El escándalo de los "pantalones de la muerte"
Ángeles Lucas, Estambul
La moda de llevar pantalones 'jeans' que simulan estar desgastados ha costado vidas en Turquía, donde uno de los métodos utilizados para que parezcan usados ha provocado la muerte de más de 40 personas.
Antes, era el uso el que envejecía los 'jeans'. Pero para desgastarlos de forma artificial existen diversas técnicas y una de ellas es la aplicación de un chorro de arena a presión contra la ropa.
Y si los trabajadores no están bien protegidos, el polvo de sílice que produce este método se puede incrustar en los pulmones y provocar silicosis, una enfermedad que no tiene cura.
Pero aunque grandes marcas de ropa han dejado de usar este método, aún hay empresas lo utilizan", le dijo a BBC Mundo Yesim Yasin, del Comité de Solidaridad con los Trabajadores del Chorro de Arena.
"Además, los talleres clandestinos hacen que el control de esta práctica se complique", afirma.
"Y algunas fábricas se han movido a Egipto, Bangladesh, Siria, Lesotho, Vietnam y México. A los países donde las regulaciones laborales son pobres", explicó Yasin.
Víctimas de la moda
Lo primero que hace Mehmet Bekir Başak al preguntarle cómo se siente es llorar. Después tose durante varios segundos y finalmente, con la voz rota, habla.
"He trabajado durante casi 10 años desgastando pantalones y ahora necesito una bombona de oxígeno para vivir", le cuenta a BBC Mundo.
Está emocionado porque el Comité de Solidaridad con los Trabajadores del Chorro de Arena ha organizado en Estambul un concierto benéfico para ellos.
"Agradezco que se preocupen por nosotros, ya no podemos trabajar en nada, ni curarnos", dice.
Como Mehmet, al menos otros 1.400 trabajadores de este sector están registrados con silicosis en Turquía, según informa Yasin.
"Los fallecidos ya son 46, y consideramos que trabajaron en este sector en 8.000 y 10.000 personas", asegura. Muchos de ellos adolescentes, de zonas rurales o inmigrantes.
"Trabajaba de lunes a sábado, y los domingos hacía guardia en el taller, por lo tanto, estaba todo el día expuesto al polvo. Había tanta cantidad que todo estaba como nublado, apenas podía ver a mi compañero a unos metros", detalla Bekir.
"Algunos dormimos en el mismo lugar de trabajo, las habitaciones apenas tenían ventilación, sin protección para evitar que inhaláramos el polvo", dice a BBC Mundo Abdulhalim Demir, también enfermo tras trabajar cinco años.
Otros de los trabajadores explica que sus jefes les decían que fueran a tomar aire puro durante 20 minutos cada hora, y así no enfermarían.
Pulmones de sílice
"Al principio fue difícil detectar la enfermedad porque no había sido descrita en cuestiones textiles con anterioridad, los primeros diagnósticos situaban al paciente con tuberculosis", explica a BBC Mundo el doctor Zeki Kiliçarslan, de la Universidad de Estambul, que lleva más de cuatro años tratando a estos pacientes.
Pero tras la toma de imágenes de alta resolución de los pulmones de los afectados se diagnosticó silicosis.
"Esta enfermedad aparece tras muchísimos años de trabajo en sectores como el de la minería, pero en el caso de los trabajadores del chorro de arena puede aparecer en pocos meses", dice Kiliçarslan.
"Los síntomas son tos, disminución de la capacidad pulmonar, pérdida de peso, dolores de pecho, dificultad para respirar, cansancio", enumera el médico.
Y, en 2009, tras corroborar la muerte de varios trabajadores, el gobierno de Turquía prohibió el uso de arena y los materiales que contienen sílice.
Lo que queda por hacer
Tras la prohibición, el Comité de Solidaridad con los Trabajadores del Chorro de Arena ahora lucha por los derechos de los trabajadores afectados.
Estos empleados tienen actualmente carácter de discapacitado, y la pensión que cobran es mínima.
Ahora las fábricas se han movido a Egipto, Bangladesh, Siria, Lesotho, Vietnam y México. A los países donde las regulaciones laborales son pobres
Yesim Yasin, del Comité de solidaridad con los trabajadores del chorro de arena
Por eso, la plataforma quiere que se le consideren víctimas de una enfermedad laboral.
"Pero más del 80% de estos trabajadores desarrollaron su labor en talleres clandestinos con condiciones ilegales, sin seguridad social", explica Yasin.
"Tendrían que convencer al gobierno para cambiar la legislación, aunque es una tarea difícil porque deberían demostrar que trabajaron en el sector, pero no tienen contratos, ni pruebas".
Este mes, las víctimas se han reunido con el presidente de Turquía, Abdullah Gül, que ha escuchado su requerimiento y les ha asegurado que se pondrá en contacto con el Ministerio de Trabajo de Turquía para encontrar una solución.
"Lo importante también es que esto no siga pasando en los demás países. Por eso tenemos que hacer una fuerte labor de difusión del problema por todo el mundo", dice el doctor. Asociaciones como CleanClothes ya han comenzado estrategias y campañas internacionales. Y el Comité seguirá trabajando también con este objetivo.
De momento, en el concierto benéfico de Estambul, resultó difícil encontrar a alguien con unos jeans desgastados de forma artificial.