La oposición se acerca a Trípoli y las protestas aumentan en el mundo árabe
Trípoli, Agencias
La oposición aumentaba la presión sobre el régimen libio acercándose a Trípoli, baluarte del dirigente Muamar Gadafi, en la línea con otras protestas en el mundo árabe que se extienden desde Túnez, donde nació el movimiento, hasta las monarquías del Golfo.
El mundo árabe vive desde hace dos meses y medio a golpe de sobresaltos, revueltas e insurrecciones. Un movimiento de insubordinación que abarca Libia, Túnez, Bahréin, Yemen y Omán, y hasta salpica Siria y Arabia Saudí, donde se han registrado conatos de movilización.
En Túnez, que mostró el camino a los países árabes enseñándoles cómo se puede derrocar a un dirigente, el primer ministro Mohamed Ghanuchi dimitió el domingo bajo la presión del pueblo. Ghanuchi, que tomó las riendas del Gobierno de transición tras la caída, el 14 de enero, del presidente Zine al Abidine Ben Alí, anunció su renuncia después de 48 horas de violencia en la capital de Túnez, que se cobró cinco vidas. Fue sustituido por el ex ministro Beji Caid Esebsi.
El número dos de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, fustigó a los nuevos dirigentes en Túnez y Egipto por considerar que fueron instalados por Estados Unidos y llamó a los musulmanes a sublevarse contra los "invasores", según el centro estadounidense de vigilancia de sitios islamistas (SITE).
En Libia, en el decimocuarto día de un movimiento de protesta sin precedentes, el coronel Gadafi y las fuerzas que le son leales no controlan más que Trípoli y su región.
Además, Washington dice estar dispuesto a ayudar a los opositores que han creado un gobierno de transición, el 'Consejo Nacional Independiente', encargado de representar a las "ciudades liberadas".
La oposición está determinada a llegar hasta Trípoli.
Tras haber impuesto sanciones al líder libio, la comunidad internacional, con Occidente a la cabeza, examina la posibilidad de prohibir el espacio aéreo libio para impedir que se bombardee a la población.
En el resto del mundo árabe siguen soplando vientos de revuelta. En la península arábiga, al menos un manifestante resultó muerto y otros cinco heridos el domingo por disparos de la policía durante una concentración de desempleados en Sohar, en el sultanato de Omán. Es el primer muerto en este país vecino de Arabia Saudí y de Yemen. El sultán Qabus anunció medidas sociales para mitigar la tensión en este país que controla la seguridad del estrecho de Ormuz, por donde transita el 40% del petróleo exportado por vía marítima en el mundo.
En Bahréin, miles de personas desfilaron el domingo en Manama contra el régimen de la dinastía sunita de los Al Jalifa y el grupo chiíta del parlamento confirmó su dimisión en bloque ante la violencia registrada los primeros días de las manifestaciones populares.
Entretanto, se han hecho llamamientos a manifestarse en Qatar y en Arabia Saudí, donde un centenar de intelectuales pidió reformas políticas, empezando por la instauración de una "monarquía constitucional", así como económicas y sociales.
En Yemen, el presidente Alí Abdalá Saleh, en el poder desde hace 32 años, dice tener la intención de defender el "régimen republicano" hasta la "última gota de (su) sangre", mientras siguen las protestas en el país.
En el vecino Qatar, un llamamiento en Facebook a expulsar al emir Hamad ben Jalifa al Thani consiguió más de 20.000 firmas.
En Kuwait, un grupo de la oposición pidió reformas y el emir anunció medidas sociales.
En Irak, el primer ministro, Nuri al Maliki, dio el domingo 100 días a sus ministros para conseguir mejoras, en respuesta a las manifestaciones contra el Gobierno. En Jordania, el primer ministro se comprometió a llevar a cabo reformas "reales y progresivas".
Por último, en Siria una página de Facebook convocó manifestaciones contra el régimen.
La oposición aumentaba la presión sobre el régimen libio acercándose a Trípoli, baluarte del dirigente Muamar Gadafi, en la línea con otras protestas en el mundo árabe que se extienden desde Túnez, donde nació el movimiento, hasta las monarquías del Golfo.
El mundo árabe vive desde hace dos meses y medio a golpe de sobresaltos, revueltas e insurrecciones. Un movimiento de insubordinación que abarca Libia, Túnez, Bahréin, Yemen y Omán, y hasta salpica Siria y Arabia Saudí, donde se han registrado conatos de movilización.
En Túnez, que mostró el camino a los países árabes enseñándoles cómo se puede derrocar a un dirigente, el primer ministro Mohamed Ghanuchi dimitió el domingo bajo la presión del pueblo. Ghanuchi, que tomó las riendas del Gobierno de transición tras la caída, el 14 de enero, del presidente Zine al Abidine Ben Alí, anunció su renuncia después de 48 horas de violencia en la capital de Túnez, que se cobró cinco vidas. Fue sustituido por el ex ministro Beji Caid Esebsi.
El número dos de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, fustigó a los nuevos dirigentes en Túnez y Egipto por considerar que fueron instalados por Estados Unidos y llamó a los musulmanes a sublevarse contra los "invasores", según el centro estadounidense de vigilancia de sitios islamistas (SITE).
En Libia, en el decimocuarto día de un movimiento de protesta sin precedentes, el coronel Gadafi y las fuerzas que le son leales no controlan más que Trípoli y su región.
Además, Washington dice estar dispuesto a ayudar a los opositores que han creado un gobierno de transición, el 'Consejo Nacional Independiente', encargado de representar a las "ciudades liberadas".
La oposición está determinada a llegar hasta Trípoli.
Tras haber impuesto sanciones al líder libio, la comunidad internacional, con Occidente a la cabeza, examina la posibilidad de prohibir el espacio aéreo libio para impedir que se bombardee a la población.
En el resto del mundo árabe siguen soplando vientos de revuelta. En la península arábiga, al menos un manifestante resultó muerto y otros cinco heridos el domingo por disparos de la policía durante una concentración de desempleados en Sohar, en el sultanato de Omán. Es el primer muerto en este país vecino de Arabia Saudí y de Yemen. El sultán Qabus anunció medidas sociales para mitigar la tensión en este país que controla la seguridad del estrecho de Ormuz, por donde transita el 40% del petróleo exportado por vía marítima en el mundo.
En Bahréin, miles de personas desfilaron el domingo en Manama contra el régimen de la dinastía sunita de los Al Jalifa y el grupo chiíta del parlamento confirmó su dimisión en bloque ante la violencia registrada los primeros días de las manifestaciones populares.
Entretanto, se han hecho llamamientos a manifestarse en Qatar y en Arabia Saudí, donde un centenar de intelectuales pidió reformas políticas, empezando por la instauración de una "monarquía constitucional", así como económicas y sociales.
En Yemen, el presidente Alí Abdalá Saleh, en el poder desde hace 32 años, dice tener la intención de defender el "régimen republicano" hasta la "última gota de (su) sangre", mientras siguen las protestas en el país.
En el vecino Qatar, un llamamiento en Facebook a expulsar al emir Hamad ben Jalifa al Thani consiguió más de 20.000 firmas.
En Kuwait, un grupo de la oposición pidió reformas y el emir anunció medidas sociales.
En Irak, el primer ministro, Nuri al Maliki, dio el domingo 100 días a sus ministros para conseguir mejoras, en respuesta a las manifestaciones contra el Gobierno. En Jordania, el primer ministro se comprometió a llevar a cabo reformas "reales y progresivas".
Por último, en Siria una página de Facebook convocó manifestaciones contra el régimen.