Una red global "tomará el pulso" al efecto invernadero
Laura Plitt, BBC Mundo, Medio Ambiente
Uno de los temas más debatidos durante la cumbre sobre el clima que tuvo lugar en Cancún, México, a finales del año pasado, giró en torno a la implementación de sistemas de verificación que permitiesen determinar la cantidad de dióxido de carbono que emite cada uno de los países participantes.
Quizá por esta razón, pero sobre todo porque la cantidad de CO2 que hay en la atmósfera condiciona la salud del planeta, resulta sorprendente que haya en el mundo tan sólo unas cuantas docenas de monitores para registrar su presencia.
Pero esta situación está a punto de cambiar radicalmente. La empresa estadounidense Earth Networks anunció que, en los próximos cinco años, invertirá US$25 millones en la instalación de 100 monitores de dióxido de carbono y de gas metano de última tecnología.
"Vamos a crear la red de monitoreo de gases con efecto invernadero más grande del mundo", le explicó a BBC Mundo Bob Marshall, director de la compañía.
Unos 50 serán emplazados en Estados Unidos, donde, según explica Pieter Tans, experto de la Administración Nacional Atmosférica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), hay cerca de 18, 25 en Europa y 25 en el resto del mundo.
En este momento, los investigadores están evaluando cuáles son los lugares más apropiados de la tierra -por su condición geográfica- para colocar los 25 incluidos en la categoría resto del mundo, entre los que figuran una serie de países de América Latina.
No dentro, pero cerca
Pero si hay países que no están dispuestos a someter sus emisiones a un proceso de verificación, ¿qué sentido tiene establecer una red de monitoreo si no puede utilizarse de manera generalizada?
Para Marshall, la necesidad de contar con información detallada sobre las emisiones es obvia. Además, explica, la red permite medir las emisiones en todo el planeta. Por citar un ejemplo, Marshall mencionó el caso de China, aunque él no duda de que este país esté interesado en cooperar con el registro de sus emisiones.
"No se necesita poner sensores en China para determinar qué está pasando allí, porque las emisiones son empujadas por el viento. Alcanza con colocar monitores alrededor de China, como por ejemplo en Japón, Corea y en el sudeste de Asia", explicó el director de la empresa.
Esto es posible gracias al mecanismo de los sensores, que hacen un trabajo de "modelismo inverso", es decir, utilizan las mediciones de los niveles de los gases y el patrón climático de los últimos días para rastrear de dónde provienen.
Por otra parte, la ventaja que ofrece la red de Earth Networks, es que, si se coloca un número suficiente de monitores en un área determinada, estos podrían obtener información más específica.
"Cuando terminemos de instalar los 50 sensores en EE.UU. la red tendrá la capacidad de determinar cuántas emisiones genera el estado de Nueva York o el de Kansas, por dar un ejemplo", explicó Marshall.
Y ahí, en el detalle, es donde se abre la oportunidad comercial para la empresa, ya que muchos estados o provincias en una variedad de países pueden interesarse en adquirir los monitores -cuyo costo, con instalación y mantenimiento incluidos ronda los US$100.000 por unidad- para demostrar que están cumpliendo con sus promesas.
Reservas
Aunque la comunidad científica ve con buenos ojos este emprendimiento, hay quienes expresan ciertas reservas.
Muchos temen que si los gobiernos adquieren esta tecnología, abandonen sus propios programas de investigación. O que los datos recopilados por la red que son, en principio, de libre acceso para quien quiera consultarlos, dejen de serlo con el paso del tiempo.
Pero, para Marshall, el hecho de que se trate de una iniciativa privada no invalida el objetivo principal del proyecto: "la idea de crear la mayor red de monitoreo del mundo es tomarle el pulso al planeta".
"Queremos transparencia en la información, y que los investigadores puedan hacer uso de ella y hacer nuevos descubrimientos sobre el ciclo del carbono".
Uno de los temas más debatidos durante la cumbre sobre el clima que tuvo lugar en Cancún, México, a finales del año pasado, giró en torno a la implementación de sistemas de verificación que permitiesen determinar la cantidad de dióxido de carbono que emite cada uno de los países participantes.
Quizá por esta razón, pero sobre todo porque la cantidad de CO2 que hay en la atmósfera condiciona la salud del planeta, resulta sorprendente que haya en el mundo tan sólo unas cuantas docenas de monitores para registrar su presencia.
Pero esta situación está a punto de cambiar radicalmente. La empresa estadounidense Earth Networks anunció que, en los próximos cinco años, invertirá US$25 millones en la instalación de 100 monitores de dióxido de carbono y de gas metano de última tecnología.
"Vamos a crear la red de monitoreo de gases con efecto invernadero más grande del mundo", le explicó a BBC Mundo Bob Marshall, director de la compañía.
Unos 50 serán emplazados en Estados Unidos, donde, según explica Pieter Tans, experto de la Administración Nacional Atmosférica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), hay cerca de 18, 25 en Europa y 25 en el resto del mundo.
En este momento, los investigadores están evaluando cuáles son los lugares más apropiados de la tierra -por su condición geográfica- para colocar los 25 incluidos en la categoría resto del mundo, entre los que figuran una serie de países de América Latina.
No dentro, pero cerca
Pero si hay países que no están dispuestos a someter sus emisiones a un proceso de verificación, ¿qué sentido tiene establecer una red de monitoreo si no puede utilizarse de manera generalizada?
Para Marshall, la necesidad de contar con información detallada sobre las emisiones es obvia. Además, explica, la red permite medir las emisiones en todo el planeta. Por citar un ejemplo, Marshall mencionó el caso de China, aunque él no duda de que este país esté interesado en cooperar con el registro de sus emisiones.
"No se necesita poner sensores en China para determinar qué está pasando allí, porque las emisiones son empujadas por el viento. Alcanza con colocar monitores alrededor de China, como por ejemplo en Japón, Corea y en el sudeste de Asia", explicó el director de la empresa.
Esto es posible gracias al mecanismo de los sensores, que hacen un trabajo de "modelismo inverso", es decir, utilizan las mediciones de los niveles de los gases y el patrón climático de los últimos días para rastrear de dónde provienen.
Por otra parte, la ventaja que ofrece la red de Earth Networks, es que, si se coloca un número suficiente de monitores en un área determinada, estos podrían obtener información más específica.
"Cuando terminemos de instalar los 50 sensores en EE.UU. la red tendrá la capacidad de determinar cuántas emisiones genera el estado de Nueva York o el de Kansas, por dar un ejemplo", explicó Marshall.
Y ahí, en el detalle, es donde se abre la oportunidad comercial para la empresa, ya que muchos estados o provincias en una variedad de países pueden interesarse en adquirir los monitores -cuyo costo, con instalación y mantenimiento incluidos ronda los US$100.000 por unidad- para demostrar que están cumpliendo con sus promesas.
Reservas
Aunque la comunidad científica ve con buenos ojos este emprendimiento, hay quienes expresan ciertas reservas.
Muchos temen que si los gobiernos adquieren esta tecnología, abandonen sus propios programas de investigación. O que los datos recopilados por la red que son, en principio, de libre acceso para quien quiera consultarlos, dejen de serlo con el paso del tiempo.
Pero, para Marshall, el hecho de que se trate de una iniciativa privada no invalida el objetivo principal del proyecto: "la idea de crear la mayor red de monitoreo del mundo es tomarle el pulso al planeta".
"Queremos transparencia en la información, y que los investigadores puedan hacer uso de ella y hacer nuevos descubrimientos sobre el ciclo del carbono".