La futurología: el arte de saber qué sucederá
Finlo Rohrer, BBC, Washington
Un libro de 1972 que predijo cómo sería la vida en 2010 ha sido impreso nuevamente después de atraer una gran cantidad de seguidores, pero ¿qué tan difícil es predecir el futuro?
El vuelo barato fue otra de las predicciones de Geoffrey Hoyle, como muestra esta ilustración de su libro.
Al autor Geoffrey Hoyle a menudo le preguntan por qué predijo que todos estaríamos vistiendo overol o mono en 2010.
Hoyle tuvo la visión de un mundo en el que se trabajaría sólo tres días a la semana y los automóviles eléctricos llegarían por un tubo de líquido.
Estas pintorescas ideas plasmadas en su libro para niños, titulado "2010: Viviendo en el Futuro", fomentó una campaña en Facebook para encontrarlo. Su trabajo ahora se ha reimpreso con el año del título corregido a 2011.
"Me han criticado porque dije que la gente se vestiría con monos u overoles", explica Hoyle, el hijo de un reconocido astrónomo y autor de ciencia ficción, Fred Hoyle. "No utilizamos esas prendas pero, para mí, de cierta manera esa idea tiene que ver más bien con la restricción de las libertades".
El libro de Hoyle es un producto de su tiempo: el proceso hacia una sociedad planeada con énfasis en la vida comunitaria.
"Está basado en gran parte en la evolución del sistema político", anota Hoyle.
Lo que sí se cumplió
Un libro de 1972 que predijo cómo sería la vida en 2010 ha sido impreso nuevamente después de atraer una gran cantidad de seguidores, pero ¿qué tan difícil es predecir el futuro?
El vuelo barato fue otra de las predicciones de Geoffrey Hoyle, como muestra esta ilustración de su libro.
Al autor Geoffrey Hoyle a menudo le preguntan por qué predijo que todos estaríamos vistiendo overol o mono en 2010.
Hoyle tuvo la visión de un mundo en el que se trabajaría sólo tres días a la semana y los automóviles eléctricos llegarían por un tubo de líquido.
Estas pintorescas ideas plasmadas en su libro para niños, titulado "2010: Viviendo en el Futuro", fomentó una campaña en Facebook para encontrarlo. Su trabajo ahora se ha reimpreso con el año del título corregido a 2011.
"Me han criticado porque dije que la gente se vestiría con monos u overoles", explica Hoyle, el hijo de un reconocido astrónomo y autor de ciencia ficción, Fred Hoyle. "No utilizamos esas prendas pero, para mí, de cierta manera esa idea tiene que ver más bien con la restricción de las libertades".
El libro de Hoyle es un producto de su tiempo: el proceso hacia una sociedad planeada con énfasis en la vida comunitaria.
"Está basado en gran parte en la evolución del sistema político", anota Hoyle.
Lo que sí se cumplió
El autor también predijo un uso generalizado de "teléfonos con visor" y que se podría hacer las compras de alimentos por internet.
Hoyle es parte de una larga tradición de autores de ciencia ficción que han probado la suerte de la futurología, la disciplina de mapear el futuro.
"Si revisamos la ciencia ficción y fantasía del pasado, encontraremos muchas simulaciones brillantes de futuros que han ocurrido", dice Richard Rhodes, autor de Visiones de la Tecnología: Un Siglo de Debate Vital sobre Máquinas, Sistemas y el Mundo Humano.
Tal vez una de las piezas de futurología más celebradas de un autor de ciencia ficción fue la predicción de Arthur C. Clark sobre una red de satélites en órbitas geoestacionarias (que permanecen el mismo sitio en relación a un punto fijo en la Tierra).
La idea de dichos satélites se había mencionado antes, pero Clarke fue el primero en ver las posibilidades de su uso para transmisiones y comunicaciones.
Y HG Wells estaba años delante de su tiempo, al predecir armas nucleares en 1914 y luego inspirar al físico Leo Szilard.
En tiempos más recientes, el autor David Brin predijo que habría reporteros ciudadanos, interfaces personalizadas en la web y el declive de la privacidad en su novela Tierra, de 1989, y otros trabajos.
¿Qué tal que se pudiera?
"El mejor método para hacer predicciones es simplemente mantenerse al tanto de las tendencias de los laboratorios y centros de investigación alrededor del mundo, incluso tomar nota de cosas que podrían parecer imprácticas o tontas", dice Brin.
Otra ilustración de Geoffrey Hoyle en donde pred
Hoyle es parte de una larga tradición de autores de ciencia ficción que han probado la suerte de la futurología, la disciplina de mapear el futuro.
"Si revisamos la ciencia ficción y fantasía del pasado, encontraremos muchas simulaciones brillantes de futuros que han ocurrido", dice Richard Rhodes, autor de Visiones de la Tecnología: Un Siglo de Debate Vital sobre Máquinas, Sistemas y el Mundo Humano.
Tal vez una de las piezas de futurología más celebradas de un autor de ciencia ficción fue la predicción de Arthur C. Clark sobre una red de satélites en órbitas geoestacionarias (que permanecen el mismo sitio en relación a un punto fijo en la Tierra).
La idea de dichos satélites se había mencionado antes, pero Clarke fue el primero en ver las posibilidades de su uso para transmisiones y comunicaciones.
Y HG Wells estaba años delante de su tiempo, al predecir armas nucleares en 1914 y luego inspirar al físico Leo Szilard.
En tiempos más recientes, el autor David Brin predijo que habría reporteros ciudadanos, interfaces personalizadas en la web y el declive de la privacidad en su novela Tierra, de 1989, y otros trabajos.
¿Qué tal que se pudiera?
"El mejor método para hacer predicciones es simplemente mantenerse al tanto de las tendencias de los laboratorios y centros de investigación alrededor del mundo, incluso tomar nota de cosas que podrían parecer imprácticas o tontas", dice Brin.
Otra ilustración de Geoffrey Hoyle en donde pred
ice restricciones en la forma de vestirnos.
"Después te preguntas a ti mismo: ¿Qué tal si encontraran una manera nueva de hacer algo en particular en forma diez mil veces más rápida, poderosa o mejor? ¿Y si alguien la convirtiera en arma? ¿O la monopolizara? ¿O la comercializara, permitiéndole a millones de personas hacer esta cosa nueva, de manera rutinaria? ¿Cómo sería la sociedad si todos dieran esta innovación por sentado?".
Los esfuerzos concienzudos de la futurología van muchos años atrás. En 1931, al celebrar su 80 aniversario, el New York Times consultó a varios hombres prominentes para obtener sus predicciones respecto a cómo sería la vida en 2011.
Hubo aciertos. William Mayo predijo que la esperanza de vida subiría a 70 años ó más. Otras predicciones sobre el envejecimiento de la población o la menor importancia de barreras nacionales eran prometedoras.
Pero también hubo errores, como el de Michael Pupin, el físico que predijo la distribución equitativa de la riqueza.
Un ejercicio similar sucedió en 1893, mirando hacia 1993, en una exposición en Chicago. Aunque hubo muchas equivocaciones, se anticipó que Florida se tornaría en un destino turístico y el político John J. Ingalls fue uno de los más acertados cuando escribió que sería posible viajar de Nueva York a Londres en menos de un día.
El perro que no ladró
HG Wells predijo las armas nucleares 30 años antes de que surgieran.
Las predicciones, fracasadas o exitosas, dicen tanto acerca del momento en el que fueron hechas, como del futuro.
Si nos remontamos a los primeros años de la Guerra Fría, encontraremos que las predicciones de una guerra nuclear catastrófica eran generalizadas.
"Es el perro que no ladró", dice Rhodes, también autor de "El Crepúsculo de la Bomba". "Para los países con armas nucleares después de la Segunda Guerra Mundial estaba muy claro que si no se eliminaban las armas nucleares y no se ponían bajo control, la guerra nuclear era inevitable".
"Lo que no vieron fue el profundo miedo existencial que esas armas indujeron en los líderes de varios países".
¿Qué nos depara el futuro?
Es fácil equivocarse o pasar de largo un desarrollo potencial cuando un obstáculo insuperable parece estar en el camino.
A pesar de la predicción descrita en el libro de Geoffrey Hoyle, la realidad todavía difiere un poco.
Una predicción comúnmente errónea, hecha por socialistas utópicos en el siglo XIX, y que reapareció en 1893, 1931 y muchas veces más a partir de ahí, es la idea de que basta que la mecanización progrese un poco más para que disfrutemos una vida de ocio.
La semana de tres días que Hoyle predecía para 2010 falló en materializarse. "La gente va a tener que trabajar mucho. Se ha dado lo contrario. La gente trabaja siete días a la semana. Tengo una visión pesimísta ahora", dice Hoyle.
Pero el autor acertó cuando predijo el rol del teléfono con visor. Y el escritorio con visor también suena familiar. "El vidrio sobre la pantalla está hecho de manera especial para que cuando escribas sobre él, la cámara le tome una fotografía a lo que escribes", decía en su libro.
Si se predijera hoy que en pocos años los elementos electrónicos clave como teléfonos, GPS y reproductores multimedia estarán incrustados en el cuerpo, probablemente no se estaría diciendo nada demasiado atrevido.
"Es muy simple extrapolar la tecnología existente. Eso suele ser lo que la gente hace", dice Rhodes. "Pero los cambios realmente importantes son inevitablemente sorpresivos".
La proliferación de las computadoras y el microchip entran en esta categoría, dice Tim Mack, presidente del World Future Society, la Sociedad Futura del Mundo.
"Las computadoras eran vistas simplemente como procesadoras de grandes cantidades de datos", dice Mack. "La gente pasó por alto que los chips estarían en casi todo".
La futurología es un gran negocio hoy en día. La industria de defensa la utiliza desde hace tiempo, pero ahora acuden a esta disciplina desde empresas de tecnología hasta compañías de productos alimenticios.
Será, sin duda, fascinante poder leer las predicciones hechas en 2010 dentro de un siglo.
"Después te preguntas a ti mismo: ¿Qué tal si encontraran una manera nueva de hacer algo en particular en forma diez mil veces más rápida, poderosa o mejor? ¿Y si alguien la convirtiera en arma? ¿O la monopolizara? ¿O la comercializara, permitiéndole a millones de personas hacer esta cosa nueva, de manera rutinaria? ¿Cómo sería la sociedad si todos dieran esta innovación por sentado?".
Los esfuerzos concienzudos de la futurología van muchos años atrás. En 1931, al celebrar su 80 aniversario, el New York Times consultó a varios hombres prominentes para obtener sus predicciones respecto a cómo sería la vida en 2011.
Hubo aciertos. William Mayo predijo que la esperanza de vida subiría a 70 años ó más. Otras predicciones sobre el envejecimiento de la población o la menor importancia de barreras nacionales eran prometedoras.
Pero también hubo errores, como el de Michael Pupin, el físico que predijo la distribución equitativa de la riqueza.
Un ejercicio similar sucedió en 1893, mirando hacia 1993, en una exposición en Chicago. Aunque hubo muchas equivocaciones, se anticipó que Florida se tornaría en un destino turístico y el político John J. Ingalls fue uno de los más acertados cuando escribió que sería posible viajar de Nueva York a Londres en menos de un día.
El perro que no ladró
HG Wells predijo las armas nucleares 30 años antes de que surgieran.
Las predicciones, fracasadas o exitosas, dicen tanto acerca del momento en el que fueron hechas, como del futuro.
Si nos remontamos a los primeros años de la Guerra Fría, encontraremos que las predicciones de una guerra nuclear catastrófica eran generalizadas.
"Es el perro que no ladró", dice Rhodes, también autor de "El Crepúsculo de la Bomba". "Para los países con armas nucleares después de la Segunda Guerra Mundial estaba muy claro que si no se eliminaban las armas nucleares y no se ponían bajo control, la guerra nuclear era inevitable".
"Lo que no vieron fue el profundo miedo existencial que esas armas indujeron en los líderes de varios países".
¿Qué nos depara el futuro?
Es fácil equivocarse o pasar de largo un desarrollo potencial cuando un obstáculo insuperable parece estar en el camino.
A pesar de la predicción descrita en el libro de Geoffrey Hoyle, la realidad todavía difiere un poco.
Una predicción comúnmente errónea, hecha por socialistas utópicos en el siglo XIX, y que reapareció en 1893, 1931 y muchas veces más a partir de ahí, es la idea de que basta que la mecanización progrese un poco más para que disfrutemos una vida de ocio.
La semana de tres días que Hoyle predecía para 2010 falló en materializarse. "La gente va a tener que trabajar mucho. Se ha dado lo contrario. La gente trabaja siete días a la semana. Tengo una visión pesimísta ahora", dice Hoyle.
Pero el autor acertó cuando predijo el rol del teléfono con visor. Y el escritorio con visor también suena familiar. "El vidrio sobre la pantalla está hecho de manera especial para que cuando escribas sobre él, la cámara le tome una fotografía a lo que escribes", decía en su libro.
Si se predijera hoy que en pocos años los elementos electrónicos clave como teléfonos, GPS y reproductores multimedia estarán incrustados en el cuerpo, probablemente no se estaría diciendo nada demasiado atrevido.
"Es muy simple extrapolar la tecnología existente. Eso suele ser lo que la gente hace", dice Rhodes. "Pero los cambios realmente importantes son inevitablemente sorpresivos".
La proliferación de las computadoras y el microchip entran en esta categoría, dice Tim Mack, presidente del World Future Society, la Sociedad Futura del Mundo.
"Las computadoras eran vistas simplemente como procesadoras de grandes cantidades de datos", dice Mack. "La gente pasó por alto que los chips estarían en casi todo".
La futurología es un gran negocio hoy en día. La industria de defensa la utiliza desde hace tiempo, pero ahora acuden a esta disciplina desde empresas de tecnología hasta compañías de productos alimenticios.
Será, sin duda, fascinante poder leer las predicciones hechas en 2010 dentro de un siglo.