaks.
A pesar de estas cautelas, Torres citó un caso en el que el Banco Santander podría tener relaciones indirectas con el Banco Melli de Irán. El Gobierno de EE UU clasificó en 2007 al Banco Melli, el tercero más importante del país, como un vehículo controlado por el régimen de los ayatolás que ofrece servicios financieros al programa de misiles nucleares iraní y a organizaciones terroristas. Torres no dio más detalles sobre otras conexiones de empresas españolas en la república islámica.
Las presiones de Israel se unen a las de EE UU que EL PAÍS ya desveló. La embajada cercenó las relaciones económicas con Irán de empresas como Repsol, Iberia, el Banco Santander o el Sabadell. No solo eso. Los estadounidenses también lograron que el subgobernador del Banco de España, José Viñals, facilitase información detallada del Santander y del Sabadell sobre sus operaciones en Teherán. Fuentes del Banco de España matizaron que esta mediación se hizo solo para que las que las entidades financieras demostraran que su relación con Irán era muy marginal y que en ningún caso tenían ninguna conexión con la financiación del terrorismo.
Además de los contactos comerciales, EE UU también mostró su malestar por alguna toma de contacto entre políticos. Como las visitas a Madrid del negociador nuclear Alí Larijani y el viaje en dirección contraria que hizo el expresidente Felipe González en 2006. En esta visita, según los estadounidenses, González fue más allá de la posición occidental al asegurar que la crisis diplomática de entonces podía suponer una oportunidad para involucrar al régimen de los ayatolás y defender su derecho a desarrollar una tecnología nuclear de uso civil. "Nadie del Gobierno le pidió que fuera, aunque cuando él mostró su interés nadie le dijo que no", comento el ministro Miguel Ángel Moratinos, que asimismo dijo estar decepcionado con los comentarios de González tras volver de la república persa: "No aportaron ningún valor añadido, pero quizás sí provocaron una pérdida de valor", decía el documento confidencial de 2006.
En otro cable unos meses posterior, la embajada estadounidense mencionó estos viajes para poner en duda el discurso del presidente José Luis Rodríguez Zapatero de que España considera a Irán como "la amenaza más importante" para la estabilidad regional. "España ha reforzado claramente su implicación con Teherán en los últimos meses", resumía. "Hemos mostrado nuestro compromiso con una solución diplomática y subrayado la flexibilidad de la que hemos hecho gala. Pero también la importancia de dar un mensaje único a Irán que no le ofrezca ninguna posibilidad de enfrentar a unos países con otros", continúa el cable.
En un documento secreto de enero de 2007, el entonces número dos de Exteriores, Bernardino León, admitía la preocupación española por la posibilidad de que un Irán con armas nucleares empuje a países árabes como Egipto o Arabia Saudí a dar el mismo paso, lo que podría derivar en que los vecinos de España del Magreb también quisieran hacerse con un arsenal nuclear. León aseguró que el Gobierno estaba desanimando a las empresas españolas a invertir en Irán y de que González no visitara de nuevo Teherán.
El viaje del expresidente español daba, según el embajador Eduardo Aguirre, "un mensaje equívoco". "Ha decidido no viajar nunca más a Irán, aunque él está dispuesto a actuar de mediador en cualquier momento en el que se le necesite", concluye el secretario de Estado de Exteriores.