La plaza de la Liberación se pertrecha para una larga resistencia hasta la marcha de Mubarak
El Cairo, El País
Reacios ante las moderadas propuestas de reforma del Gobierno, los manifestantes de la plaza de la Liberación se preparan para una larga resistencia. No cederán hasta que el presidente Hosni Mubarak se vaya. El recinto, centro neurálgico de las masivas protestas contra el régimen, se ha llenado de nuevo hoy, tras dos semanas de manifestaciones, con integrantes de todas las capas sociales. Entre los que permanecen concentrados aumentan quienes deciden acampar, dispuestos a aguantar lo que haga falta hasta la marcha del rais. El presidente se ha reunido esta mañana por primera vez con el nuevo Gobierno en pleno y ha anunciado un aumento salarial para los empleados públicos.
Son varios miles de ciudadanos, la mayoría hombres, que organizan marchas y cánticos, desde primeras horas de la mañana. Sobre todo intentan impedir que los tanques del Ejército abandonen la plaza (algunos incluso duermen entre las ruedas de los vehículos). Entienden que su presencia garantiza que la revuelta pueda continuar y ofrecen cierta protección ante el hostigamiento de los partidarios del Gobierno. El clamor resuena en el centro de El Cairo. "¡Vete! ¡Mubarak, vete!", gritan los manifestantes. Desde EE UU, el presidente Barack Obama ha avisado esta mañana de que Egipto "ya no volverá a ser lo que era", y en una nueva comparecencia, horas más tarde, ha asegurado que se han hecho "progresos" en el proceso político. Pero ese proceso es todavía muy débil. Un dirigente de los Hermanos Musulmanes ha asegurado que podrían retirarse de las conversaciones si el Gobierno no se hace eco de sus peticiones. "Nuestra principal demanda", ha recordado Essam el Erian a Reuters, "es que Mubarak se vaya". Mientras, el país trata poco a poco de volver a la normalidad y sólo lo consigue a duras penas. Los bancos han reabierto pero las escuelas y la bolsa siguen cerrados, según informa la BBC.
El Gobierno, sin embargo, resiste y demuestra que, con Mubarak o sin él, será difícil arrancarle concesiones significativas. Tras la reunión del Consejo de Ministros, se ha anunciado una subida salarial del 15% a los funcionarios y la creación la un fondo para indemnizar a los comercios afectados por las revueltas. Han sido las primeras medidas, anunciadas por la agencia oficial MENA y recogidas por France Presse, tras el encuentro que mantuvo ayer el vicepresidente, Omar Suleimán, con la oposición.
Suleimán se reunió con una delegación de opositores en la que figuraba un representante de los Hermanos Musulmanes. Eso supuso una novedad, ya que el ilegal movimiento islamista fue siempre el espantajo del régimen, la excusa de la dictadura.
El vicepresidente ofreció ampliar la libertad de prensa, liberar a los presos "de conciencia", establecer una comisión consultiva sobre la reforma de la Constitución y cancelar, en un futuro indeterminado, un estado de excepción que dura desde 1981. Los delegados de la oposición abandonaron la reunión entre dubitativos y decepcionados. Llevaban dos semanas exigiendo la dimisión del presidente y asegurando que no negociarían mientras no se cumpliera esa reivindicación. Su encuentro con Suleimán se desarrolló, sin embargo, bajo un gran retrato del dictador, un punto simbólico a favor del inmovilismo. Ahmed Shafiq, el primer ministro, insistió de nuevo en que Mubarak agotaría su mandato y solo dejaría el cargo en septiembre, cuando se eligiera un nuevo presidente.
Sin grandes compromisos
Un análisis de las propuestas de Suleimán indicaba la determinación del régimen, ahora ya sinónimo de Ejército, de regular cuidadosamente los gestos de apertura y de no comprometerse demasiado. Ofreció, por ejemplo, liberar a los centenares de detenidos desde el martes 25, pero a la vez siguió arrestando a activistas y periodistas extranjeros y, sobre todo, a ciudadanos egipcios. Sin embargo, hoy se ha producido la liberación de algunos arrestados en las protestas. Entre otros, un alto cargo de la compañía estadounidense Google. Otro gesto de cambio ha sido el interrogatorio por parte de fiscales militares al anterior ministro del Interior, Habib el Adli, a quien han pedido explicaciones sobre su actuación en los primeros días de protestas. Según una fuente de seguridad citada por Reuters, El Adli está acusado de ordenar la retirada de las fuerzas de seguridad de las calles el día 28 de ese mes, lo que provocó un enorme caos (y el consiguiente relevo de Gabinete en el que perdió su cargo), a la vez que les autorizó para disparar fuego real contra los manifestantes.
En el proceso político, la idea de crear una comisión sobre la reforma constitucional que debería alcanzar conclusiones a principios de marzo resultaba atractiva; sin embargo, no existía garantía alguna de que esas conclusiones fueran a ser aceptadas. ¿Libertad de prensa? La hegemónica televisión pública seguía ofreciendo una cobertura aberrante de la crisis, mostrando imágenes de apoyo a Mubarak y atribuyendo la revuelta a espías y conspiradores extranjeros. Esos mensajes de fomento a la paranoia colectiva calaban en amplias capas de la sociedad. En un comunicado tras la reunión, Suleimán insistió en referirse a "elementos extranjeros que trabajan para minar nuestra estabilidad".
Continúan las protestas en la calle
La reunión de Suleimán con la oposición no convenció ayer a la multitud de la plaza de la Liberación. Arreciaron los gritos contra Mubarak y la voluntad de mantener la protesta (que ayer congregó de nuevo a muchas decenas de miles) hasta lograr sus objetivos, que incluyen la dimisión inmediata de Mubarak. También creció cierta desconfianza frente al Ejército, hasta ahora mimado por la multitud. Los esfuerzos militares por levantar las barricadas que protegían a los manifestantes, por reducir su espacio y por aislarlos del resto de El Cairo, junto a las peticiones de disolución de la protesta lanzadas por el ministro de Defensa y del jefe del Estado Mayor, dejaban pocas dudas sobre hacia dónde se inclinaban los mandos del Ejército.
Reacios ante las moderadas propuestas de reforma del Gobierno, los manifestantes de la plaza de la Liberación se preparan para una larga resistencia. No cederán hasta que el presidente Hosni Mubarak se vaya. El recinto, centro neurálgico de las masivas protestas contra el régimen, se ha llenado de nuevo hoy, tras dos semanas de manifestaciones, con integrantes de todas las capas sociales. Entre los que permanecen concentrados aumentan quienes deciden acampar, dispuestos a aguantar lo que haga falta hasta la marcha del rais. El presidente se ha reunido esta mañana por primera vez con el nuevo Gobierno en pleno y ha anunciado un aumento salarial para los empleados públicos.
Son varios miles de ciudadanos, la mayoría hombres, que organizan marchas y cánticos, desde primeras horas de la mañana. Sobre todo intentan impedir que los tanques del Ejército abandonen la plaza (algunos incluso duermen entre las ruedas de los vehículos). Entienden que su presencia garantiza que la revuelta pueda continuar y ofrecen cierta protección ante el hostigamiento de los partidarios del Gobierno. El clamor resuena en el centro de El Cairo. "¡Vete! ¡Mubarak, vete!", gritan los manifestantes. Desde EE UU, el presidente Barack Obama ha avisado esta mañana de que Egipto "ya no volverá a ser lo que era", y en una nueva comparecencia, horas más tarde, ha asegurado que se han hecho "progresos" en el proceso político. Pero ese proceso es todavía muy débil. Un dirigente de los Hermanos Musulmanes ha asegurado que podrían retirarse de las conversaciones si el Gobierno no se hace eco de sus peticiones. "Nuestra principal demanda", ha recordado Essam el Erian a Reuters, "es que Mubarak se vaya". Mientras, el país trata poco a poco de volver a la normalidad y sólo lo consigue a duras penas. Los bancos han reabierto pero las escuelas y la bolsa siguen cerrados, según informa la BBC.
El Gobierno, sin embargo, resiste y demuestra que, con Mubarak o sin él, será difícil arrancarle concesiones significativas. Tras la reunión del Consejo de Ministros, se ha anunciado una subida salarial del 15% a los funcionarios y la creación la un fondo para indemnizar a los comercios afectados por las revueltas. Han sido las primeras medidas, anunciadas por la agencia oficial MENA y recogidas por France Presse, tras el encuentro que mantuvo ayer el vicepresidente, Omar Suleimán, con la oposición.
Suleimán se reunió con una delegación de opositores en la que figuraba un representante de los Hermanos Musulmanes. Eso supuso una novedad, ya que el ilegal movimiento islamista fue siempre el espantajo del régimen, la excusa de la dictadura.
El vicepresidente ofreció ampliar la libertad de prensa, liberar a los presos "de conciencia", establecer una comisión consultiva sobre la reforma de la Constitución y cancelar, en un futuro indeterminado, un estado de excepción que dura desde 1981. Los delegados de la oposición abandonaron la reunión entre dubitativos y decepcionados. Llevaban dos semanas exigiendo la dimisión del presidente y asegurando que no negociarían mientras no se cumpliera esa reivindicación. Su encuentro con Suleimán se desarrolló, sin embargo, bajo un gran retrato del dictador, un punto simbólico a favor del inmovilismo. Ahmed Shafiq, el primer ministro, insistió de nuevo en que Mubarak agotaría su mandato y solo dejaría el cargo en septiembre, cuando se eligiera un nuevo presidente.
Sin grandes compromisos
Un análisis de las propuestas de Suleimán indicaba la determinación del régimen, ahora ya sinónimo de Ejército, de regular cuidadosamente los gestos de apertura y de no comprometerse demasiado. Ofreció, por ejemplo, liberar a los centenares de detenidos desde el martes 25, pero a la vez siguió arrestando a activistas y periodistas extranjeros y, sobre todo, a ciudadanos egipcios. Sin embargo, hoy se ha producido la liberación de algunos arrestados en las protestas. Entre otros, un alto cargo de la compañía estadounidense Google. Otro gesto de cambio ha sido el interrogatorio por parte de fiscales militares al anterior ministro del Interior, Habib el Adli, a quien han pedido explicaciones sobre su actuación en los primeros días de protestas. Según una fuente de seguridad citada por Reuters, El Adli está acusado de ordenar la retirada de las fuerzas de seguridad de las calles el día 28 de ese mes, lo que provocó un enorme caos (y el consiguiente relevo de Gabinete en el que perdió su cargo), a la vez que les autorizó para disparar fuego real contra los manifestantes.
En el proceso político, la idea de crear una comisión sobre la reforma constitucional que debería alcanzar conclusiones a principios de marzo resultaba atractiva; sin embargo, no existía garantía alguna de que esas conclusiones fueran a ser aceptadas. ¿Libertad de prensa? La hegemónica televisión pública seguía ofreciendo una cobertura aberrante de la crisis, mostrando imágenes de apoyo a Mubarak y atribuyendo la revuelta a espías y conspiradores extranjeros. Esos mensajes de fomento a la paranoia colectiva calaban en amplias capas de la sociedad. En un comunicado tras la reunión, Suleimán insistió en referirse a "elementos extranjeros que trabajan para minar nuestra estabilidad".
Continúan las protestas en la calle
La reunión de Suleimán con la oposición no convenció ayer a la multitud de la plaza de la Liberación. Arreciaron los gritos contra Mubarak y la voluntad de mantener la protesta (que ayer congregó de nuevo a muchas decenas de miles) hasta lograr sus objetivos, que incluyen la dimisión inmediata de Mubarak. También creció cierta desconfianza frente al Ejército, hasta ahora mimado por la multitud. Los esfuerzos militares por levantar las barricadas que protegían a los manifestantes, por reducir su espacio y por aislarlos del resto de El Cairo, junto a las peticiones de disolución de la protesta lanzadas por el ministro de Defensa y del jefe del Estado Mayor, dejaban pocas dudas sobre hacia dónde se inclinaban los mandos del Ejército.