EE.UU. recuerda 25 años después la tragedia del Challenger
Washington, Agencias
Estados Unidos recuerda hoy a los siete tripulantes del Challenger en el 25 aniversario del accidente que conmocionó el país y cambió para siempre la forma de trabajar de la NASA.
Frente al monumento dedicado a los fallecidos en la carrera espacial estadounidense, se congregaron familiares, amigos y compañeros, en el Centro Espacial Kennedy (Florida), de donde partió el Challenger aquella fatídica mañana.
A bordo estaban los astronautas Michael Smith, Dick Scobee, Judith Resnik, Ronald McNair, Ellison Onizuka y Gregory Jarvin, además de la profesora Christa McAuliffe, que participaba en un nuevo programa educativo de la NASA.
"Es duro pensar que han pasado 25 años. Nos damos cuenta cuando vemos a nuestros hijos, que entonces eran unos niños y ahora soy abuela de nueve nietos", señaló June Scobee, viuda del comandante de la misión.
En un emotivo discurso recordó cómo en cuestión de segundos lo que iba a ser una jornada educativa, se convirtió en una tragedia. Todo el país estaba pendiente del lanzamiento y en particular miles de niños, fascinados por la carrera espacial, recordó.
El Challenger se desintegró poco más de un minuto después de partir debido a una serie de fallos técnicos en los anillos "O", unas juntas que sellan el cohete de propulsión que proyecta la nave, que produjo un escape de gas que perforó el depósito principal y acabó envuelto en llamas.
Mientras ascendía, el vehículo empezó a agrietase en algunos puntos por la presión y se partió. Segundos más tarde, la cabina de la tripulación -que no tenía escotilla de emergencia al considerar que era un vehículo muy seguro-, caía de manera incontrolada al mar.
Para las familias fue un duro golpe, recordó June, fundadora del Centro de Educación para la Ciencia y el Espacio Challenger, que hoy tiene 48 centros en todo el país, para "inspirar a una nueva generación de nuevos exploradores".
"El Challenger tenía una misión que tenía que ser transmitida", dijo June, "si no hubiéramos continuado nuestra misión educativa, nuestros seres queridos hubieran muerto en vano".
"Creo que (Scobee) hubiera estado orgulloso de los familiares que tomamos ese día de tragedia para hacer algo positivo por los niños", dijo June, antes de depositar una corona de flores en el memorial junto con el director del Centro Espacial, Robert Cabana.
A los niños también se dirigió desde la Casa Blanca aquella noche el entonces presidente Ronald Reagan. "Sé que es difícil de entender, pero a veces pasan cosas dolorosas como ésta. Todo esto es parte del proceso de exploración y descubrimiento".
"El futuro no pertenece a los pusilánimes, sino que pertenece a los valientes. La tripulación del Challenger nos estaba empujando hacia el futuro y vamos a seguirles", enfatizó.
Después del accidente "muchas cosas cambiaron en la NASA" dijo en entrevista con Efe, Valerie Neal, conservadora del área de los transbordadores del Museo Nacional del Espacio.
Empezando por las reformas técnicas y la posterior creación de una oficina dedicada a la seguridad, tras la investigación que llevó a cabo el Congreso para investigar lo sucedido.
"El espíritu también cambió, fue muy doloroso, siete de los suyos murieron después de todas esas revisiones tan meticulosas" pero como parte positiva "surgió un compromiso renovado con la seguridad".
Lamentablemente otro accidente sacudió a la NASA el 1 de febrero de 2003, cuando el transbordador Columbia se desintegró al entrar en la atmósfera con sus siete tripulantes, tras 16 días de misión.
Para los estadounidenses fue poner en blanco sobre negro algo que, después de tantas misiones exitosas, habían dejado de valorar y es que "siempre hay un riesgo, un peligro", recordó Neal.
La NASA se prepara para el último lanzamiento del Discovery el próximo 24 de febrero, y del "Endeavour" en abril, antes de que sean retirados de circulación, y acabe así con la era de los transbordadores, que comenzó el 12 de abril de 1981 con el lanzamiento del Columbia.
Estados Unidos recuerda hoy a los siete tripulantes del Challenger en el 25 aniversario del accidente que conmocionó el país y cambió para siempre la forma de trabajar de la NASA.
Frente al monumento dedicado a los fallecidos en la carrera espacial estadounidense, se congregaron familiares, amigos y compañeros, en el Centro Espacial Kennedy (Florida), de donde partió el Challenger aquella fatídica mañana.
A bordo estaban los astronautas Michael Smith, Dick Scobee, Judith Resnik, Ronald McNair, Ellison Onizuka y Gregory Jarvin, además de la profesora Christa McAuliffe, que participaba en un nuevo programa educativo de la NASA.
"Es duro pensar que han pasado 25 años. Nos damos cuenta cuando vemos a nuestros hijos, que entonces eran unos niños y ahora soy abuela de nueve nietos", señaló June Scobee, viuda del comandante de la misión.
En un emotivo discurso recordó cómo en cuestión de segundos lo que iba a ser una jornada educativa, se convirtió en una tragedia. Todo el país estaba pendiente del lanzamiento y en particular miles de niños, fascinados por la carrera espacial, recordó.
El Challenger se desintegró poco más de un minuto después de partir debido a una serie de fallos técnicos en los anillos "O", unas juntas que sellan el cohete de propulsión que proyecta la nave, que produjo un escape de gas que perforó el depósito principal y acabó envuelto en llamas.
Mientras ascendía, el vehículo empezó a agrietase en algunos puntos por la presión y se partió. Segundos más tarde, la cabina de la tripulación -que no tenía escotilla de emergencia al considerar que era un vehículo muy seguro-, caía de manera incontrolada al mar.
Para las familias fue un duro golpe, recordó June, fundadora del Centro de Educación para la Ciencia y el Espacio Challenger, que hoy tiene 48 centros en todo el país, para "inspirar a una nueva generación de nuevos exploradores".
"El Challenger tenía una misión que tenía que ser transmitida", dijo June, "si no hubiéramos continuado nuestra misión educativa, nuestros seres queridos hubieran muerto en vano".
"Creo que (Scobee) hubiera estado orgulloso de los familiares que tomamos ese día de tragedia para hacer algo positivo por los niños", dijo June, antes de depositar una corona de flores en el memorial junto con el director del Centro Espacial, Robert Cabana.
A los niños también se dirigió desde la Casa Blanca aquella noche el entonces presidente Ronald Reagan. "Sé que es difícil de entender, pero a veces pasan cosas dolorosas como ésta. Todo esto es parte del proceso de exploración y descubrimiento".
"El futuro no pertenece a los pusilánimes, sino que pertenece a los valientes. La tripulación del Challenger nos estaba empujando hacia el futuro y vamos a seguirles", enfatizó.
Después del accidente "muchas cosas cambiaron en la NASA" dijo en entrevista con Efe, Valerie Neal, conservadora del área de los transbordadores del Museo Nacional del Espacio.
Empezando por las reformas técnicas y la posterior creación de una oficina dedicada a la seguridad, tras la investigación que llevó a cabo el Congreso para investigar lo sucedido.
"El espíritu también cambió, fue muy doloroso, siete de los suyos murieron después de todas esas revisiones tan meticulosas" pero como parte positiva "surgió un compromiso renovado con la seguridad".
Lamentablemente otro accidente sacudió a la NASA el 1 de febrero de 2003, cuando el transbordador Columbia se desintegró al entrar en la atmósfera con sus siete tripulantes, tras 16 días de misión.
Para los estadounidenses fue poner en blanco sobre negro algo que, después de tantas misiones exitosas, habían dejado de valorar y es que "siempre hay un riesgo, un peligro", recordó Neal.
La NASA se prepara para el último lanzamiento del Discovery el próximo 24 de febrero, y del "Endeavour" en abril, antes de que sean retirados de circulación, y acabe así con la era de los transbordadores, que comenzó el 12 de abril de 1981 con el lanzamiento del Columbia.