La Casa Blanca exige al régimen egipcio una transición ordenada hacia la democracia
Washington, El País
Soltando las últimas amarras con Hosni Mubarak, Estados Unidos ha pedido el inicio en Egipto de "una transición pacífica y ordenada" hacia "una verdadera democracia". La era pos-Mubarak ha comenzado en Washington. Tanto si el presidente egipcio ha pasado ya a la historia mientras este periódico se imprime como si se aferra desesperadamente al poder, la Administración norteamericana ha comenzado a diseñar una estrategia en Oriente Próximo sin la tutela que durante 30 años ejerció el viejo líder arrollado por su pueblo.
La Casa Blanca informó anoche de que Barack Obama telefoneó a varios líderes en Oriente Próximo y Europa para coordinar los esfuerzos de esa transición, que previamente había sido solicitada por la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Obama conversó con los primeros ministros turco, Recep Tayyip Erdogan; israelí, Benjamín Netanyahu, y británico, David Cameron, y el rey Abdalá de Arabia Saudí.
Como admitió Clinton en sus declaraciones, la primera preocupación de EE UU ahora es el vacío de poder que Mubarak deja, con el riesgo de que sea ocupado por enemigos de este país. "Queremos ver una transición ordenada, de forma que nadie aproveche para llenar un vacío, que no exista un vacío, que se elabore un plan que conduzca hacia un Gobierno democrático y participativo", declaró la secretaria de Estado a la cadena Fox News.
Clinton no quiso ser muy específica sobre qué clase de Gobierno debe de sustituir a Mubarak -EE UU está intentando ser muy cuidadoso de no sonar intervencionista- y pidió que sean las fuerzas políticas y el pueblo egipcio quienes decidan el mecanismo de transición. "Nos gustaría la apertura de un diálogo que refleje la completa diversidad de la sociedad civil egipcia, para tomar los pasos concretos hacia las reformas democráticas y económicas que el propio Mubarak dijo que iba a dar", dijo.
"Queremos asegurarnos de que no hay violencia ni provocaciones que desencadenen la violencia", añadió Clinton a la cadena ABC. "Queremos ver que ese diálogo nacional comienza, de forma que el pueblo egipcio compruebe que sus legítimas preocupaciones son atendidas".
Clinton aseguró que la ayuda anual de 1.100 millones de euros a Egipto no está en discusión en estos momentos. Solo si Mubarak consigue resistir a sangre y fuego tendría sentido jugar esa carta. De lo contrario, EE UU tendrá que replantearse no solo la ayuda, sino toda su relación con el Gobierno que surja en función de la naturaleza de ese Gabinete.
No existe en estos momentos una opción claramente buena para Washington. Incluso la de Mohamed el Baradei, un prooccidental que defiende un sistema democrático, presenta algunos inconvenientes, puesto que El Baradei tuvo algunas fricciones con EE UU durante su gestión de la agencia de energía atómica de la ONU. Es, sin embargo, infinitamente preferible a la de un Gobierno islamista.
Mientras tanto, en Israel, Netanyahu declaró que el Estado hebreo debe "ser responsable y contenerse al máximo" frente a la inestabilidad que azota a Egipto. Netanyahu recordó que fue el primer país árabe en firmar la paz con Israel hace 30 años y expresó su confianza en que ese acuerdo de paz se prolongue. Netanyahu indicó que ha hablado sobre la situación en Egipto con Obama y con Clinton y que ha pedido a sus ministros que no hagan comentarios al respecto.
Soltando las últimas amarras con Hosni Mubarak, Estados Unidos ha pedido el inicio en Egipto de "una transición pacífica y ordenada" hacia "una verdadera democracia". La era pos-Mubarak ha comenzado en Washington. Tanto si el presidente egipcio ha pasado ya a la historia mientras este periódico se imprime como si se aferra desesperadamente al poder, la Administración norteamericana ha comenzado a diseñar una estrategia en Oriente Próximo sin la tutela que durante 30 años ejerció el viejo líder arrollado por su pueblo.
La Casa Blanca informó anoche de que Barack Obama telefoneó a varios líderes en Oriente Próximo y Europa para coordinar los esfuerzos de esa transición, que previamente había sido solicitada por la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Obama conversó con los primeros ministros turco, Recep Tayyip Erdogan; israelí, Benjamín Netanyahu, y británico, David Cameron, y el rey Abdalá de Arabia Saudí.
Como admitió Clinton en sus declaraciones, la primera preocupación de EE UU ahora es el vacío de poder que Mubarak deja, con el riesgo de que sea ocupado por enemigos de este país. "Queremos ver una transición ordenada, de forma que nadie aproveche para llenar un vacío, que no exista un vacío, que se elabore un plan que conduzca hacia un Gobierno democrático y participativo", declaró la secretaria de Estado a la cadena Fox News.
Clinton no quiso ser muy específica sobre qué clase de Gobierno debe de sustituir a Mubarak -EE UU está intentando ser muy cuidadoso de no sonar intervencionista- y pidió que sean las fuerzas políticas y el pueblo egipcio quienes decidan el mecanismo de transición. "Nos gustaría la apertura de un diálogo que refleje la completa diversidad de la sociedad civil egipcia, para tomar los pasos concretos hacia las reformas democráticas y económicas que el propio Mubarak dijo que iba a dar", dijo.
"Queremos asegurarnos de que no hay violencia ni provocaciones que desencadenen la violencia", añadió Clinton a la cadena ABC. "Queremos ver que ese diálogo nacional comienza, de forma que el pueblo egipcio compruebe que sus legítimas preocupaciones son atendidas".
Clinton aseguró que la ayuda anual de 1.100 millones de euros a Egipto no está en discusión en estos momentos. Solo si Mubarak consigue resistir a sangre y fuego tendría sentido jugar esa carta. De lo contrario, EE UU tendrá que replantearse no solo la ayuda, sino toda su relación con el Gobierno que surja en función de la naturaleza de ese Gabinete.
No existe en estos momentos una opción claramente buena para Washington. Incluso la de Mohamed el Baradei, un prooccidental que defiende un sistema democrático, presenta algunos inconvenientes, puesto que El Baradei tuvo algunas fricciones con EE UU durante su gestión de la agencia de energía atómica de la ONU. Es, sin embargo, infinitamente preferible a la de un Gobierno islamista.
Mientras tanto, en Israel, Netanyahu declaró que el Estado hebreo debe "ser responsable y contenerse al máximo" frente a la inestabilidad que azota a Egipto. Netanyahu recordó que fue el primer país árabe en firmar la paz con Israel hace 30 años y expresó su confianza en que ese acuerdo de paz se prolongue. Netanyahu indicó que ha hablado sobre la situación en Egipto con Obama y con Clinton y que ha pedido a sus ministros que no hagan comentarios al respecto.