Berlusconi intentó evitar la investigación del 'caso Calipari'
Madrid, El País
Dos meses después de la muerte del agente del servicio de inteligencia militar Nicola Calipari durante un tiroteo en un puesto de control en Bagdad, la intención del Gobierno italiano era bloquear los intentos de enjuiciar a los responsables. Un cable diplomático, fechado el 3 de mayo de 2005 y clasificado como "secreto" , da cuenta de la reunión que tuvieron el día anterior altos representantes del Ejecutivo con el embajador de EE UU en Roma, Mel Sembler, su segundo, y un consejero de asuntos militares.
En el encuentro no estuvo el primer ministro Silvio Berlusconi, pero la delegación italiana era de primer nivel: estaban el entonces ministro de Exteriores y actual presidente del Congreso, Gianfranco Fini, el secretario de Estado y mano derecha de Berlusconi, Gianni Letta, el embajador en EE UU, Giovanni Castellaneta, el jefe del servicio de Inteligencia militar, Nicolò Pollari, los dos investigadores italianos, Campregher y Ragaglini, y otras autoridades no especificadas. Los representantes del Gobierno italiano entregaron a los estadounidenses una copia del informe antes de su publicación en Italia.
El affaire de la muerte de Calipari el 4 de marzo de 2005 en la operación de rescate de la periodista Giuliana Sgrena, secuestrada un mes antes en la capital iraquí, causó importantes fricciones entre Washington y Roma. EE UU aceptó una comisión de investigación conjunta pero no coincidieron en las conclusiones. Para los estadounidenses, sus soldados habían respetado las reglas de enfrentamiento y el suceso fue la trágica consecuencia de un error de comunicación por parte de los italianos. Roma apuntaba a la falta de preparación de los militares y a la situación de estrés a la que estaban sometidos.
El objetivo del encuentro de mayo era allanar las distancias y "dejar detrás" un asunto que en cualquier caso "no dañaría" las relaciones entre los dos países, así lo declararon los representantes italianos al embajador. El texto italiano estaba pensado para zanjar la cuestión: en las conclusiones se descartaba la posibilidad de atribuir responsabilidades individuales ya que "los investigadores italianos no encontraron pruebas de que el asesinato fuera intencional". Y la falta de intencionalidad cerraría las posibilidades de entablar un juicio. Un punto que, según recoge el embajador en su nota, "estaba especificamente pensado para desalentar nuevas investigaciones por parte de los fiscales". El Gobierno también aseguró que impediría que las comisiones parlamentarias abrieran sus investigaciones.
Dos días después, Berlusconi defendió el informe ante las Cámaras. Un cable de la embajada de EE UU fechado el 9 de mayo resume el discurso del primer ministro y los relevos críticos que hizo a pesar de defender la tesis de la tragedia "no intencional". En el texto, así como la anterior comunicación del diplomático, Sembler repite que es mejor para Washington evitar críticas puntuales al informe italiano y dejar hablar las conclusiones contenidas en el documento estadounidense. "Esto acelerará la desaparición del caso del radar político", escribe. Sin embargo, en el comentario final al discurso del primer ministro italiano, el embajador subraya que "la determinación de evitar cualquier crítica sobre el papel del propio Calipari llevó al Gobierno italiano y a los investigadores a ignorar una pregunta fundamental que pareció obvia a los investigadores de EE UU: ¿Por qué entre los 30 coches que cruzaron el puesto de control solo uno fue tiroteado?".
El informe italiano no consiguió finalmente impedir que los fiscales imputaran al soldado Mario Lozano, identificado como responsable de los disparos que mataron al agente italiano. El tribunal penal de Roma desestimó la petición. Los detalles del encuentro, filtrados por Wikileaks, reabren ahora el debate. Si el Gobierno, en un comunicado hecho público esta noche, ha tachado las "presuntas revelaciones" de "absolutamente privadas de fundamento", la primera en pedir que se vuelva a abrir el caso fue Sgrena, la periodista salvada por Calipari.
Dos meses después de la muerte del agente del servicio de inteligencia militar Nicola Calipari durante un tiroteo en un puesto de control en Bagdad, la intención del Gobierno italiano era bloquear los intentos de enjuiciar a los responsables. Un cable diplomático, fechado el 3 de mayo de 2005 y clasificado como "secreto" , da cuenta de la reunión que tuvieron el día anterior altos representantes del Ejecutivo con el embajador de EE UU en Roma, Mel Sembler, su segundo, y un consejero de asuntos militares.
En el encuentro no estuvo el primer ministro Silvio Berlusconi, pero la delegación italiana era de primer nivel: estaban el entonces ministro de Exteriores y actual presidente del Congreso, Gianfranco Fini, el secretario de Estado y mano derecha de Berlusconi, Gianni Letta, el embajador en EE UU, Giovanni Castellaneta, el jefe del servicio de Inteligencia militar, Nicolò Pollari, los dos investigadores italianos, Campregher y Ragaglini, y otras autoridades no especificadas. Los representantes del Gobierno italiano entregaron a los estadounidenses una copia del informe antes de su publicación en Italia.
El affaire de la muerte de Calipari el 4 de marzo de 2005 en la operación de rescate de la periodista Giuliana Sgrena, secuestrada un mes antes en la capital iraquí, causó importantes fricciones entre Washington y Roma. EE UU aceptó una comisión de investigación conjunta pero no coincidieron en las conclusiones. Para los estadounidenses, sus soldados habían respetado las reglas de enfrentamiento y el suceso fue la trágica consecuencia de un error de comunicación por parte de los italianos. Roma apuntaba a la falta de preparación de los militares y a la situación de estrés a la que estaban sometidos.
El objetivo del encuentro de mayo era allanar las distancias y "dejar detrás" un asunto que en cualquier caso "no dañaría" las relaciones entre los dos países, así lo declararon los representantes italianos al embajador. El texto italiano estaba pensado para zanjar la cuestión: en las conclusiones se descartaba la posibilidad de atribuir responsabilidades individuales ya que "los investigadores italianos no encontraron pruebas de que el asesinato fuera intencional". Y la falta de intencionalidad cerraría las posibilidades de entablar un juicio. Un punto que, según recoge el embajador en su nota, "estaba especificamente pensado para desalentar nuevas investigaciones por parte de los fiscales". El Gobierno también aseguró que impediría que las comisiones parlamentarias abrieran sus investigaciones.
Dos días después, Berlusconi defendió el informe ante las Cámaras. Un cable de la embajada de EE UU fechado el 9 de mayo resume el discurso del primer ministro y los relevos críticos que hizo a pesar de defender la tesis de la tragedia "no intencional". En el texto, así como la anterior comunicación del diplomático, Sembler repite que es mejor para Washington evitar críticas puntuales al informe italiano y dejar hablar las conclusiones contenidas en el documento estadounidense. "Esto acelerará la desaparición del caso del radar político", escribe. Sin embargo, en el comentario final al discurso del primer ministro italiano, el embajador subraya que "la determinación de evitar cualquier crítica sobre el papel del propio Calipari llevó al Gobierno italiano y a los investigadores a ignorar una pregunta fundamental que pareció obvia a los investigadores de EE UU: ¿Por qué entre los 30 coches que cruzaron el puesto de control solo uno fue tiroteado?".
El informe italiano no consiguió finalmente impedir que los fiscales imputaran al soldado Mario Lozano, identificado como responsable de los disparos que mataron al agente italiano. El tribunal penal de Roma desestimó la petición. Los detalles del encuentro, filtrados por Wikileaks, reabren ahora el debate. Si el Gobierno, en un comunicado hecho público esta noche, ha tachado las "presuntas revelaciones" de "absolutamente privadas de fundamento", la primera en pedir que se vuelva a abrir el caso fue Sgrena, la periodista salvada por Calipari.