La belleza como arma de guerra
Ana Marisol Angarita, BBC Mundo
¿Y por qué en las fotos de la guerra las mujeres aparecen tan bien arregladas?
Durante la Segunda Guerra Mundial, la pintura de labios se transformó, para millones de mujeres británicas, en un arma de guerra.
El maquillaje y la moda son aspectos poco mencionados del conflicto, pero tuvieron un papel político y estratégico fundamental en este capítulo de la historia del Reino Unido que está siendo recordado 70 años después, con exhibiciones y eventos en todo el país.
La política permeó la moda o quizás la moda permeó la política en una era de austeridad. Mientras los alemanes invadían París con impecables uniformes de diseñador, las mujeres británicas se esforzaban por lucir bien como una forma de mostrar resistencia al enemigo.
" ¡La belleza es tu deber!" ("Beauty is your duty!") rezaba la consigna en la revista Vogue. En los peores tiempos se contemplaba hasta el último recurso: remolacha como pintalabios, cera para botas como sombras de ojos y hasta salsa de carne asada para pintarse una vena a lo largo de la parte posterior de las piernas y así hacerle creer a los nazis que hasta tenían medias de nylon.
Las mujeres comandaban el batallón que usaba la belleza contra los invasores y como arma contra los enemigos. Sabían que debían estar preparadas incluso en caso de que les tomaran fotos que posteriormente llegarían a manos de los alemanes. Ellas eran, de alguna forma, las responsables de dar la imagen del país en el exterior.
Sin pintalabios hay disturbios
En 1942 se inició una campaña para reutilizar y reparar las piezas que ya se tenían.
Al final de la década de 1930, la moda y la belleza pasaron de ser consideradas algo superficial a un tema político.
En las primeras etapas de la guerra los alimentos fueron restringidos producto de una política de racionamiento y no fue sino hasta junio de 1941 que también la ropa, los zapatos y las telas comenzaron a ser racionados.
Las mujeres se les permitía tener en promedio dos barras de pintalabios al año. En un momento dado durante la guerra el gobierno consideró la posibilidad de bajar estas raciones, pero rápidamente se dio cuenta de que era una pésima decisión.
El descontento entre las mujeres fue tanto que según informes del gobierno podrían desencadenarse disturbios. El Ejecutivo se vió obligado no sólo a rectificar la medida sino a aumentar el número de cupones destinados a la compra de pintalabios.
"El maquillaje era visto como algo que le ofrecía a las mujeres la libertad de ser quienes ellas deseaban ser y le permitía conservar su feminidad", le dijo a BBC Mundo la profesora de la Escuela de Moda de Londres, London College of Fashion, Emmanuelle Dirix.
Mantener la cordura
A apretarse el cinturón
Pintura de labios: se utilizaba hollín, carbón vegetal y hasta hacían intentos con remolacha.
Los restos de las pinturas de labios eran derretidos y colocados en un frasco para que se solidificaran de nuevo.
Sombra: utilizaban cera para botas.
Desmaquillante: grasa de cerdo resolvía el problema ante las circunstancias.
Laca o fijador para el cabello: usaban una mezcla de azúcar y agua como sustituto.
Durante la época se incentivaba a las mujeres a incorporarse al mercado laboral para responder a la carencia de mano de obra masculina. Eso sí, debían hacerlo sin descuidar la belleza.
La idea detrás de todo ello era levantar la moral interna, demostrarle resistencia a los enemigos y dejar en claro que el espíritu de lucha seguía vivo a pesar de los tiempos difíciles.
"Para comprar ropa había ciertas reglas. Las piezas de vestir se adquirían sólo con una mezcla de un determinado número de cupones y dinero", señala Dirix.
Las mujeres se dieron cuenta que era mucho más conveniente confeccionar sus propios vestidos, ya que necesitaban menos cupones para las telas. Se popularizaron entonces las máquinas de coser.
En 1942 se inició la campaña del "Make-Do and Mend", que básicamente consistía en reutilizar, reparar las piezas que ya se tenían y arreglárselas con lo que había.
Ese mismo año, el gobierno dio cupones llamados "Look to your looks" (Préstale atención a tu apariencia) para comprar base de maquillaje y polvo y de esta forma impedir que bajara la moral entre las trabajadoras.
El lápiz de labios dejó, por un momento, de ser una frivolidad.
El racionamiento de prendas de vestir y maquillaje en el Reino Unido finalizó en 1949.
"El maquillaje y la belleza le permitió tener a las mujeres un espacio personal de escape y satisfacción que, en tiempos de crisis, ayudaron a mantener la moral y la cordura. La experiencia muestra que la vida no se detiene porque hay una guerra, que nuestra existencia diaria se mantiene", indicó Dirix.
"También nos dice cómo la historia ha sido contada. Raramente se abordan los temas femeninos durante la guerra porque es visto como un tema frívolo en un entorno marcado por la destrucción y la exterminación, y puede que lo sea, pero el hecho es que para estas mujeres no lo era, porque las ayudaba a enfrentar sus nuevas vidas y roles", agregó.
A veces, la moda muestra la resistencia del espíritu humano ante la adversidad.
¿Y por qué en las fotos de la guerra las mujeres aparecen tan bien arregladas?
Durante la Segunda Guerra Mundial, la pintura de labios se transformó, para millones de mujeres británicas, en un arma de guerra.
El maquillaje y la moda son aspectos poco mencionados del conflicto, pero tuvieron un papel político y estratégico fundamental en este capítulo de la historia del Reino Unido que está siendo recordado 70 años después, con exhibiciones y eventos en todo el país.
La política permeó la moda o quizás la moda permeó la política en una era de austeridad. Mientras los alemanes invadían París con impecables uniformes de diseñador, las mujeres británicas se esforzaban por lucir bien como una forma de mostrar resistencia al enemigo.
" ¡La belleza es tu deber!" ("Beauty is your duty!") rezaba la consigna en la revista Vogue. En los peores tiempos se contemplaba hasta el último recurso: remolacha como pintalabios, cera para botas como sombras de ojos y hasta salsa de carne asada para pintarse una vena a lo largo de la parte posterior de las piernas y así hacerle creer a los nazis que hasta tenían medias de nylon.
Las mujeres comandaban el batallón que usaba la belleza contra los invasores y como arma contra los enemigos. Sabían que debían estar preparadas incluso en caso de que les tomaran fotos que posteriormente llegarían a manos de los alemanes. Ellas eran, de alguna forma, las responsables de dar la imagen del país en el exterior.
Sin pintalabios hay disturbios
En 1942 se inició una campaña para reutilizar y reparar las piezas que ya se tenían.
Al final de la década de 1930, la moda y la belleza pasaron de ser consideradas algo superficial a un tema político.
En las primeras etapas de la guerra los alimentos fueron restringidos producto de una política de racionamiento y no fue sino hasta junio de 1941 que también la ropa, los zapatos y las telas comenzaron a ser racionados.
Las mujeres se les permitía tener en promedio dos barras de pintalabios al año. En un momento dado durante la guerra el gobierno consideró la posibilidad de bajar estas raciones, pero rápidamente se dio cuenta de que era una pésima decisión.
El descontento entre las mujeres fue tanto que según informes del gobierno podrían desencadenarse disturbios. El Ejecutivo se vió obligado no sólo a rectificar la medida sino a aumentar el número de cupones destinados a la compra de pintalabios.
"El maquillaje era visto como algo que le ofrecía a las mujeres la libertad de ser quienes ellas deseaban ser y le permitía conservar su feminidad", le dijo a BBC Mundo la profesora de la Escuela de Moda de Londres, London College of Fashion, Emmanuelle Dirix.
Mantener la cordura
A apretarse el cinturón
Pintura de labios: se utilizaba hollín, carbón vegetal y hasta hacían intentos con remolacha.
Los restos de las pinturas de labios eran derretidos y colocados en un frasco para que se solidificaran de nuevo.
Sombra: utilizaban cera para botas.
Desmaquillante: grasa de cerdo resolvía el problema ante las circunstancias.
Laca o fijador para el cabello: usaban una mezcla de azúcar y agua como sustituto.
Durante la época se incentivaba a las mujeres a incorporarse al mercado laboral para responder a la carencia de mano de obra masculina. Eso sí, debían hacerlo sin descuidar la belleza.
La idea detrás de todo ello era levantar la moral interna, demostrarle resistencia a los enemigos y dejar en claro que el espíritu de lucha seguía vivo a pesar de los tiempos difíciles.
"Para comprar ropa había ciertas reglas. Las piezas de vestir se adquirían sólo con una mezcla de un determinado número de cupones y dinero", señala Dirix.
Las mujeres se dieron cuenta que era mucho más conveniente confeccionar sus propios vestidos, ya que necesitaban menos cupones para las telas. Se popularizaron entonces las máquinas de coser.
En 1942 se inició la campaña del "Make-Do and Mend", que básicamente consistía en reutilizar, reparar las piezas que ya se tenían y arreglárselas con lo que había.
Ese mismo año, el gobierno dio cupones llamados "Look to your looks" (Préstale atención a tu apariencia) para comprar base de maquillaje y polvo y de esta forma impedir que bajara la moral entre las trabajadoras.
El lápiz de labios dejó, por un momento, de ser una frivolidad.
El racionamiento de prendas de vestir y maquillaje en el Reino Unido finalizó en 1949.
"El maquillaje y la belleza le permitió tener a las mujeres un espacio personal de escape y satisfacción que, en tiempos de crisis, ayudaron a mantener la moral y la cordura. La experiencia muestra que la vida no se detiene porque hay una guerra, que nuestra existencia diaria se mantiene", indicó Dirix.
"También nos dice cómo la historia ha sido contada. Raramente se abordan los temas femeninos durante la guerra porque es visto como un tema frívolo en un entorno marcado por la destrucción y la exterminación, y puede que lo sea, pero el hecho es que para estas mujeres no lo era, porque las ayudaba a enfrentar sus nuevas vidas y roles", agregó.
A veces, la moda muestra la resistencia del espíritu humano ante la adversidad.