Alemania pide más disciplina fiscal a cambio de elevar el fondo de rescate
Berlín, El País
Alemania quiere aprovechar la ampliación del fondo de rescate de la UE para asegurar una mayor disciplina fiscal en la Unión. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, advirtió este lunes de que "no hay ninguna necesidad de adoptar una decisión urgente" sobre esta cuestión. Schäuble, que hizo estas manifestaciones antes de la reunión de los ministros de la zona euro, es partidario de tomar un acuerdo en la reunión del Consejo Europeo de marzo, y no en el la del 4 de febrero como había solicitado el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso.
El ministro alemán precisó: "Empezaremos a discutir hoy una respuesta palpable a la crisis que se prolonga, pero hoy no adoptaremos la decisión". "Llevaremos a cabo", añadió, "los numerosos trabajos que se deben realizar desde ahora hasta el Consejo Europeo", en referencia al de marzo. Berlín quiere hacer coincidir la decisión de ampliar el fondo -que no es la que más le satisface por ser el mayor garante (119.000 millones de los 440.000 del total)-, con un Consejo donde se dará un nuevo impulso al endurecimiento de las sanciones a los infractores fiscales en el marco de reforzar el gobierno económico de la UE.
El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, aseguró al término de la reunión que "se han acelerado los trabajos para presentar las conclusiones al Consejo lo antes posible". Pero no precisó si ese Consejo será el que la Comisión propone en febrero o en el de marzo, como quiere Alemania. Juncker se refirió a España y calificó de ejemplar el proceso "de consolidación fiscal y de reformas estructurales". Por su parte, el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, aseguró que los nuevos test de resistencia a la banca serán más rigurosos y en ellos intervendrá la nueva autoridad bancaria europea.
La idea de ampliar el Fondo, actualmente de 440.000 millones (pero solo disponibles efectivamente unos 250.000) había sido lanzada a mediados del pasado diciembre por el director ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss- Kahn. En aquel momento fue desechada por la Comisión porque se interpretaba como una señal peligrosa que implícitamente señalaba a países como España o Italia, como posibles demandantes de ayuda.
Después, tras los ataques a Portugal y España, la semana pasada, Barroso manifestó la necesidad de "reforzar la capacidad de financiación y ampliar el ámbito de sus actividades". Se trataba de aumentar la cuantía pero también abrir la posibilidad de comprar deuda pública de los Estados con problemas. La propuesta de modificar el fondo tanto en sus aspectos cualitativos como cuantitativos será plasmada formalmente en una carta que Barroso dirigirá próximamente a los líderes europeos.
La iniciativa de Barroso ha molestado a Berlín, muy celoso de mantener el control de los tiempos en todas las decisiones de la UE. "Estas propuestas aisladas", dijo Schäuble, "no hacen la situación más fácil, sino que la complican". La realidad es que cada vez que los máximos responsables de la política de la UE, como Barroso o el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, adoptan una iniciativa, que antes no ha sido bendecida por Berlín o París, reciben una censura más o menos velada.
La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Economía, Elena Salgado, manifestó antes de la reunión, que las modificaciones del fondo de rescate en estudio no son "un traje a medida ni a no medida" para resolver los problemas de España. Salgado fue taxativa al señalar que "no cabe ninguna interpretación", asegurando que los ministros están "a favor de hacer lo máximo para garantizar la estabilidad del euro". La posición de España es la de introducir "la máxima flexibilidad y la máxima amplitud".
La reunión del Eurogrupo y del Ecofín de hoy coincide con la divulgación de las cifras del BCE, que revelan que la entidad tuvo que emplearse a fondo la semana pasada comprando deuda de los países que tienen más dificultades para financiarse, como Grecia, Irlanda y Portugal. La semana pasada, el BCE adquirió deuda de estos países por valor de 2.300 millones, la más alta del mes. Es una cuantía muy superior a la de la semana anterior, que se limitó a 113 millones. Desde que Trichet anunció el 10 de mayo su decisión de comprar deuda de países con problemas, el banco ha adquirido 76.500 millones.
Alemania quiere aprovechar la ampliación del fondo de rescate de la UE para asegurar una mayor disciplina fiscal en la Unión. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, advirtió este lunes de que "no hay ninguna necesidad de adoptar una decisión urgente" sobre esta cuestión. Schäuble, que hizo estas manifestaciones antes de la reunión de los ministros de la zona euro, es partidario de tomar un acuerdo en la reunión del Consejo Europeo de marzo, y no en el la del 4 de febrero como había solicitado el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso.
El ministro alemán precisó: "Empezaremos a discutir hoy una respuesta palpable a la crisis que se prolonga, pero hoy no adoptaremos la decisión". "Llevaremos a cabo", añadió, "los numerosos trabajos que se deben realizar desde ahora hasta el Consejo Europeo", en referencia al de marzo. Berlín quiere hacer coincidir la decisión de ampliar el fondo -que no es la que más le satisface por ser el mayor garante (119.000 millones de los 440.000 del total)-, con un Consejo donde se dará un nuevo impulso al endurecimiento de las sanciones a los infractores fiscales en el marco de reforzar el gobierno económico de la UE.
El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, aseguró al término de la reunión que "se han acelerado los trabajos para presentar las conclusiones al Consejo lo antes posible". Pero no precisó si ese Consejo será el que la Comisión propone en febrero o en el de marzo, como quiere Alemania. Juncker se refirió a España y calificó de ejemplar el proceso "de consolidación fiscal y de reformas estructurales". Por su parte, el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, aseguró que los nuevos test de resistencia a la banca serán más rigurosos y en ellos intervendrá la nueva autoridad bancaria europea.
La idea de ampliar el Fondo, actualmente de 440.000 millones (pero solo disponibles efectivamente unos 250.000) había sido lanzada a mediados del pasado diciembre por el director ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss- Kahn. En aquel momento fue desechada por la Comisión porque se interpretaba como una señal peligrosa que implícitamente señalaba a países como España o Italia, como posibles demandantes de ayuda.
Después, tras los ataques a Portugal y España, la semana pasada, Barroso manifestó la necesidad de "reforzar la capacidad de financiación y ampliar el ámbito de sus actividades". Se trataba de aumentar la cuantía pero también abrir la posibilidad de comprar deuda pública de los Estados con problemas. La propuesta de modificar el fondo tanto en sus aspectos cualitativos como cuantitativos será plasmada formalmente en una carta que Barroso dirigirá próximamente a los líderes europeos.
La iniciativa de Barroso ha molestado a Berlín, muy celoso de mantener el control de los tiempos en todas las decisiones de la UE. "Estas propuestas aisladas", dijo Schäuble, "no hacen la situación más fácil, sino que la complican". La realidad es que cada vez que los máximos responsables de la política de la UE, como Barroso o el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, adoptan una iniciativa, que antes no ha sido bendecida por Berlín o París, reciben una censura más o menos velada.
La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Economía, Elena Salgado, manifestó antes de la reunión, que las modificaciones del fondo de rescate en estudio no son "un traje a medida ni a no medida" para resolver los problemas de España. Salgado fue taxativa al señalar que "no cabe ninguna interpretación", asegurando que los ministros están "a favor de hacer lo máximo para garantizar la estabilidad del euro". La posición de España es la de introducir "la máxima flexibilidad y la máxima amplitud".
La reunión del Eurogrupo y del Ecofín de hoy coincide con la divulgación de las cifras del BCE, que revelan que la entidad tuvo que emplearse a fondo la semana pasada comprando deuda de los países que tienen más dificultades para financiarse, como Grecia, Irlanda y Portugal. La semana pasada, el BCE adquirió deuda de estos países por valor de 2.300 millones, la más alta del mes. Es una cuantía muy superior a la de la semana anterior, que se limitó a 113 millones. Desde que Trichet anunció el 10 de mayo su decisión de comprar deuda de países con problemas, el banco ha adquirido 76.500 millones.