EE UU escruta a Irán desde Dubái
Madrid, El País
Cuando el 4 de noviembre de 1979 un grupo de estudiantes revolucionarios asaltó la Embajada de EE UU en Teherán, los diplomáticos se apresuraron a destruir los documentos que consideraron más comprometedores. No les dio tiempo a quemar las tiras de papel que salieron de las trituradoras y decenas de aquellos jóvenes exaltados dedicaron los meses siguientes a reconstruir los mensajes secretos mientras mantenían secuestrados a medio centenar de funcionarios norteamericanos. Washington cortó relaciones con la República Islámica y se quedó sin sus ojos y sus oídos en el país. Los cables difundidos ahora por Wikileaks revelan cómo EE UU trata de compensar la falta de contacto directo mediante una red de observadores en los países vecinos y una "oficina regional" en Dubái, que recopilan información con el mismo celo con el que los iraníes desentrañaron sus confidencias hace tres décadas.
Cuando el 4 de noviembre de 1979 un grupo de estudiantes revolucionarios asaltó la Embajada de EE UU en Teherán, los diplomáticos se apresuraron a destruir los documentos que consideraron más comprometedores. No les dio tiempo a quemar las tiras de papel que salieron de las trituradoras y decenas de aquellos jóvenes exaltados dedicaron los meses siguientes a reconstruir los mensajes secretos mientras mantenían secuestrados a medio centenar de funcionarios norteamericanos. Washington cortó relaciones con la República Islámica y se quedó sin sus ojos y sus oídos en el país. Los cables difundidos ahora por Wikileaks revelan cómo EE UU trata de compensar la falta de contacto directo mediante una red de observadores en los países vecinos y una "oficina regional" en Dubái, que recopilan información con el mismo celo con el que los iraníes desentrañaron sus confidencias hace tres décadas.