Un euro diario para sobrevivir
Roma, El País
La población mundial sigue siendo más rural que urbana: alrededor de 3.100 millones de personas -es decir, el 55% de la población total- habitan en el campo. De ellas, más de 1.400 millones viven en la pobreza extrema (menos de 1,25 dólares -0,90 euros- al día) y cerca de 1.000 millones sufren hambre: al menos 7 de cada 10 hambrientos habitan en el medio rural.
Son algunos datos del nuevo estudio del Fondo Internacional para el Desarrollo de la Agricultura (IFAD, un organismo de la ONU con sede en Roma), que se presenta hoy en Londres. El informe, que EL PAÍS adelanta en exclusiva para el mundo de habla hispana, afirma, entre otras cosas, que el cambio climático es el mayor de los múltiples riesgos que afrontan los pequeños agricultores en un mundo cambiante y lleno, también, de nuevas oportunidades de mejora.
El Informe sobre la pobreza en el mundo rural 2011 contiene en 300 páginas un detallado análisis de las nuevas oportunidades y peligros que acechan al mundo agrícola de los países en desarrollo. El informe calcula que para alimentar a una población mundial de algo más de 9.000 millones de personas en 2050 será necesario duplicar la producción agrícola de los países en desarrollo. Tras trabajar durante más de un año en el estudio, basado en decenas de entrevistas personales con ONG y líderes asociativos de pequeños agricultores de Asia, África y Latinoamérica, el economista y coordinador del estudio, Edward Heinemann, piensa que "la agricultura debe seguir siendo el motor básico del crecimiento rural y para la reducción de la pobreza".
Pero para ello, explica, es necesaria "una agricultura más sostenible y preparada para abordar los riesgos y oportunidades ambientales y comerciales que se presentan". Eso supone, en gran medida, adaptarse a la situación creada entre 2006 y 2008, cuando se duplicaron los precios internacionales de los alimentos, provocando que unos 100 millones de personas pobres pasaran a engrosar las filas de quienes padecen hambre en el mundo.
Según el IFAD, "los precios han bajado, pero siguen siendo muy volátiles y mucho más altos que antes de la subida", y "es probable que se mantengan en los niveles de 2010, o por encima de estos, durante la próxima década". Sin embargo, el alza de los precios "puede ofrecer nuevos incentivos para participar de forma más rentable en los mercados", dice el estudio. Pero, "los entornos rurales nacionales tienen que mejorar, y es urgente formular políticas adecuadas e invertir más y mejor en la agricultura".
Entre las causas que inciden en la pobreza rural, el estudio destaca "la escasez de oportunidades, las graves desigualdades que afectan a jóvenes, mujeres y minorías, y una educación y una formación técnica colectiva deficiente". Pese a todo, el estudio revela que "un gran número de hogares rurales entran y salen de la pobreza en repetidas ocasiones, a veces en cuestión de años".
El IFAD hace recuento de los problemas más acuciantes del mundo rural, y entre ellos cita "la escasa inversión en la agricultura, políticas nacionales poco apropiadas, mercados débiles y poco competitivos, una infraestructura rural frágil, insuficientes servicios financieros y de apoyo a la producción y una base de recursos cada vez más deteriorada".
Al mismo tiempo, algunos mercados se están expandiendo rápidamente y en muchos países ofrecen nuevas salidas. Heinemann cita como países virtuosos a "Brasil, Vietnam, China, Paraguay o India, que han apostado por la agricultura y se han convertido en fuentes ingentes de demanda y oferta".
Pero las nuevas oportunidades afrontan nuevos peligros. "Los recursos naturales sobre los que se basa la agricultura -sobre todo la tierra y el agua- se están degradando y cada vez hay más competencia para acceder a ellos", afirma Heinemann. "El cambio climático está agravando todavía más la situación y haciendo que la agricultura corra cada vez más riesgos. Y su impacto en el futuro será aún mayor", añade. El IFAD sugiere un plan de acción: mejorar el entorno general de las zonas rurales, reducir los riesgos con políticas de apoyo, fomentar la formación técnica y cultural, y promover las capacidades colectivas (mercados, contratos, sindicatos...).
Sobre los organismos genéticamente modificados, Heinemann es ambivalente: "Hay millones de agricultores en África que querrían tener semillas más resistentes para poder hacer un uso intensivo de la tierra y obtener un mayor rendimiento. Pero es una decisión de cada país".
La población mundial sigue siendo más rural que urbana: alrededor de 3.100 millones de personas -es decir, el 55% de la población total- habitan en el campo. De ellas, más de 1.400 millones viven en la pobreza extrema (menos de 1,25 dólares -0,90 euros- al día) y cerca de 1.000 millones sufren hambre: al menos 7 de cada 10 hambrientos habitan en el medio rural.
Son algunos datos del nuevo estudio del Fondo Internacional para el Desarrollo de la Agricultura (IFAD, un organismo de la ONU con sede en Roma), que se presenta hoy en Londres. El informe, que EL PAÍS adelanta en exclusiva para el mundo de habla hispana, afirma, entre otras cosas, que el cambio climático es el mayor de los múltiples riesgos que afrontan los pequeños agricultores en un mundo cambiante y lleno, también, de nuevas oportunidades de mejora.
El Informe sobre la pobreza en el mundo rural 2011 contiene en 300 páginas un detallado análisis de las nuevas oportunidades y peligros que acechan al mundo agrícola de los países en desarrollo. El informe calcula que para alimentar a una población mundial de algo más de 9.000 millones de personas en 2050 será necesario duplicar la producción agrícola de los países en desarrollo. Tras trabajar durante más de un año en el estudio, basado en decenas de entrevistas personales con ONG y líderes asociativos de pequeños agricultores de Asia, África y Latinoamérica, el economista y coordinador del estudio, Edward Heinemann, piensa que "la agricultura debe seguir siendo el motor básico del crecimiento rural y para la reducción de la pobreza".
Pero para ello, explica, es necesaria "una agricultura más sostenible y preparada para abordar los riesgos y oportunidades ambientales y comerciales que se presentan". Eso supone, en gran medida, adaptarse a la situación creada entre 2006 y 2008, cuando se duplicaron los precios internacionales de los alimentos, provocando que unos 100 millones de personas pobres pasaran a engrosar las filas de quienes padecen hambre en el mundo.
Según el IFAD, "los precios han bajado, pero siguen siendo muy volátiles y mucho más altos que antes de la subida", y "es probable que se mantengan en los niveles de 2010, o por encima de estos, durante la próxima década". Sin embargo, el alza de los precios "puede ofrecer nuevos incentivos para participar de forma más rentable en los mercados", dice el estudio. Pero, "los entornos rurales nacionales tienen que mejorar, y es urgente formular políticas adecuadas e invertir más y mejor en la agricultura".
Entre las causas que inciden en la pobreza rural, el estudio destaca "la escasez de oportunidades, las graves desigualdades que afectan a jóvenes, mujeres y minorías, y una educación y una formación técnica colectiva deficiente". Pese a todo, el estudio revela que "un gran número de hogares rurales entran y salen de la pobreza en repetidas ocasiones, a veces en cuestión de años".
El IFAD hace recuento de los problemas más acuciantes del mundo rural, y entre ellos cita "la escasa inversión en la agricultura, políticas nacionales poco apropiadas, mercados débiles y poco competitivos, una infraestructura rural frágil, insuficientes servicios financieros y de apoyo a la producción y una base de recursos cada vez más deteriorada".
Al mismo tiempo, algunos mercados se están expandiendo rápidamente y en muchos países ofrecen nuevas salidas. Heinemann cita como países virtuosos a "Brasil, Vietnam, China, Paraguay o India, que han apostado por la agricultura y se han convertido en fuentes ingentes de demanda y oferta".
Pero las nuevas oportunidades afrontan nuevos peligros. "Los recursos naturales sobre los que se basa la agricultura -sobre todo la tierra y el agua- se están degradando y cada vez hay más competencia para acceder a ellos", afirma Heinemann. "El cambio climático está agravando todavía más la situación y haciendo que la agricultura corra cada vez más riesgos. Y su impacto en el futuro será aún mayor", añade. El IFAD sugiere un plan de acción: mejorar el entorno general de las zonas rurales, reducir los riesgos con políticas de apoyo, fomentar la formación técnica y cultural, y promover las capacidades colectivas (mercados, contratos, sindicatos...).
Sobre los organismos genéticamente modificados, Heinemann es ambivalente: "Hay millones de agricultores en África que querrían tener semillas más resistentes para poder hacer un uso intensivo de la tierra y obtener un mayor rendimiento. Pero es una decisión de cada país".